Es motivo de tristeza la muerte de Aníbal Martínez Zuleta. Notamos preocupados su ausencia en la celebración de 20 años; él, siempre tan disciplinado accionista de esta sociedad editorial.
No es fácil abordar a cabalidad sus orígenes, trayectoria, sus discursos, anécdotas. De ese grupo de políticos hoy octogenarios de “la generación del departamento”, que llamamos así porque su gran ciclo de auge y representación nacional coincidió con el nacimiento y transcurso de la primera mitad de existencia del departamento creado en 1967, fue el más capacitado y productivo intelectual y políticamente, el mas controversial y controvertido, el de permanentes ideas, más tribuna periodística y más ligado a su ciudad. Tanto que, después de haber figurado en el escenario nacional como congresista y Contralor General e incluso insinuarse como aspirante presidencial, y caer en desgracia en aquél, por un error personal que le dio grave condena, se fortaleció en el ámbito local, a donde llegó a ser hace 25 años, después de Rodolfo Campo, su segundo mandatario elegido por el pueblo vallenato, al que siempre representó como un hijo propio.
Esa decisión de exponerse al escrutinio de su tierra obró en él como manifestación de que no se iba a dejar sacar a codazos de la arena social. Hizo una administración trascendente y fue decidido, como cuando obró para recuperar el espacio público en la calle del Cesar e instalar la Galería. Su alcaldía hizo una bella vía bordeando el Río Guatapurí, al que frecuentaba las mañanas para meterse en su agua cristalina. De allí salía rejuvenecido a escribir un proyectado libro, a hablar en Cañaguate, la radio que fundó, a una reunión en la corporación que llevó el nombre de su hijo, que, como sus otros varones, murieron jóvenes y plenos.
El abogado, el miembro de familia humilde, el orador, el “negro grande del Cañaguate”, como solían presentarlo sus seguidores, fue un carácter hecho hombre, en medio de tanta adversidad, tragedias y ataques.
Con puntualidad se hacía presente en las asambleas de esta empresa. Aunque tenía una pequeña participación, su sola presencia y relación familiar, llevó a que en círculos de la región se dijera erradamente que el diario en sus comienzos era del doctor Martínez Zuleta. Fue grato conocer ( junto a su familia) a una persona de su inteligencia y pasión por las cosas de nuestro terruño.
Nuestras páginas estarán abiertas a mostrar el impacto de su vida y su mente en la construcción de esa ‘sorpresa caribe’ que nos hizo ejemplo de ciudad en la nación y de ese imaginario, que creó, ‘el país vallenato’.











