Extasiados por la forma literaria de plantear un fenómeno social que se está presentado en Valledupar, leíamos durante el fin de semana a Jesús Daza, un columnista nuestro, quien en su artículo, con lujo de detalles, trajo a colación el tema de los jóvenes que se van de esta ciudad por falta de oportunidades.
En su columna titulada ‘Valledupar, la ciudad que sueña desde lejos’, Jesús Daza afirma que “los jóvenes caminan con los pies en la ciudad, pero con la mirada sembrada en otros mapas”. Esa frase, tan poética como dolorosamente real, condensa una de las tragedias silenciosas que vive la capital del Cesar: la constante partida de su juventud más preparada y soñadora.
El tema nos evocó la nota editorial que publicamos el pasado 24 de marzo en la que planteábamos la necesidad de que esos cerebros fugados, que han logrado triunfar por fuera, regresen para que siembren en Valledupar y su región.
Allí mencionamos los nombres de algunos casos exitosos, dejamos abierta la posibilidad de ampliar esa lista y de hacer un censo como primer paso para iniciar un proceso que permita poner al servicio de la región todo ese potencial humano, técnico y profesional que ahora está por fuera de Valledupar.
“Qué bueno sería que ellos se vincularan con una actividad específica de apoyo, formación o, incluso, los que tienen mejor nivel económico en inversión en capital humano o físico, generando empleo en Valledupar y su entorno”, fue un comentario que reprodujimos en esa ocasión. También dijimos que “algunos nombres los seguiremos nombrando en próximos editoriales pues ese censo, necesario para la asociación y vínculo, debe ser motivador del encuentro, regocijo y oportunidad de transformación regional. Esos lazos hay que fortalecerlos y desde EL PILÓN convocamos a todos a pensar en su terruño y en su región, pensamiento que no se debe limitar a la nostalgia de no poder venir al próximo Festival”.
Pues bien, valga la ocasión propiciada ahora por el columnista Jesús Daza, aquí estamos listos y dispuestos para interactuar con todos aquellos que quieran contribuir con esa gestión encaminada a descubrir, contactar y, posteriormente, cuando se den las condiciones, reunir a todos esos cerebros fugados, para emprender con ellos grandes ideas y proyectos.
Una vez más insistimos en el objetivo de constituir la ‘Asociación de Emigrantes Vallenatos’ y por ello queremos que de las ideas pasemos a las acciones para materializar ese propósito en pro de brindarles mayores oportunidades a todos esos jóvenes que se ven obligados a desterrarse de Valledupar como única manera de alcanzar sus sueños.
Estaremos atentos a recibir información que nos permita ampliar y consolidar esa larga lista de talentos nuestros que se encuentran ausentes de Valledupar.
Sabemos que los jóvenes que se van no lo hacen por falta de amor por esta tierra, al contrario, somos conscientes que cada valduparense que parte viaja con el corazón apretado y la nostalgia a cuestas. Pero la ciudad no ha logrado convertirse en el terreno fértil donde los sueños de ellos puedan germinar.
Dice el columnista que “Valledupar parece hecha de despedidas”, sí, pero no tiene por qué resignarse a serlo, nuestra invitación urgente es a mirar hacia dentro. Valledupar no puede seguir siendo un lugar donde el potencial se cultiva solo para que florezca en otras tierras. Es tiempo de transformar la ciudad en un espacio de bienvenida para muchos, no de despedida de nuestros jóvenes.











