“… No temas ni desmayes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo donde quiera que vayas” (Josué 1,9)
El desafío y la demanda en nuestros días es que el cristianismo sea práctico; que sus preceptos sean expresados desde la practicidad y sean derribados del reino de lo ideal hasta los niveles de la vida diaria. Esto puede ser realizado solo por medio de personas de oración, quienes, al estar conscientes de la cruda realidad, no dejan de interceder y clamar a Dios por un verdadero cambio en nuestra nación.
Dios tuvo una ardua tarea con los profetas de la antigüedad, al librarlos del temor mientras entregaban sus mensajes a la humanidad. Dios siempre procuraba salvaguardar a sus portavoces del temor al hombre y por medio del mandamiento, del razonamiento y del ánimo, buscaba darles valentía y fidelidad para que pudieran cumplir su llamado supremo.
Al igual que hoy, una de las tentaciones que nos asedia es el temor al hombre. Desafortunadamente, muchos se rinden ante ese temor y permanecen en silencio cuando deberían ser valientes elocuentes; o diluyen con palabras sueves el firme mandato de la denuncia y la contradicción que les corresponde dar. Así, el temor al hombre nos tiende una trampa. Considero necesario que con respeto y reverencia seamos libres del temor, y la oración constante es la acción por la cual el temor puede ser ahuyentado y puede venir la liberación del lazo de temor puesto en nuestras almas.
Algunos de los hombres de Dios en los tiempos del Antiguo Testamento tuvieron que ser alentados contra el temor: Moisés, no estaba libre del temor que atormenta y compromete a un líder. Cuando Dios lo envió al faraón, empezó a dar objeciones y excusas para no ir. El hecho era que Moisés tenía miedo del rostro del faraón y Dios necesitó un tiempo para evadir sus temores y darle ánimo para enfrentar al monarca egipcio y entregar el mensaje de Dios.
Josué, su sucesor, también necesitó ser fortalecido por Dios contra el temor, para que no fuera indiferente con su obligación de conducir al pueblo a la conquista, ni fuese reducido al desánimo y la timidez. Jeremías, el profeta que anunció la deportación a Babilonia, fue penosamente tentado a temer y tuvo que ser advertido y fortalecido para que demostrara su capacidad de realización aun cuando se quejara de ser muy joven.
Caros amigos, no deberíamos sorprendernos de encontrarnos en situaciones similares. La naturaleza humana no cambia y el enemigo sigue siendo el mismo, por lo que es menester orar por un espíritu de valentía para poder cumplir con el propósito de Dios en la entrega del mensaje encomendado.
Dios no está restringido a los días de la Biblia para mostrar lo que puede hacer a través de la oración de sus hijos. Dios es el mismo, ayer, hoy y por lo siglos. Hoy, escucha la oración tal como la hacía en la antigüedad. No está limitado a los tiempos, en cuanto a emplear a personas de oración como sus agentes para llevar a cabo su causa en la tierra, y él mismo, con sus promesas, se ha puesto bajo la obligación de contestar las oraciones tanto como lo hizo en el pasado. Así, pues, ánimo. Sin temor, porque Dios es amor.
Por: Valerio Mejía.












