COLUMNISTA

¿Para qué estoy aquí?

En los tiempos que corren, cuando el mundo parece girar tan rápido que a veces se nos olvida respirar, no deja de asombrarme que la enfermedad más común ya no sea una física, sino del alma: la depresión.

¿Para qué estoy aquí?

¿Para qué estoy aquí?

Por: Brenda

@el_pilon

canal de WhatsApp

En los tiempos que corren, cuando el mundo parece girar tan rápido que a veces se nos olvida respirar, no deja de asombrarme que la enfermedad más común ya no sea una física, sino del alma: la depresión. La tristeza ha dejado de ser un susurro para convertirse en un grito colectivo, disfrazado entre filtros de redes sociales y agendas llenas de planes que no nos llenan el corazón.

Y entre todo este ruido, me sigo haciendo la misma pregunta que me persigue desde niña:

¿para qué estoy aquí?

¿Para qué me creó Dios? ¿Qué sentido tiene mi existencia?

Lo confieso, soy de esas personas que se lo pregunta todo. Desde pequeña he tenido una especie de hambre sagrada, una curiosidad existencial que no se me ha pasado con los años. Al contrario, a veces siento que las respuestas se han vuelto más esquivas. Las preguntas se quedaron olvidadas en algún rincón del alma, como cartas sin abrir. Hasta que, hace poco, decidí buscarlas otra vez. Esta vez, desde adentro.

Llevo meses en un proceso de sanación interior. Un viaje hacia mí misma que he comenzado de la mano de una mujer increíble: Andrea Monsalve, coach y luz en mi camino. Tenía que decir su nombre, porque algunas personas llegan a tu vida con una misión, no para quedarse, sino para encenderte.

Andrea no es solo una guía, es un vehículo sagrado. Pero el verdadero conductor es Dios. Como si el universo hubiera mandado a su mejor mensajera para ayudarme a reencontrarme conmigo, con esa Brenda niña, con la mujer rota, con la que sueña, con la que escribe. Y juntas, hemos ido al fondo. No a ese fondo poético que suena bonito en los libros, no. Hemos ido a ese lugar donde duelen las heridas, donde algunas estaban podridas de tanto no tocarlas, de tanto no mirarlas.

Y qué palabra tan fuerte: podridas. Pero qué necesario fue llegar ahí para poder sanar.

Me he descubierto valiente, llorando en silencio, abriendo capa por capa como quien pela una cebolla que no sabe si es amarga o dulce. He tejido con paciencia cada cicatriz y he comenzado a comprender que solo desde la conciencia se puede vivir con propósito. Y que sí, que Dios me creó con uno. Con una misión que va más allá del éxito o de los seguidores. Una razón más íntima, inspirar, conectar, contar historias reales, usar mi vida como espejo. No para hablar de mí, sino para hablar de todos.

Mi espiritualidad siempre ha estado ahí. Me la enseñaron mi mamá, mis abuelas, mi tía… Pero lo que he descubierto últimamente es otra cosa. Ya no es la fe heredada, es la fe elegida. Una relación más consciente, más madura, más viva. Como si Dios estuviera ahí, sí, pero ahora le hablo mirándolo a los ojos. Le pido que me use, que me muestre. Que no me suelte.

Y en este mundo de guerra, de rapidez, de superficialidad, de soledad disfrazada de éxito, yo no quiero vivir dormida. No quiero correr sin saber a dónde. Yo quiero dejar luz, aunque sea en una sola persona. No por ego, no por dejar legado, no por fama. Sino por amor.

Porque si tú que me estás leyendo, alguna vez también te preguntaste “¿para qué estoy aquí?”, quiero decirte que no estás solo o sola. Que hay un sentido. Que cuando lo descubres, todo cambia.

Y si necesitas una mano que te acompañe a buscarlo, yo solo puedo decirte: busca a Andrea Monsalve. Sus palabras son bálsamo, son verdad, son guía. Y si ella fue el vehículo que me llevó a mí, quizás también puede llevarte a ti. Pero, sobre todo, busca de Dios… porque ese man está vivo, y nunca falla.

Por: Brenda Barbosa Arzuza.

TE PUEDE INTERESAR