Las rodilleras de la oligarquía colombiana le han dado vueltas interminables a la Casa Blanca desde que Bolívar murió; solo él mantenía rígida la cerviz y erguida la dignidad de Colombia como país libre; él sabía perfectamente cuanto valía la libertad, él la luchó y le entregó su vida. Su premonición sobre cómo serían nuestras relaciones con USA se han cumplido; el postulado de América para los americanos quedó esculpido en el ADN de nuestra dirigencia que más vergonzante no puede ser, deambulando en guayucos por las calles de Washington como pordioseros cuando ven que sus propios intereses, no los del país, corren peligro. Los intentos de sacar al presidente Petro del poder por cualquier medio, incluido su asesinato, en contubernio con algunos órganos de poder y con la mafia internacional, como el mismo presidente lo dicho, han fracasado; están quemando la carta que les faltaba, la intervención del Tío Sam, experto en golpes; el safari de senadores y candidatos para quejarse ante los gusanos cubanos con poder en Washington por el “mal comportamiento de Petro” es delirante: “papi, Petro está acabando con el país y con la democracia” (léase: nos está quitando nuestra principal fuente de enriquecimiento), solo ustedes pueden defenestrarlo antes de las elecciones.
Ellos saben perfectamente que tener un presidente adverso para épocas electorales les impide incidir en la registraduría; quien escruta gana, se ha dicho y ellos juzgan por su condición; el fraude electoral en Colombia es una cultura. La exministra y vicepresidenta de la República, Martha Lucía Ramírez, suscribió una carta con otros exministros pidiendo la intervención, pero algunos de los supuestos firmantes lo han negado (seudo epigrafía). Fue esta la que cohonestó, como ministra de la defensa, el genocidio de la comuna Trece de Medellín.
Parece que no juega limpio: su firma constructora Hitos Urbanos, se dedicada a desarrollos urbanísticos, pero decían que utilizaba recursos del narco paramilitar “Memo Fantasma”; este caso fue bastante divulgado y se decía que esta empresa era una lavandería; no creo que esa sea una forma de “salvar la patria”, es más bien una conducta antipatriótica; tampoco Colombia está a la deriva en alta mar para pedir ese tipo de ayudas; también pagó una fianza en los EE. UU por la libertad de su hermano incurso en narcotráfico banalizando el caso y llorando ante las cámaras, pero no condenó el hecho, solo dijo que esta era una “Tragedia familiar”.
Los enemigos de Petro todo lo quieren frivolizar, dicen que no es lo mismo tumbar a Petro que darle un golpe de Estado, así habla Leyva quien anticipa la muerte de Petro, le parece fácil hacerlo, el crimen se ha hecho cultura. ¿Por qué quieren sacar a Petro? Son muchas las razones: el decomiso creciente de cargamentos de coca, la destrucción de laboratorios, la restitución de bienes incautados por la SAE que estaban en manos de amiguitos y familiares de gobiernos, vivir del Estado se les ha complicado, las denuncias que ha hecho sobre el vínculo de ciertos sectores de la dirigencia con el narcotráfico, la intervención sobre el sector salud que se roba los dineros públicos; parece que el “cartel de la Toga” aún subsiste, a muchos magistrados no les gusta que el presidente Petro cuestione sus fallos.
No podrán decir que el país va mal porque los indicadores socioeconómicos son positivos, pero eso no es negocio para nuestros dirigentes; la recuperación de la red férrea no les gusta a los dueños del transporte por carreteras; el ingreso de Colombia a la Ruta de la Seda y al Banco de los BRICS les parece subversivo, el FMI perdería un cliente, pero los chantajes, amenazas y castigos de la banca multilateral serán cosas del pasado, muchos de cuyos créditos eran plata de bolsillo para altos funcionarios; el más reciente fue el gestionado por Duque por USD 5.7 billones a corto plazo que este gobierno está pagando. A Petro no lo quieren solo porque existe, no es uno de ellos, y porque ha planteado un nuevo paradigma y, según Einstein, es más fácil disociar un átomo que romper un paradigma. Petro podrá hacer milagros, pero no lo canonizarán.
Por: Luis Napoleón de Armas P.












