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¿Necesitas paz en tu vida?

Solemos escuchar con frecuencia las expresiones: ¡déjame en paz! ¡Necesito vivir en paz!, como si se tratase de un objeto o accesorio externo, ignorando que es un estado interno, el atributo de un ser humano. 

¿Necesitas paz en tu vida?

¿Necesitas paz en tu vida?

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Solemos escuchar con frecuencia las expresiones: ¡déjame en paz! ¡Necesito vivir en paz!, como si se tratase de un objeto o accesorio externo, ignorando que es un estado interno, el atributo de un ser humano. 

Cuando los niños están en el colegio, estudian en ambientes que propician la creatividad y el aprendizaje, pero no quiere decir, que todos los niños sean creativos, o, que se les facilite aprender. Con la paz ocurre lo mismo, en ocasiones, creemos que somos pacientes, tolerantes y tranquilos, pero lo anterior se debe, a que coincidimos con situaciones y personas que propician un ambiente benéfico, pero, eso no quiere decir que seamos personas pacifistas o calmadas. 

Podemos vivir por muchos años, rodeados de personas que nos facilitan hasta respirar, evitándonos, toda clase de retos, problemas y desafíos, que tienen como propósito poner a prueba nuestra tolerancia, paciencia, resiliencia, y por ende, la capacidad de mantener la calma, nuestra salud mental y nuestro bienestar, independientemente de las circunstancias, y el entorno en el que nos encontremos.

La ecuación para vivir en paz, se logra al ser paciente, actuando de forma tranquila y diligente, para así, lograr tener el anhelado bienestar. Pero, lo que solemos hacer, es cometer el error de ser impacientes, actuando de forma explosiva o negligente, esperando de forma errónea, tener una vida tranquila. Obtenemos lo que somos, no lo que deseamos. Y la paz mental, se cultiva en nuestro interior, no se exige, ni se consigue con indulgencias.

Otra expresión frecuente, es cuando se emplea la paz, como una excusa para evadir una responsabilidad; algunas personas, hacen, deshacen, arman un enredo, generan conflictos, y luego, toman distancia, indicando, que por su paz mental, se alejan de la situación; lo más curioso, es que no piden excusas, no abordan el tema, no brindan ningún tipo de explicación, no hacen nada, sólo huyen, con la excusa, de que valoran su paz mental. 

¿Cómo evitamos estas situaciones? Comprendiendo que la paz, viene de nuestro ser, y que es el resultado de lo que somos y nuestras acciones. Una persona que procura gozar de salud mental y bienestar en su vida, no genera discordia, es empática, receptiva, diligente y tolerante; sabe cuándo hablar, y cuándo escuchar; no evita situaciones  y logra expresar sus sentimientos y acciones de forma calmada y asertiva. No es lo mismo, salir huyendo después de gritar y ofender a alguien, a tomar distancia, después de que alguien nos ha gritado y ofendido, sin razón alguna.

Es común escuchar, que la paz es un regalo que nos brindamos, más que un regalo que otorgamos, pero, para poder recibir dicho obsequio, debemos desterrar todo tipo de orgullo, ego, ira, rencor o envidia, toda vez que con alguna de esas emociones negativas, no alcanzamos ni a envolver el regalo. En ocasiones, puede más el deseo de herir, que de sentir paz, el deseo de atacar, que de sentir nuestro propio bienestar, y cuando son más grandes los deseos, por lo que el otro pueda llegar a sentir y recibir, nuestra paz y nuestro bienestar, se esfuman.

Así como las instituciones educativas construyen ambientes de aprendizaje, que propician la educación, construyamos ambientes de paz, que promuevan el buen desarrollo de nuestras relaciones, además de actitudes positivas, que en lugar de esperar que todo sea favorable, hagamos de toda situación, algo favorable para todos.

Por: María Angélica Vega Aroca.

Psicóloga 

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