El TINAJERO
Por José Atuesta Mindiola
En el capítulo 21 del Libro de los Números de La Biblia, dice: “Fue el pueblo a Moisés, y dijeron todos: hemos pecado, pues hemos hablado contra el Señor y contra ti, suplícale que aleje de nosotros las serpientes. Hizo Moisés oración por el pueblo, y el Señor le dijo: haz una serpiente de bronce, y ponla en alto para la señal; quienquiera que haya sido mordido, la mirare, vivirá. Hizo Moisés, una serpiente de bronce, y la puso por señal, a la cual mirando los mordidos, sanaban”.
Para los exegetas católicos, esa imagen de la serpiente de bronce es el principio del culto a la veneración de imágenes, que no es una idolatría, es un momento de búsqueda y de oración, que a través de un signo, la imagen, profesamos nuestra fe para ofrendar a Dios, alabar su poder, pedir perdón por nuestros pecados y protección para que nos guie por los caminos de las bienaventuranzas. A pesar que el mandamiento divino implicaba prohibición de imágenes de Dios por la mano del hombre, Dios ordenó o permitió intuición de imágenes, además de la serpiente de bronce, el Arca de la Alianza y los querubines.
El monje-teólogo Juan Damasceno (650-750), escribe: “No podemos hacernos una imagen del Dios omnipotente, pero Dios mismo ha hecho una imagen de su Hijo. Con la Encarnación es dignificada la naturaleza humana y, por tanto, se puede representar a Cristo. Si bien la divinidad de Cristo no puede ser representada, el hecho de formar una sola persona con la naturaleza humana se da la compenetración de ambas naturalezas, realidad que se ha llamado perichoresis, legitima una representación en imagen de Cristo”.
A principios del 720 el obispo Constantino de Nakoleia, expresa su pensamiento: “La visión de la imagen lleva a la imitación del mandamiento de Dios de una manera más eficaz que la misma Palabra; conduce al amor de Dios y de los santos. La encarnación del Verbo permite representarlo en figura humana. Excluye una representación del Dios invisible, pero no del Dios hecho hombre. La veneración de las imágenes no es una idolatría. La Encarnación permite una adoración en espíritu y en verdad, no impidiendo una veneración. Las candelas ante las imágenes simbolizarían la luz de Dios; el incienso, la acción del Espíritu Santo. La veneración no es idolatría. Argumenta de un modo hábil. Las imágenes no sustituyen a la Palabra, si bien la ilustran y profundizan su anuncio, según la estructura corpórea-espiritual del hombre. La Encarnación no sólo legitima, sino hace necesario el empleo de las imágenes”.
Las imágenes son signos de la celebración litúrgica, y representan a Cristo glorificado, en ellas. La imagen de la Virgen María, es revelación del amor supremo maternal, la ternura imperecedera de sus ojos tienen el poder de llenarnos de luz los aposentos del alma y con mirar sus labios escuchamos palabras que nos apaciguan de la urdimbre del dolor. Que sería para los católicos de Valledupar sin la imagen de Santo Ecce Homo o sin la virgen del Rosario. Hoy (13 de junio) muchos católicos del mundo celebran la fiesta de San Antonio, y a través de su imagen sus devotos se concentran en familia a glorificar a Dios, y se regocijan de felicidad interior al compartir un panecillo. Son creyentes con fe, nada de idolatras.
DECIMAS DE LA SEMANA
No hace verano al volar
una paloma en Badillo;
lo dice Alba Luz Trujillo
Contralora en Valledupar,
y se acaba de expresar
en poético susurro:
la contraloría va en burro
y la corrupción va en jet,
pero el bien y la honradez,
siempre vencerán, lo juro.
JOSE ATUESTA MENDIOLA












