“Mi corazón reflexiona por las noches” (Salmos 77,6)
En algún lugar, aprendí sobre el perfume de las rosas. Para elaborar la esencia del perfume de las rosas, estas se deben recoger por las noches, en las horas de mayor oscuridad. Podríamos pensar que esto es algo supersticioso, pero está demostrado por experimentos serios que, el 40 % de la fragancia de las rosas desaparece con la luz del día.
En nuestra vida diaria, esto también es una realidad. Muchas de nuestros mejores pensamientos y reflexiones, la creatividad y los sueños despiertos llegan por las noches. De alguna manera, esto también está en consonancia con la Escritura: fue durante la noche cuando se oyó la canción de los ángeles anunciando el nacimiento del Mesías, y será a media noche cuando se oirá la voz que diga: “Aquí viene el novio, salid a recibirlo”.
No es sino hasta que los cielos de las circunstancias se ponen oscuros y negros que nos disponemos a conocer y buscar el refugio del amor de Dios que conforta y satisface plenamente las más profundas necesidades del alma. La luz sale de las tinieblas y la mañana nace de la noche y por larga que sea la noche, siempre dará paso a un nuevo amanecer lleno de luz.
Las noches traen reposo y sosiego a nuestra alma; paradójicamente, siempre llega por medio de la lucha diaria. La paz que nace del conflicto, anuncia calma serena y confiada de que su futuro está en las manos de aquel que nunca duerme. Por cierto, no se adormecerá ni dormirá el que guarda a Israel. Dios nos guarda en el hueco de su mano, es como sombra a la mano derecha. El sol no nos fatigará de día ni la luna de noche. Cuando llegan las aflicciones, pareciera que todo nos abandona. Perdemos las ilusiones y nuestro corazón desfallece postrado por la duda; pero, llega la noche y podemos reconstruir nuestras agrietadas defensas y elevar la fe hasta que, nuestras quebrantadas esperanzas estén nuevamente a los pies del Señor.
La persona más fuerte y firme no es la que nunca ha conocido la angustia y el dolor; su calidad no ha sido probada y todavía no sabe cómo enfrentar la dificultad. No es el que nunca ha visto la tormenta, sino, aquel que viendo venir la tempestad, se coloca en las manos de Dios para luchar en contra de ella, agarrado de los brazos fuertes de su Dios.
Caros amigos: Toda esta argumentación para decir: Es necesario recuperar la disciplina del descanso. Es justamente ahí, en el silencio de la noche, cuando nuestros cuerpos y almas se regeneran y recargan. Dios acompaña nuestro sueño y restaura esas partes dañadas de nuestro ego producido por la fricción de la lucha diaria. ¡Descansa, querido amigo! Dale a Dios la oportunidad de ministrar tu corazón mientras tu mente descansa y se renueva.
Renovemos nuestra fe para caminar con Dios en la oscuridad, permitamos que sea él quien aprieta nuestra mano para guiarnos. Recordemos aquellas palabras atribuidas a Santa Teresa de Jesús: “Nada te turbe. Nada te espante. Todo se pasa; Dios no se muda, la paciencia todo lo alcanza. Quien a Dios tiene, nada le falta; solo Dios basta”.
Dios bendiga tu vida y por las noches, te arrope con su tierno descanso.
Se les quiere…
Por: Valerio Mejía.












