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El rico pobre

No hay nada que produzca más indignación a un pobre que se cree rico y es precisamente que alguien le recuerde que, aunque insista en creerse rico, su realidad económica indica que sigue siendo pobre.

El rico pobre

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No hay nada que produzca más indignación a un pobre que se cree rico y es precisamente que alguien le recuerde que, aunque insista en creerse rico, su realidad económica indica que sigue siendo pobre.

Juego de palabras al parecer simpáticas por su sonoridad, pero que ha causado disgustos y hasta irreconciliables enemistades con epítetos ofensivos en el ámbito personal, toda vez que alguien recurre a la frase atribuida al recién fallecido líder del progresismo, Pepe Mojica: “El peor enemigo de un pobre, es otro pobre que se cree rico y que defiende a los que los hace pobre a ambos”.

La recuerdo cuando en el país se plantean cambios, buscando mejorar la calidad de vida de cierto grupo poblacional pero curiosamente se opaca la iniciativa, porque es el mismo o una parte de ese colectivo, quien prefiere proteger los intereses económicos de los empresarios, sabiendo que algunos son forjadores de la riqueza en la negación de los derechos colectivos de sus trabajadores y no en el trabajo.

Esta vez el cuestionamiento no es económico o de bienestar, hoy es de alineamiento con nefastos personajes de la política que en su insaciable sed de poder, acuden a las más ruines artimañas para ambientar su discurso guerrerista en el caos y la estratégicamente prefabricada anarquía, que por obvias razones clama castigo y sangre. Eufemísticamente la bautizan ‘mano dura’.

Poco les interesa sacrificar vidas, muchos menos el dolor de las familias de las víctimas, su único interés es exacerbar la incertidumbre colectiva, que en no pocas ocasiones se canaliza hacia fines electorales, aunque la historia reciente dice que las corruptas manipulaciones y sus consecuentes decisiones políticas, poco o nada han solucionado el problema de seguridad del país.    

En este torbellino de acomodadas desinformaciones nos encontramos luego del atentado al senador uribista Miguel Uribe Turbay y la andanada de ataques con explosivos en el occidente del país. 

Con tristeza vemos cómo desde las clases populares ya se etiquetan a los agentes materiales de la violencia. El mismo día del atentado al senador uribista, cuando en redes sociales aparecieron las imágenes del presunto agresor, se escucharon voces diciendo que el joven tenía pinta de estudiante de universidad pública, como si exclusivamente la condición social o académica tuviera implícita la marca del crimen como solución violenta de los conflictos.

O qué tal la amiga que diariamente reniega del monto de su pensión y para completar su mínimo vital tiene que hacer rifas mensuales, pero sin embargo está de acuerdo con que en el Senado se haya archivado sin estudio la Reforma Laboral, enemiga de la Consulta Popular y profeta de que de las señoras del video eran guerrilleras porque salen cruzando palabras y gestos con el agresor. Tácita manera de señalar culpables. 

Es decir que podemos estar cayendo en el error de ligeramente señalar culpables, en algunos casos acusándonos nosotros mismos. Ojalá pronto tengamos noticias positivas sobre la recuperación del senador Uribe y también sepamos quién o quiénes anteponen las desquiciadas pasiones a la integridad general, para actuar políticamente en consecuencia. Fuerte abrazo.

POR: ANTONIO MARÍA ARAÚJO CALDERÓN.

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