En transparencia y honestidad podemos encontrar en Valledupar al “Pepe Mujica vallenato”, garante de un sistema de acueducto que operó a través de Emdupar y se convirtió en referente nacional, antes de someterla a la rapiña burocrática y colgarle nóminas paralelas que literalmente la hicieron colapsar. La empresa perdió la capacidad de reforestar la cuenca y mejorar la presión de suministro, pese a tratar el agua más barata del mundo por su calidad natural.
La otrora Emdupar que manejó el ingeniero sanjuanero, Heriberto José Mendoza Vega, emula en honestidad al expresidente uruguayo. Uno trasciende al imaginario colectivo con un Renault 12 amarillo pollito y el otro es recordado por su Volkswagen, bienes materiales que son un legado de honradez, con los que incursionaron y dejaron la administración pública, sin caer en la tentación de los tiempos modernos del enriquecimiento ilícito.
Hoy tenemos una empresa en la disyuntiva de liquidarla o hacer de tripas corazón para salvarla, y una ciudad con precariedad en su sistema de acueducto y alcantarillado donde es prioridad cambiar con urgencia 360 kilómetros de tubería de Asbesto-Cemento PVC de 3 y 4 pulgadas, como solución definitiva a la fuga de agua potable y el derrame de aguas negras por represamiento de manjoles.
Para acometer estas inversiones es inaplazable que los usuarios se pongan al día con Emdupar, cuya deuda supera los $110.000 millones. Asimismo, es urgente aplicar un nuevo Plan Maestro de Acueducto y Alcantarillado para reemplazar al actual, diseñado hace una década y cuya vida útil termina este año.
La obsoleta red de acueducto de cemento-asbesto —por cierto, cancerígena—que data de hace medio siglo, está desintegrada por el tiempo y el uso, lo que exige reponerla, conforme construir un embalse o reservorio para manejar altos niveles de turbiedad por efecto de las crecientes.
Si hoy tuviéramos el superávit que manejó Emdupar en la era Mendoza Vega —una de las pocas que en ese entonces no fue a la quiebra— se podría solventar la crisis que golpea a la ciudad en materia de acueducto y alcantarillado; pero la empresa de los vallenatos, única de naturaleza pública, sufrió los embates de la corrupción y la privatización hasta convertirla en la caja mayor de los alcaldes de turno.
Se demuestra una vez más que la solución a los problemas no gira alrededor de ideologías —sofisma de distracción que polariza e impide que se conviva con la diferencia, demostrado en los ensayos de Bruce Lipton— sino en el ánimo de acertar y la vocación de servicio con decencia y pulcritud.
Dijo una vez Don Quijote de la Mancha: “El ser humano se esclaviza por el lujo y las vanidades, persiguiendo riquezas como si en ellas encontrara la dicha. Más no advierte que, cuanto más tiene, más teme perderlo, y en esa angustia se le escapa la verdadera felicidad. Porque la dicha no está en el oro ni en la opulencia, sino en la brisa que acaricia el rostro, en la risa sincera de un amigo, en el pan compartido con gratitud”.
Por: Miguel Aroca Yepes.












