Los hechos posteriores a la descertificación de Gustavo Petro terminaron siendo peores a la descertificación en sí. Haber visto a este señor en pleno Nueva York y megáfono en mano, llamando a las fuerzas militares estadounidenses a la insurrección frente a su presidente, no sólo fue ridículo, embarazoso y demencial, sino imbécil. Ya me habría gustado ver la reacción de la izquierda colombiana, si hubiese sido Trump quien llamara a las fuerzas armadas de Colombia a hacer lo mismo. Petro ya siente que su tiempo en el ejecutivo está terminándose -afortunadamente-, y aprovecha estos días, no solo para hacer el ridículo, sino para tratar de erigirse como el gran líder latinoamericano del Socialismo del siglo XXI. Fidel Castro y Chávez ya no están, Díaz Canel y Daniel Ortega no resultaron ser los líderes esperados para el recambio y Maduro, es un fantoche de 2 metros que no tiene mérito alguno. Petro cree ser el hombre, se lo cree él.
Además, hemos visto muy activo a Ernesto Samper. Sí señores, Ernestico, el presidente elegido gracias a dineros del cartel de Cali por allá en junio de 1994. El mismo descertificado, el que también perdió la visa americana -como Petro-, aquel presidente en cuyo avión encontraron cocaína en un viaje a las Naciones Unidas en Nueva York. El mismo monigote al que los impuestos que usted y yo pagamos, le permite recibir su pensión de expresidente; nunca debió serlo, jamás. Ahora resulta que Samper es el asesor número 1 de Petro, su defensor, esto huele podrido, huele muy mal. Que Samper meta su hocico en esto es la más flagrante muestra de la descomposición en la que hemos caído. De ese señor tuvimos suficiente, padecimos 4 años para el olvido, igual que los 8 del tartufo y los 3 que van del periodo actual. Esta izquierda da pesar, es el hazmerreír del mundo, no piensa, no gestiona, sólo hace el ridículo.
El gabinete, los asesores, todo el equipo de Petro, deberían repartirse destinos como Cuba, Venezuela y Nicaragua para retirarse allí lo más pronto posible. Si no se avispan, les va a pasar lo mismo que a Carlos Ramón González, otro ex M-19, que se esconde en Nicaragua porque una circular roja de Interpol lo tiene en jaque. La diferencia con González es que en el caso de los demás, serán entidades internacionales las que los estarán buscando para juzgarlos y no la Fiscalía General de Colombia. ¡Amén!
Algunos funcionarios, entre los que se encuentran varios a los que estamos invitando a irse de Colombia a disfrutar del comunismo que adoran desde la distancia, han sido notificados por el Departamento de Estado, bajo el mando de Marco Rubio, de haber sido despojados de su visado americano. Y otros, muy avispados, entre los que se encuentra la actual canciller, se anticiparon a renunciar a la visa, antes de que Estados Unidos se las quitara. ¡Brillante! Ya me imagino a los familiares del equipo de Petro, entrando en pánico y cuestionando a sus papás y mamás, por perjudicarlos de tal manera. No tener visa americana es muy grave, delicado, da tranquilidad saber que estos hampones ya no la tienen. Los americanos pueden dormir hoy más tranquilos. Estos zurdos son tontos, tontos, retontos.
Mientras tanto, temblamos de miedo al enterarnos de que Petro ordenó, oigan bien, ordenó articular a los militares de Colombia con los de Venezuela en caso de que Maduro sea atacado en su propio territorio. Esto es de blooper, esto es increíble, ni el gran Benny Hill se hubiese atrevido a tanto. Petro cree, porque es ingenuo, es un cretino, que su invitación a viajar a Gaza para apoyar a Hamás va a generar rutas aéreas directas entre El Dorado y Gaza. Seguramente los gazatíes esperan a millones de latinoamericanos comunistas -muchos de ellos colombianos-, para que los ayuden. Más bien preocupémonos por los delincuentes que llenaron de grafitis varios edificios en la localidad de Chapinero, en Bogotá. Esta situación se está saliendo de control, afectaron fachadas y vandalizaron el norte. Ojo con eso, muy preocupante. ¡Necesitamos a la fuerza pública poniendo orden en las calles de Colombia!
Por: Jorge Eduardo Ávila.
