Tomasita Quiala (1961-2025), invidente, poeta, narradora y decimista cubana; una de las más importantes figuras del repentismo en Cuba y ‘Embajadora de la décima’. Por su peculiar estilo de interpretar las tonadas, su donaire popular y su talento para la improvisación de décimas y sonetos fue considerada una abanderada de la presencia femenina en el género y un ejemplo de voluntad y consagración al arte, que supo sobreponerse a su condición de invidente para conquistar el respeto de sus colegas y el cariño y la admiración de su pueblo.
Tomasita Quiala brilló en el escenario del repentismo nacional hasta erigirse como un indiscutible símbolo de talento y autenticidad. Este jueves (12 de junio), con la asonancia de las rimas y de las metáforas, elevó sus alas a la eternidad de la memoria de Cuba y de todos los que la escuchamos cantar.
Tuve el honor de conocerla y escucharla en el XVII Coloquio Iberoamericano de la Décima y el Verso Improvisado “La huella ibérica en las culturas tradicionales latinoamericanas”, realizado en Las Tunas, Cuba (junio 29 a julio 5, de 2009). En ese evento participé con la ponencia “La décima en la región vallenata”. Gracias a las gestiones de la Fundación Reyes y Juglares Vallenatos que dirigía la periodista Lolita Acosta, quien presentó en Cuba mi libro ‘Décimas Vallenatas’ y mi cd ‘Decimas al decimero’, que canta Joaquín Pertuz.
Tomasita me cantó estas décimas:
I
Llévale a Valledupar
el saludo de una ciega,
a quien Dios hizo estratega
con el don de improvisar;
dile que en este lugar
yo soy cabeza y no cola,
que cuando me quede sola
revisando mis latidos,
me da gusto haber tenido
al poeta de Mariangola.
IILlévame a Valledupar,
invítame José Atuesta
para que pongas de fiesta
las palomas a volar;
cuando me quieras llevar
no me mandes vino de uva,
deja que la caña suba,
que el aguardiente sea un arte,
que yo voy a cualquier parte
a representar a Cuba.
IIITambién le canto a la esposa
de nuestro hermano José,
le mando un ron, un café,
un tabaco y una rosa,
una tierna mariposa
que empieza a batir sus alas,
los jazmines y picualas
que crecen junto del río;
con todo eso tan mío
te saludo Belky Salas.
Por José Atuesta Mindiola
