Con mucha alegría y satisfacción leí en mi periódico EL PILÓN sobre la decisión del Juzgado Noveno Administrativo de esta ciudad de ordenar el retiro de las señales de tránsito, bautizadas por mí como las “ruinosas”, por considerar que perjudicaban a la comunidad de la carrera 11 o avenida Enrique Pupo, entre calles 12 y 20B. Además, abre alternativas de parqueo con costos medidos por modernas máquinas. ¡Ojalá no insistan con esos feos, inútiles e incómodos cachos plásticos ni con los policías acostados que solo estorban! También, ojalá el señor alcalde continúe con el bulevar de la 11 hasta la avenida Salguero, sin olvidar la arborización, que a mi juicio debe ser con mangos grandes y no plantas pequeñas que se secan por falta de riego.
Oficiosamente, sin recurrir a abogados ni a fallos judiciales, la Oficina de Tránsito debería actuar igual en la carrera 12 o avenida Pastrana, entre calles 12 y 20B, para brindar el mismo alivio. Así, podría volver a visitar a Gladys y a la Negra, y disfrutar un tinto caliente sin caer en manos de la tenebrosa “Fantasma”. También urge atender la calle 18, o del Colchón, que en Galerías clama por atención.
Insisto, hasta el cansancio, en abrir la calle 15 con carrera 12 para acceder a la Gobernación. No conozco razones válidas para seguir ignorando esta solicitud.
En tiempos del siempre recordado Luquita Gnecco, logré que se pavimentara parcialmente la carrera 12A o “calle del Cartucho”, llamada así por lo peligrosa que era. Pero quedó inconclusa y ahora es un nauseabundo basurero. ¿No será posible, señor alcalde, terminar su pavimentación y eliminar la podredumbre y malos olores que afectan las ventas cercanas de pescado y comida criolla? Sería bueno que los secretarios de Obras y Salud visitaran el lugar.
Una vainita sencilla y sin solución: en la carrera 10 con calle 12 falta una señal que impida la entrada de vehículos en contravía, o al menos una flecha en el piso. Esta es una sola vía y constantemente se forman trancones y discusiones. Dese su pasadita, doctora directora de Tránsito, y tómese un tinto caliente, una arepa de huevo o una empanada con jugo de zanahoria o corozo —tamaquita, como dicen en Villanueva— donde Giovanny, en el parque El Viajero. Verá que no exagero.
Sé que puedo volverme aburridor y me arriesgo a que no me lean, el peor castigo para quien escribe, pero seguiré insistiendo hasta que mis planteamientos sean escuchados o refutados con argumentos válidos.
Alcalde, no olvide a los desplazados del Idema. Son más de 100 que quedaron sin trabajo, viendo un chispero, y esperan un acuerdo con usted para seguir secando café, cacao y fríjoles, ganarse unos pesos y sostener con dignidad a sus familias.
¡Cómo nos duele el deceso de la distinguida matrona vallenata María Clara Castro de Quintero, y qué falta le va a hacer a esta ciudad su presencia en todas partes, por su dinamismo, intenso trabajo y su constante preocupación por los problemas que nos aquejan, buscando siempre soluciones! Para sus hijos, su hermana Elisa, nietos, tataranietos, sobrinos y familiares, mis más sentidas notas de condolencias, especialmente a su hijo, mi jefe, amigo y colega Juan Carlos Quintero Castro, a quien no pude ver en el velorio —al igual que a Nando— para tener la satisfacción de darles un fuerte abrazo.
Por: José Manuel Aponte Martínez.
