El significado etimológico de la palabra parranda según el diccionario de la real academia es “una cuadrilla de músicos o aficionados que salen de noche, tocando instrumentos o cantando para divertirse” o también “una juerga bulliciosa, especialmente la que se hace yendo de un sitio a otro”.
Según el investigador y escritor Daniel Samper Pizano en España hay guateques (que son muy parecidos a nuestras parrandas), pero también se habla de irse de parranda y parrandear, sobre todo en los últimos tiempos, por influencia de la inmigración latinoamericana. Si bien es cierto que en sus orígenes ibéricos, varios siglos atrás, por allá en la región de Murcia hasta la sierra de Segura en la provincia de Albacete, la parranda surgió como una danza típica de esta región, es claro su vínculo con la seguidilla, pues al estructurarse musicalmente quedó compuesta por tres copias que se complementan con tres estribillos.
Merece capítulo aparte una segunda acepción de la palabra parranda, al referirse no al evento festivo sino a un aire musical que sin tener un ritmo especifico determinado, está presente en casi todos los géneros musicales del mundo latino. Algunos temas conocidos de sabor provinciano nos ilustran al respecto: La marimba está en la calle, del folclor atanquero, la parranda jarabera del chivolero Domingo Jaraba , el amor amor, que llegó con los españoles en la guerra de la reconquista, 1815 y que más adelante ya con la complicidad de un acordeón se tomó como el himno parrandero del país Vallenato, además está presente en la música folclórica de los países circundantes del gran Caribe, principalmente en la isla de Cuba, donde en la provincia de Trinidad y Santiespiritu se festeja la parranda espirituana, en cuya expresión se utiliza el formato del punto cubano con décimas sueltas y un estribillo constante, que ha tenido en los últimos años a la cantante Albita Rodríguez como su más fiel pregonera.
En todo el continente fue resonante el éxito del tema ‘Parranda laúd y son’, impuesto por la cubana Albita, que en su constante estribillo nos recalcaba: La parranda se canta, se canta, se canta, y se vuelve a cantar, sin hacer en momento alguno alusión al baile o a la danza.
Esta legislación parrandera se mantuvo siempre en el país vallenato y con nostalgia recordamos aquellas parrandas de antaño donde en un grupo no muy numeroso se exaltaba la amistad, florecía el compadrazgo, se cantaban y se contaban historias, se relataban sentimientos, se escuchaba alguna poesía, mientras era la figura central el acordeonero, quien podía calentar o enfriar la parranda de acuerdo con la atención que los parranderos le prestaran a los dedos del músico y a los botones del acordeón, durante la ejecución notable del canto de un buen compositor. Jamás se bailó en algunas de estas parrandas y no existía ningún tipo de discriminación hacia la mujer, pero su escenario era otro, la cocina y la olla del sancocho.
La parranda tradicional vallenata, se mantuvo hasta un par de décadas atrás y fueron famosas la de la Barra Shangai, la de ‘Poncho’ Zuleta, los hermanos Pavajeau, la de ‘Tina’ Cabás y la de José Calixto Quintero, entre otros. Pero en la medida que el Festival Vallenato fue creciendo hasta convertirse en una gran tribuna publicitaria, no solo de nuestro folclor sino de los muchos patrocinadores y anunciantes, comenzaron estos a organizar cierto tipo de conciertos musicales con los artistas de moda, que con un gran andamiaje de luces y sonido incitadores del baile, termina aquello en una caseta, donde los acordeoneros que luchan en pos de un galardón allá en el parque son completamente ignorados, en estas fiestas que con el mayor desparpajo y ligereza se han venido presentando como parrandas; en las cuales cualquier pajarraco no es que se atreve, sino que se siente con derecho por ser de los patrocinadores y saca a bailar a una de las modelos que promueven la marca anfitriona y el brincoleo y el amacicé se apoderan de aquello.
Lo preocupante es que después del raspacanilla es frecuente escuchar viejos parranderos y bebedores de talla que al referirse al mencionado jolgorio comentan: No joñe, compadre, tronco de parranda la que hizo anoche la empresa tal, y póngase pilas que esta noche es la parranda de los del whiskies tal con cipote promoción: beba y baile todo lo que pueda.
Este cuento ha hecho carrera y por lo menos una docena de estas falsas parrandas promovidas por conocidas marcas comerciales y hasta cadenas de radio y televisión se han convertido en un espacio importante dentro del festival, contribuyendo entonces a la confusión y falsificación de la auténtica parranda Vallenata.
En un buen cabezazo este año los organizadores del festival planean verdaderas parrandas tradicionales en algunos patios y kioscos, no solo aquí en Valledupar sino en Manaure, La Paz y San Diego, con presencia de músicos de prestigio y reconocidos parranderos en pos del rescate de este desdibujado y casi extinguido ritual del folclor y la amistad.
Parodiando la obra ‘El Parquecito’ o ‘Las parrandas se acabaron’, del ‘Rey Sin Corona’ Lisandro Meza queda en alto relieve un SOS por aquellas parrandas de antes que se cantaban, jamás se bailaban.
Ando tomando solo no tengo quien me acompañe
Tristemente los tiempos han cambiado
Unos se fueron, reemplazo, ya no tienen
Y las parrandas bonitas se acabaron.












