COLUMNISTA

La formulita

Durante años ha existido cercanía familiar entre los Castro y los Turbay; mi padre, Pepe Castro, tuvo el honor de bautizar a Carolina Hoyos Turbay, hija de Diana, cimentando desde allí lazos de amistad.

La formulita

La formulita

canal de WhatsApp

Durante años ha existido cercanía familiar entre los Castro y los Turbay; mi padre, Pepe Castro, tuvo el honor de bautizar a Carolina Hoyos Turbay, hija de Diana, cimentando desde allí lazos de amistad. Por eso no era sorpresa que Miguel Uribe Turbay, en Valledupar, pasara por casa de mis padres en visita obligada, muchas veces acompañado de su tío Julio César Turbay Quintero, llevando recuerdos de su abuelo, el expresidente Turbay.

Conocí sus ideas progresistas en una conversación amena en la calle del Cesar, cuando era candidato al Senado. La amistad se entrelazó más; como senador y precandidato presidencial del Centro Democrático, visitaba con frecuencia la ciudad de los Santos Reyes.

En la época de su abuelo también había oposición y detractores, con debates fuertes. Miguel hizo oposición a un gobierno descarrilado y, por defender la patria con sus ideales y firmes posturas frente al sistema anárquico actual, terminó arrinconado y llevado al “paredón de fusilamiento”.

El año pasado, para mi cumpleaños, tuve el honor de recibir en mi casa al joven candidato presidencial. Conversamos de todo en una tarde espléndida que se extendió hasta la noche y cerró con una invitación al Molino, al altar de la Virgen del Rosario, por nuestro amigo “El Mono” Cruz Zabaleta.

A Miguel le gustaba que le contara anécdotas de mi padre, Pepe Castro, gobernador del Cesar cuando su abuelo presidía la República. Es natural que quien gobierna, así lo haga bien, tenga oposición; paradójicamente, la de mi padre venía de su misma línea conceptual. Con los de otra línea nunca tuvo barreras; al contrario, muchos conservadores se identificaban como “Godos Pepistas”.

El día de la visita, Miguel reía a carcajadas con las historias de cuando su abuelo gobernó. Los contrarios de mi padre —Carlos Arturo Marulanda, Jesús Namen, Alfonso Araujo, José Antonio Murgas, Milciades Cantillo y Adalberto Ovalle— pidieron audiencia al presidente Turbay Ayala para solicitar su destitución. Los argumentos eran vagos, pues el gobernador hacía las cosas bien.

Como humanos no somos perfectos; el único vicio de mi padre eran las mujeres, la misma debilidad del presidente. Incapaces de cuestionar su gestión, los opositores, según Murgas, alegaron que el gobernador daba mal ejemplo porque en cada rincón del Cesar tenía una amante.

Ante esa intervención, Turbay ordenó llamar con urgencia al gobernador. Mientras conectaban la llamada, los opositores se hacían señas, sonreían y frotaban las manos, creyendo lograda la destitución. Pero al responder, el presidente saludó con afecto: “Compadre Pepe, aquí tengo líderes liberales que me han hablado muy bien de usted. Me dicen que tiene mujeres en todos los rincones del departamento; ¿cómo hace para tener tantas? No olvide enviarme con ellos la formulita”.

Por: Pedro Norberto Castro Araújo.

El Cuento de Pedro

TE PUEDE INTERESAR