Por: José Gregorio Guerrero Ramírez.
Para: la abuela más hermosa y prohibida del mundo.
De: La Patokito
Si Dios me hablara al oído, y con su dulce voz me preguntara ¿Cómo quieres la mujer de tu vida? Y yo le contestara ¿para que? Entonces él sonriendo me dijera: para hacerla a tu medida y a tu gusto. Yo le pidiera mínimo una semana para tallarla en mi imaginación.
Lo primero que le pediría una semana después y sin temor a equivocarme, es que quiera de corazón a mis dos retoños, que son mi vida entera; que antes de amarme, se ame ella misma; que sea de mi tierra, no porque sean las mejores, sino porque son las que más me gustan (y aquí en confianza, si lo son); que tenga los mismos gustos que yo. Que sus costumbres compaginen con las mías; que disfrute una buena arepa de queso, un queque, una chiricana, y una noche estrellada sentada en la puerta de la calle viendo pasar los transeúntes y comentando sobre la brisa fría de la noche; o disfrutando el olor a tierra mojada, que a mi juicio es el mejor de los perfumes.
Le pediría que trajera incorporada preocupaciones, para junto con las mías compartirlas y así hacerla una sola. Que llore cuando la embargue la tristeza, pero también que sus lágrimas sean sensibles a las alegrías. Que me contemple de noche al verme dormir y trate de meterse en mis sueños, y a brazo partido se gane el protagonismo de ellos, que yo haría lo mismo sin lugar a dudas. Que descifre la musicalidad de mi corazón por sus latidos y sin que yo me de cuenta sepa mis alegrías y mis tristezas no manifiestas. Que me diga te amo tanto con las labios como con el corazón. Que con solo mirarme logre ponerme la piel de gallina y que su indiferencia sea para mí la peor de las enfermedades. Que al entregarme a ella biológicamente hablando, no logre luchar por los centímetros que me hacen hombre, sino por todo mi cuerpo entero. Que cuando yo esté preocupado me regale una sonrisa y me diga: tranquilo arriba hay un Dios que te ama. Que se vista para mí con la misma vehemencia con que se desnuda. Que me robe un beso y al probar mi lengua sepa que acabo de comerme una manzana verde, un jugo de corozo o un buen café caliente.
Quiero para mí, un ser capacitado para perdonar, que con solo mirar mis ojos me diga lo que con sus labios no puede. Entonces la tomaría por las manos y la abrazaría de espalda a mi, para que su espalda sienta mi corazón, esa seria la única forma de darle la espalda. Que cuando no quiera verle la cara al mundo, nos embelesamos viéndonoslas mutuamente. Que cada orgasmo que sienta sea una lluvia de ensueño capaz de rosear con esa brizna de ganas el desierto del olvido. Que cuando me den los dolores renales me diga cositas al oído, que en definitiva ese sea mi mejor analgésico; que me entienda cuando ni yo lo hago. Que sea capaz de regalarme una muñeca de carne y hueso igual a ella que también me diga te amo de la cual yo sea su héroe favorito. Que logre descifrar el idioma de mi respiración, que su sombra sea la mía; que al dormir los sueños sean los mismos y no exista la necesidad de comentarlos porque ya de antemano los sabemos.
Que al bañarse lo haga con el mayor cuidado, para que no borre mis huellas de su piel; que sepa decir las tres palabras mágicas que dominan al mundo: te amo, gracias y lo siento. Yo a cambio daría lo mismo y estaría dispuesto a entregar lo que nunca antes había entregado. Que no se guiar por mis viejos actos, que los muchos errores que cometí los tire al fondo del mar atados a un millón de anclas; que no me crea impertérrito, mucho menos débil.
Esa es la mujer que quiero para mi; eso le pediría. Ah se me olvidaba lo principal, que sea sincera con Dios, conmigo y con el mundo ¿Dios es mucho pedir?.
Goyoguerrero100@hotmail.com











