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Tres autores reclaman ‘La víspera de Año Nuevo’

Tres autores, en diferentes épocas, con los mismos argumentos: Mendoza, Ayala y Pumarejo.

Tobías Enrique Pumarejo, uno de los tres juglares que reclamaron la autoría del merengue ‘La víspera de Año Nuevo’, versión que habría surgido tras un episodio ocurrido a finales de 1945.

Tobías Enrique Pumarejo, uno de los tres juglares que reclamaron la autoría del merengue ‘La víspera de Año Nuevo’, versión que habría surgido tras un episodio ocurrido a finales de 1945.

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El investigador Tomás Darío Gutiérrez Hinojosa nos dice en su ‘Cultura vallenata’ que Octavio Mendoza (el negro ‘Mendo’) junto a Tobías Enrique Pumarejo y Eusebio Ayala reclaman, con los mismos argumentos, la autoría del famoso merengue ‘La víspera de Año Nuevo’, y que cada uno de ellos, con idéntica melodía, tiene una letra particular con aquel nombre famoso.

Mendoza y Ayala surgieron ambos en la segunda generación de acordeoneros, la comprendida entre 1890 y 1920. Fue tan fecunda su creatividad merenguera que ambos reclamaron siempre el honroso y espontáneo título de “rey del merengue”. Esta rivalidad fue testimoniada en famosas piquerías que sostuvieron en El Paso y Valencia de Jesús, sus respectivos patios, las cuales fueron siempre versificadas en ritmo de merengue. Al analizar equilibradamente esta confusa situación, y considerando que Tobías Pumarejo era menor que los dos juglares, es lógico pensar que la melodía de la famosa víspera fue tocada por los primeros en épocas anteriores a la creación musical de don Tobías.
Los antecedentes de la composición de Octavio Mendoza hemos podido conocerlos a través de su sobrino Náfer Durán Díaz, hermano del ‘Negro’ Alejo, en una entrevista lograda en 1990. Estos son los pormenores:

“Desde que yo tuve luz de conocimiento ya mi tío Octavio tocaba ‘La víspera de Año Nuevo’. Él era trabajador de la hacienda Leandro, propiedad de los Pumarejo de Barranquilla, que colindaba con Las Cabezas, de los Tres Palacio y Gutiérrez de Piñeres de Mompox, ambas ubicadas en las sabanas ganaderas de la población de El Paso (hoy Cesar). Para una fiesta de Año Nuevo, de un año que no alcanzo a precisar, mi tío y su joven mujer, Rita Morelos, fueron encargados de cuidar la casona de los patrones en la hacienda. Allá en El Paso, su madre, Basilia Durán, añoraba al hijo ausente para el tradicional festejo familiar, en tanto que Octavio, “dueño de la mansión”, esa noche gozaba de lo lindo con la Morelos. La melodía es la misma que escuchamos actualmente, y estos son los versos que recuerdo desde niño:

Como dice el negro Mendo,
Estando la noche serena,
Mi familia quedó de duelo
Y yo gozando a mi morena.
Alegre que toca Mendo
Cuando quiere y tiene ganas,
Yo quisiera pasar el Año Nuevo
Contigo allá en la sabana.
Como dice el negro Mendo,
Cuando toca el acordeón,
Mi familia quedó de duelo
Y sufriendo del corazón”

La versión de Eusebio Ayala, nacida en Valencia de Jesús, recogida por el historiador vallenato “Pepe” Castro en su obra ‘Crónicas de la Plaza Mayor’, se origina en el siguiente episodio: las últimas horas de 1930 fueron de tribulación y pena en el hogar de Manuelito Díaz y Teotiste Romero, oriundos de Camperucho, un retiro de Valledupar, al enterarse de que Teotiste Almenares, la nieta consentida había sido raptada por Eduardo Arias, peligroso gavilán del entorno, que ya había raponeado varias inocentes palomas en las sabanas de por allí. La alarmante noticia giró en el caserío como un agitado remolino, que unos criticaban y otros festejaban, lo cual llegó a oídos de Eusebio Ayala, joven acordeonero que en el lugar alegraba el tradicional festejo de “un año que viene y otro que se va”. Antes del amanecer del primer día de 1931, Ayala comenzó a tararear unos versos donde personificaba al arbitrario galán, para darle forma a su merengue ‘La víspera de Año Nuevo’. Esta es la letra:

“En vísperas de Año Nuevo
Siendo la noche serena
Las familias quedaron de duelo
Y yo gozando a mi morena.
Yo te quiero complacer
Con el cuerpo y con el alma,
Año Nuevo lo quiero pasar
Yo contigo en la sabana”.

Lo relatado por “Pepe” Castro es apoyado, según él lo afirma, por varios contemporáneos suyos y compañeros de estudios, entre los cuales menciona a Rafael Escalona, Alfredo Araújo Noguera, Luis Eduardo Montero Castro, Luis Camilo Maestre y Víctor Hinojosa, entre otros, dignos todos ellos de la más absoluta credibilidad.

El episodio protagonizado por Pumarejo tuvo ocurrencia el 22 de diciembre de 1945, según crónica publicada por su yerno Ricardo López Solano en el periódico El Heraldo, de Barranquilla, el 31 de diciembre de 1994. Eran los años en que “don Toba”, otro gavilán, más peligroso que el anterior, tenía su guarida en la hacienda El Otoño, cercana al municipio de El Copey (hoy Cesar). Vecina de allí, en la finca El Tolima, Doris del Castillo Altamar, graciosa morena de estirpe campesina, se les escapó a sus celosos hermanos en la noche del día anotado, para vivir una soñada aventura amorosa con el rico y aristocrático hacendado, quien ya con ella en su poder se fue a las carreras a Caracolí, pueblo intermedio en el trayecto Valledupar-Bosconia. La llegada del nuevo año de 1946 sorprendió a Pumarejo parrandeando en la aldea de Los Venados, pero regresó al lado de la impaciente y temerosa joven el día dos de enero. Tan pronto llegó, para aliviar la soledad de ella, le cantó los versos de su nueva canción, inspirada en su intrépida fuga. Esta es la letra que siempre cantó “don Toba” en las parrandas:

La víspera de Año Nuevo
Estando la noche serena,
La familia quedó con duelo
Y yo gozando a mi morena.
Primera noche de enero
Yo me felicité bien,
Ella dijo vámonos ligero
Yo te quiero complacer.
Te quiero felicitar
Con el cuerpo y con el alma,
Año Nuevo lo quiero pasar
Junto contigo en la sabana.

Coro
Yo quiero gozarte y que tú me goces,
Feliz Año Nuevo pa’ los dos.
Yo quiero gozarte y que tú me goces,
Feliz Año Nuevo y viva Dios.

Respecto de la primera versión grabada de La víspera de Año Nuevo, realizada por Guillermo Buitrago, el jilguero de la Sierra Nevada, con los trovadores de Barú, existen algunas diferencias con el texto anterior, pero hay pruebas de que la pieza fue entregada al cienaguero por Tobías Enrique a mediados de 1948 en Valledupar.

Sin poder precisar hasta hoy quién fue el original creador de esta melodía, podemos concluir entonces que puede tratarse de una de tantas tonadas anónimas, nacida a comienzos del siglo anterior, que convierte a los tres autores referenciados en compositores de ella, con idénticos méritos para reclamar su paternidad.

En toda Colombia, cada año, al llegar la temporada decembrina, se oye esta pegajosa y alegre página musical que despide al año que se va y recibe al que llega, siempre cargado de ilusiones y las más cálidas esperanzas.

Temas tratados
  • cultura vallenata
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  • historia del vallenato
  • La víspera de Año Nuevo
  • merengue vallenato
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