Llega diciembre y, con él, los balances: el mapeo antológico y cronológico de lo que pasó y lo que no; para el caso específico de la música: lo que pegó y lo que no satisfizo las expectativas, los que se destacaron y los que decepcionaron en sus apuestas discográficas. En lo que respecta a las producciones vallenatas que tuvimos como oferta musical este año, nos basta con pocos dedos para contar los éxitos que se destacaron a nivel nacional, incluso en el ámbito del nicho regional. Es necesario anotar que, por costumbre, en la escena vallenata se incluyen en el balance discográfico de una anualidad las producciones que, desde fin de año anterior, se lanzaron al mercado.
Los melómanos del vallenato, generalmente, cuando hacemos el ejercicio de recordar viejas calendas, las asociamos con los álbumes y éxitos que nos alegraron entonces y se quedaron anclados en nuestra piel y en nuestra memoria. Para dar un ejemplo, para mí el año 1980 representa un diciembre con la reñida competencia de “Mensaje de Navidad” de Diomedes y “Colacho” con su álbum “Para mi fanaticada” y el Binomio de Oro con “Dime pajarito” del disco “Clase aparte”. Ese mismo año, meses antes, Diomedes había pegado “Fantasía” y “Serenata”, mientras el Binomio grababa uno de los álbumes más vendidos en la historia del vallenato: “De caché”. Fue el mismo año en que los Zuleta grabaron “Volumen 13” con casi media docena de canciones que se graduaron de clásicos; Beto Zabaleta con Beto Villa con “Orgullo guajiro” hacía lo propio; Silvio Brito y Pangue Maestre nos ofrecían “Esto se respeta” y para entonces, Tobby Murgas y Ender Alvarado nos sorprendían con un álbum que se pegó todito. Agrego al Doble Poder con “Volvimos” y Armando Moscote y Rafael Sala con “El sentido de mi vida”
Algo similar pasa con 1982, cuando Diomedes se trepó a la cima de la que no lo bajaría ni la parca con “Todo es para ti” del que quizás unas dos canciones no pegaron, el Binomio con dos producciones “Festival vallenato” y en especial “Fuera de serie”; Beto Zabaleta con “Hasta aquí llegamos” y “Déjenme quererla”, los Zuleta con “Por ella”; Oñate y Juancho Rois con “Paisaje de sol”; Miguel Herrera y Chiche Martínez con “Mil canciones”, el Doble Poder de Daniel Celedón e Ismael Rudas con “Tesoro musical”.
Silvestre Dangond, el artista de mayor convocatoria del vallenato, solo logró posicionar una canción de su álbum El último baile.
Buscando a los “mejores”
Si un melómano pretende recordar qué álbumes vallenatos de este año se quedaron en su memoria, será una tarea difícil. Como la que tienen los programadores de radio, uno de los cuales me confesaba en estos días lo difícil que le ha sido a su gremio escoger la canción, el álbum y el artista vallenato del año, no precisamente por lo reñido de la competencia, sino por la escasez de oferta. Al parecer, para sortear el asunto, van a acudir a un álbum salido al mercado en septiembre del año pasado: “El fuete” de Churo Díaz, que ganaría en las tres modalidades.
Que hoy no se tenga en la baraja ni un solo álbum vallenato que merezca el lauro como “mejor del año” es un escenario inédito y preocupante para el género y nos lleva a hacernos la pregunta de si, al menos en el tema de grabaciones, el 2025 ha sido el peor año para esta música. Que Silvestre Dangond, el fenómeno actual de esta música, el que se da el lujo de “fuletear” por dos días el Parque de la leyenda en Valledupar, meter más de 46 mil personas al estadio Metropolitano de Barranquilla y unas 80 mil en dos días en el estadio El Campin de Bogotá, haya solo logrado pegar una sola canción (“Volvamos a ser novios”) de su más reciente álbum “El último baile”, es un claro indicador de lo que está pasando últimamente con las grabaciones en la escena vallenata.
Los “quemados” del año
Hagamos el repaso. Elder Dayán Díaz venía de un álbum exitoso con al menos cinco canciones que se pegaron, entre ellas “Reina guajira”, la canción del año 2024. Con su producción “El cantor” de este año, a duras penas se escuchó “El picantico” y solo en el mercado regional. Ana del Castillo venía de posicionar varias canciones que lograron que al fin tuviera un repertorio propio; su apuesta a finales del 2024, “Con fuerza”, no precisamente tuvo esa condición y no logró posicionar ni una sola de las 13 canciones en el mercado.
Igual pasó con la, hasta entonces, promisoria agrupación juvenil de La Banda del 5, la misma que reclutó al público huérfano del grupo Kvras. Su más reciente álbum, “Bandanato es lo que hay”, no fue de buena acogida del público y ninguna de sus canciones puede darse el lujo de catalogarse como éxito. El muy solicitado en conciertos y revelación del canto, Óscar Gamarra, sigue muy “Calladito”, como se titula la única canción que suena a medias en algunas pocas ciudades del Caribe colombiano, porque en el mercado nacional aún es un artista desconocido.
Más preocupante lo que pasa con Peter Manjarrés: cada vez más desconectado del público, hasta el punto de que, de su nueva producción, “La jerarquía”, no ha despegado ni una sola canción. Por su parte, “Mono” Zabaleta venía de su mejor producción y, si bien es cierto que despuntó con la única canción que fue viral este año, “El secuestro” (45 millones de streams), esta no tuvo el impulso necesario para que otras canciones del álbum “Mono” salvaran el año.
Y no solo pasa con nuevos artistas, porque Iván Villazón nos dejó en 2025 uno de los álbumes que sus fanáticos menos recordarán. Se salva y, sin el privilegio de un futuro como clásicos, “Un mundo real”, canción que titula su discreta producción. Si a esto se suma que, consagrados como Poncho Zuleta, Beto Zabaleta, Jean Carlos Centeno y Silvio Brito, ya no les interesa grabar, pues la oferta se vuelve más precaria y menos atractiva.
Lo salvable
El año se salva con lo que Churo Díaz nos deja como ganancia desde el año pasado y con la nueva oferta de Diego Daza y Rolando Ochoa, “La avalancha”. Esta última pareja, en este momento, tiene unas cinco canciones con alta demanda y consumo, lo que puede ser la tabla de salvación de un año precario en éxitos o, bien, un saldo que se guarde para que el 2026 sea más competitivo. Hoy tenemos intérpretes exitosos, muy solicitados, aclamados en los conciertos, que siguen activos, grabando, pero sin éxitos actuales, y un repertorio que se añeja porque el nuevo no interpela al público. Todo esto nos lleva de nuevo a la pregunta: ¿más que una afirmación, fue este el peor año del vallenato?
Por: Abel Antonio Medina Sierra.











