En Valledupar, más de la mitad de los ciudadanos se moviliza en motocicleta para ir a su trabajo. La cifra no es anecdótica: el 50,5 % de los desplazamientos habituales se hacen en moto particular.
En contraste, solo el 7,7 % de los vallenatos utiliza el sistema formal de transporte público para sus desplazamientos habituales. Hace apenas 15 años (con controles a la informalidad), los buses movilizaban cerca de 60.000 pasajeros diarios; hoy, apenas 8.000.
El panorama financiero es igual de alarmante: el SIVA necesita recaudar $300 millones semanales para sostener su operación, pero apenas recauda $90 millones. Mientras tanto, en Santa Marta (una ciudad con un número similar de habitantes) se movilizan diariamente 80.000 pasajeros en transporte público.
Esta realidad no solo muestra cómo los vallenatos se mueven, sino cómo la ciudad avanza con un sistema de movilidad desequilibrado, atrapado entre lo informal y lo institucional. Y no hablamos de un asunto técnico: el transporte público es un tema de ciudad, de largo plazo, que concierne a todos (autoridades, empleadores, estudiantes y ciudadanía en general).
Desde Valledupar Cómo Vamos abordamos esta crisis de manera proactiva, con datos, propuestas y voluntad de articular soluciones. Esta semana nos sentamos con el equipo del SIVA. La conversación dejó claro que, más allá de la infraestructura, los retos del sistema son de confianza, pedagogía, claridad institucional y compromiso ciudadano.
El transporte informal representa el 9,5 % de los desplazamientos y constituye una amenaza estructural al sistema oficial. A ello se suma que un poco más de la mitad de los ciudadanos tiene una imagen positiva del SIVA (50,8 %). No se trata entonces de falta de buses (que los hay, modernos, con aire acondicionado y a gas natural), sino de un sistema que aún no ha logrado capturar la confianza y la voluntad ciudadana, ni garantizar cobertura, frecuencia y facilidad de uso.
La seguridad vial también exige atención urgente. En 2024, las muertes por accidentes de tránsito crecieron un 11 %, y en 2 de cada 3 casos fatales la víctima iba en motocicleta. Esta realidad refleja una mezcla de cultura ciudadana frágil, ausencia de regulación efectiva y falta de una política de movilidad verdaderamente integral.
Desde Valledupar Cómo Vamos hemos planteado seis acciones clave, producto del diálogo con SIVA y otros actores, aunque su formulación y responsabilidad son completamente nuestras:
1. Articular con las autoridades acciones para combatir la informalidad. Es crucial definir áreas de operación para el mototaxismo. Ser permisivos prolonga la crisis. Sabemos que este punto implica costos políticos, pero sin él, es inviable la sostenibilidad del sistema.
2. Ofrecer alternativas laborales dignas a los mototaxistas. No basta con restringir: hay que construir oportunidades. Su reconversión laboral exige recursos, voluntad y creatividad institucional.
3. Mejorar la comunicación. El sistema necesita campañas claras sobre cómo funciona, qué rutas tiene, y qué beneficios ofrece. Apostar por la radio y medios comunitarios sería una estrategia efectiva para llegar a nuevos usuarios.
4. Optimizar el sistema de pago electrónico. Este debe ser sencillo, confiable y útil. Incluso proponemos que, en alianza con la Alcaldía y empresas locales, se implemente el subsidio de transporte a través de tarjetas electrónicas de ser posible.
5. Revisar y reorganizar rutas. Es necesario un estudio serio de cobertura y rentabilidad. Además, hay que divulgar con efectividad las rutas activas con campañas constantes.
6. Escuchar al usuario. Proponemos realizar encuestas (en alianza con universidades locales) para entender mejor al ciudadano: sus necesidades, expectativas y barreras de uso del sistema.
No se trata de descubrir América. Se trata de tener voluntad política, reconocer que la movilidad no es solo un tema técnico, sino también económico, social y profundamente humano.
Una ciudad donde movilizarse es un privilegio o un riesgo no puede llamarse justa. Un sistema de transporte digno hace más que mover gente: hace posible una ciudad competitiva, conectada y con futuro. Valledupar merece que el transporte público deje de ser el último recurso y se convierta en la primera opción.
Y para eso, necesitamos que todos (Estado, operadores, empleadores, ciudadanía) nos movamos en la misma dirección.
Por Valledupar cómo vamos











