Lo que tenemos es “un invierno de ideas y un verano de proyectos”. Una frase que se ha popularizado en cierto tipo de reuniones. Se hace alusión allí a la necesidad de pasar de la carreta a la práctica, de las promesas a las realidades y eso necesariamente requiere un puente que es la capacidad de estructuración de proyectos.
Creatividad tenemos todos, pero capacidad de concretar pocos. Las ideas abundan, la capacidad para cristalizarlas es mucho menos común. Para que las ideas no se queden en el aire, es indispensable un proceso sólido de planificación y organización de proyectos. Sin esta estructuración, incluso las propuestas más prometedoras pueden quedar en el olvido o perder relevancia, corren el riesgo de quedarse solo en palabras.
Pero, por otra parte, hay dos grandes obstáculos para pasar ese puente. De una parte, la poca atención y valoración que se le da a procesos de estudios, viabilidad y estructuración de proyectos. Bajo el criterio que “todo está sobrediagnosticado” no se invierte en procesar información y generar opciones reales y actualizadas de inversión.
Los gobiernos, especialmente municipios diferentes a las grandes capitales, son muy poco dados a invertir en estudios y prefactibilidades, y la sociedad es realmente muy dura juzgando y ve dichos trabajos como una mala inversión de recursos. En consecuencia, muchos municipios carecen de proyectos viables, lo que impide aprovechar programas como Obras por Impuestos, debido a la falta de recursos o voluntad para invertir en estudios preliminares.
Adicionalmente, aparece la tiranía de la “Proyectitis”. Los concursos y convocatorias para acceder a recursos vía presentación de proyectos siempre los ganan aquellos municipios con mayor capacidad institucional y no aquellos más necesitados de dichos recursos.
El otro impedimento es la tortura que son los formatos y condiciones que se requieren para hacer un proyecto “fase 3”. Los expertos en “MGA” que es la metodología del DNP para acceder a recursos, son escasos y viven lejos de los municipios periféricos. Además, la información solicitada suele estar pensada para centros urbanos con abundantes datos, lo que representa un reto adicional en territorios donde la información es limitada y las preguntas sobre obviedades son numerosas.
Para superar estos obstáculos, se propone la conformación de alianzas entre la cooperación internacional, la academia, el sector privado y los municipios con menor fortaleza institucional, bajo la coordinación de los departamentos o la nación. Una estrategia efectiva es la creación de bancos de proyectos, también conocidos como bancos de competitividad e innovación.
Estos bancos pueden formarse entre varios municipios con características afines y deben estar integrados por equipos interdisciplinarios, capacitados y estables, cuya permanencia no dependa de los cambios políticos locales. Además, estos equipos deben estar actualizados respecto a nuevas metodologías y tecnologías, e integrados a redes nacionales e internacionales de aliados y contactos. La cooperación internacional y la academia pueden traer metodologías y capacitación, adicionalmente la primera junto con el sector privado pueden coadyuvar a financiar el proceso de conformación de los bancos de innovación o de proyectos.
En síntesis, avanzar del “invierno de ideas” al “verano de proyectos” exige un compromiso con la acción y la estructuración rigurosa de iniciativas y un vehículo para lograr dicho fin son los bancos de proyectos con las características antes mencionadas: interdisciplinarios, dotados tecnológicamente, capacitados y con estabilidad laboral. Solo así será posible transformar las promesas en realidades y lograr un verdadero impacto en el desarrollo local y regional.
Por Fernando Herrera










