OPINIÓN

El legado de Omar Geles Suárez

Por motivo del primer aniversario de la desaparición del maestro Omar Geles Suárez, quien dejó un legado artístico en el folclor vallenato, es importante también hacer mención de que las personas, antes de ser profesionales en cualquier disciplina, arte u oficio, son seres humanos.

El legado de Omar Geles Suárez

El legado de Omar Geles Suárez

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Por motivo del primer aniversario de la desaparición del maestro Omar Geles Suárez, quien dejó un legado artístico en el folclor vallenato, es importante también hacer mención de que las personas, antes de ser profesionales en cualquier disciplina, arte u oficio, son seres humanos. Es decir, el concepto de persona desde el punto de vista jurídico y biológico es disímil, pero a la vez, se complementan. Lo biológico lleva implícito lo natural, y dentro de lo natural encontramos los marcadores genéticos, los cuales nos identifican como seres humanos.

El ser natural implica que todos los actos desplegados por el hombre son producto de la naturaleza, la cual incide ostensiblemente en su comportamiento. En razón a ello, se construyen normas axiológicas, sociales y jurídicas, las cuales permiten vivir en comunidad, en el entorno natural y ambiental.

Al hablar del maestro Omar Geles Suárez, hay que hacerlo bajo la perspectiva de lo humano, toda vez que sus canciones transmiten en su contenido todos los aspectos que estructuran o componen al ser humano. Es así como su canción, la cual le ha dado la vuelta al mundo, Los caminos de la vida, encierra todo ese proceso vital que todos los seres humanos debemos vivir. Es decir, hay momentos de alegría, de tristeza, de escasez, de abundancia… En fin, a todos nos cobijan las vicisitudes inherentes a ese proceso.    En ese orden de ideas, el maestro Omar Geles no fue la excepción, pero fue también un guerrero y un resiliente que se enfrentó a las adversidades que se generan y presentan al hombre.

Fueron pocas las oportunidades que tuve de entablar diálogo con él, y esas oportunidades se dieron debido a que su oficina quedaba ubicada en la carrera 12, en el barrio Obrero, cerca de la residencia de mi difunta madre. Él llegaba allí a la oficina de abogado, donde era atendido por el colega y amigo Jesús Santodomingo Ochoa, quien en una época fue asesor jurídico. En una de esas oportunidades —y es una anécdota de nunca olvidar—, cuando falleció Rafael Orozco, surgió en el suscrito la inspiración de hacerle unas estrofas al precitado cantante, estrofas constituidas por versos alusivos a él. Tuve la inquietud de mostrárselos a Omar, y cuando las leyó, me manifestó: “Estos versos dan para una canción”. Y en cuestión de un minuto, le colocó la melodía e interpretaba con fina voz cada una de las estrofas. Fue algo maratónico, y ello obedece a la gran capacidad que tenía para componer y hacer arreglos musicales. Omar Geles, como dijo un amigo compositor: “Era un genio musical”. Interpretaba el acordeón, componía canciones y a la vez las cantaba. A buena hora la Fundación del Festival Vallenato le rindió homenaje en el pasado festival, el cual es bien merecido. Así mismo, aprovecho para felicitar a los integrantes de la fundación por la organización de tan magno evento musical. Mi admiración y respeto para todos ellos.

El maestro Omar Geles Suárez, además de su legado artístico y su visión como empresario emprendedor, nos dejó como aprendizaje sus excelentes cualidades como ser humano. El amor que sentía y profesaba a su querida madre, doña Hilda Suárez, fue su musa de inspiración en muchas de sus canciones. Adicional a ello, nos dio como ejemplo que las madres merecen todo el cuidado y amor que un hijo debe otorgarles. Las madres son únicas e irremplazables. Son ellas las que durante nueve meses nos llevan en su vientre. Es algo naturalmente grandioso, toda vez que al producirse el nacimiento nos separan del cordón umbilical, pero de toda manera nuestro cuerpo sigue adherido a ellas. Nuestras madres son las que sienten ese amor que no es fácil describir; son ellas las que lo sienten en su propio ser.

El papa Francisco, en varias ocasiones, lo manifestó: “La madre siempre tiene un corazón abierto para todos sus hijos”, y “toda persona humana debe la vida a una madre”. Nuestro Señor Jesucristo dijo: “Quien no respeta a su madre, el ser más sagrado después de su Dios, es indigno del nombre de hijo. Escuchad lo que os digo: respetad a la mujer, pues ella es la madre del universo, y toda la verdad de la creación divina está en ella”.

El maestro Omar Geles siempre tuvo en cuenta el mensaje cristiano, y es algo que todos debemos transmitir a nuestros hijos, familiares y amigos. En efecto, el llamado o la recomendación para todos aquellos que tienen a su madre viva es que las disfruten, que les den cariño, amor y, sobre todo, que les den todas las atenciones que merecen. Que el Día de la Madre sea todos los días y meses del año, porque, como dice el refrán popular: “Madre solo hay una”.

Se afirma que las canciones del maestro Omar Geles tienen un mensaje humanístico y se adecuan al género lírico. Todas ellas reflejan una situación inherente a las personas y sus sentimientos. Es así como, en Los caminos de la vida, encontramos flores, pero también espinas. En ese recorrido se siente el amor a siete mares, aunque tarde la conocí, y sentí complacencia. Al igual, toca alejarse porque la falla fue tuya, y creí que el mundo era blanco y negro, y es de varios colores. No sé cómo le pago a mi Dios por contemplar tanta belleza natural. Nunca hemos pensado que el amor es más grande que el planeta, que para lograr conquistar a la mujer es con cuatro rosas. Cuando nos gusta, gusta, así creamos que somos en el amor una aplanadora, y los sentimientos se conviertan en una traga loca. Y todo obedece a mi amor por ella.

Gracias, maestro, por su legado. Dios lo tenga en su reino.

Por: Edgardo José Maestre S.

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