OPINIÓN

El contraste de los centros históricos: Santa Marta y Cartagena frente a Valledupar

Recuperar el centro histórico es apostar por la economía local, por la cultura viva y por el sentido de pertenencia de los vallenatos.

El contraste de los centros históricos: Santa Marta y Cartagena frente a Valledupar

El contraste de los centros históricos: Santa Marta y Cartagena frente a Valledupar

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En las noches, los centros históricos de Santa Marta y Cartagena se transforman en verdaderos romeríos de vida. Calles iluminadas, balcones coloniales que respiran historia, plazas que se llenan de risas y música, y una oleada de emprendimientos que dinamizan la economía. Allí confluyen turistas, familias locales y jóvenes emprendedores que ven en cada esquina una oportunidad para vender arte, gastronomía, cultura y recuerdos. Estas ciudades han entendido que su centro histórico no es solo un vestigio del pasado, sino un motor de progreso que se alimenta de tradición y modernidad.

El panorama en Valledupar, en cambio, es desolador. Nuestro centro histórico, que alguna vez fue el corazón de la ciudad y escenario de encuentros, hoy se percibe como una ruina olvidada. Calles a oscuras, casas abandonadas, olores fétidos, presencia de indigentes y una sensación permanente de inseguridad. A ello se suma un impuesto predial que asfixia a los propietarios y acelera el abandono de viviendas y comercios. En lugar de convertirse en un polo de desarrollo, el centro histórico de Valledupar languidece, atrapado entre la indiferencia institucional y la falta de un proyecto serio de recuperación.

No se trata solo de estética ni de romanticismo patrimonial. Recuperar el centro histórico es apostar por la economía local, por la cultura viva y por el sentido de pertenencia de los vallenatos. La pregunta es inevitable: ¿por qué Santa Marta y Cartagena lograron convertir sus centros históricos en vitrinas turísticas y culturales, mientras Valledupar condena el suyo a la oscuridad y al olvido?

Urge que las autoridades municipales, empresarios y sociedad civil entiendan que el rescate del centro histórico no puede seguir aplazándose. Un centro lleno de vida es un centro seguro; un centro con emprendimientos es un centro que genera empleo; un centro iluminado y cuidado es un reflejo de la ciudad que queremos proyectar.

Valledupar no merece un corazón muerto en medio de la ciudad. Merece un centro histórico que, como en otras capitales de la región, sea orgullo, memoria y motor de desarrollo.

Por: Ernesto Bustillo Rojas.

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