Tu cuerpo es una máquina y, como toda máquina, está esperando instrucciones que la programen para su próxima aventura. Tu cerebro es el encargado de programar tu cuerpo, y la idea es que cada persona tenga control sobre su mente para que así el cerebro controle el cuerpo y, con ello, evite envejecer.
Envejecer no es una etapa natural en el ser humano; sería como normalizar el cáncer, las bancarrotas o la pereza. Sin darnos cuenta, nos hemos habituado a vivir una vida adaptada a la miseria, olvidándonos de que somos dueños de lo más importante, que es la capacidad de programar nuestra mente y hacer que actúe a nuestro favor. El problema es que no controlamos nuestra mente, la mente nos controla. Aunque soñamos con ser de determinada forma y alcanzar determinadas metas, en la mente surgen miedos, dudas, quejas, viejas experiencias, bloqueos, que llevan al cuerpo a experimentar angustia, estrés y parálisis, y en lugar de programarse para la acción, se programa para envejecer.
Cuando un niño va al colegio, todas las órdenes que recibe su mente, le permiten programar su cuerpo para jugar, aprender, escribir, correr, y superar muchos obstáculos cada día. Entre más órdenes reciba un niño, más fuerte será su cuerpo, y con mayor entrenamiento militar tendrá su mente, ya que habrá aprendido a dar órdenes. En cambio, un niño sin órdenes, será un adulto caprichoso, con una mente frágil, un cuerpo perezoso y una vejez prematura.
Gracias a la educación que cada niño recibe, un adulto es capaz de seguir programando su cuerpo, con base en el entrenamiento que recibió su mente, por eso, es que logramos ver, que existen adultos cada vez más activos y con más energía, proveniente de las creencias y órdenes que su cerebro le brinda, y adultos cada día más enfermos y sin vida, limitados por sus propias creencias y falta de dirección.
Un adulto enfermo es un niño en el salón de clases esperando que el profesor le diga qué hacer. Una persona envejeciendo es un niño sin tareas por hacer y sin lecciones por aprender. Un adulto desmotivado y cansado, es un adolescente sin proyecto de vida, que ha terminado el colegio, pero que no sabe en qué universidad estudiar y qué carrera elegir. Llegar a la adultez, no significa dejar de hacer planes, ya que si dejas de hacer planes, estás planeando envejecer. Entre más activos, arriesgados y emocionantes sean dichos planes, más fuerza, vitalidad y bienestar, tendrá tu cuerpo, ya que se preparará para su próxima misión.
No estás envejeciendo, estás a la salida del colegio, sin tareas, sin amigos, sin una bicicleta para ir a pasear, y sin unos padres que te esperen, para ir a cenar. Deja las dudas, los miedos y la queja, ponte tus propias tareas, busca una bicicleta o una patineta, rodéate de muchos amigos y hazle pistola a la vejez.
El problema no es dejar de soñar; el problema es dejar de hacer. Con cariño para ti, mamá.





