En un rincón del mundo marcado por la guerra y la incertidumbre, la historia de Alix Milena Peñaranda, una enfermera con arraigo en Valledupar, se levanta como un faro de resistencia.
Su travesía desde las cálidas tierras del Cesar y La Guajira hasta un kibutz —una comunidad agrícola colectiva en Israel— a pocos kilómetros de Gaza, es un relato de sacrificio, valentía y la búsqueda incansable de un mejor porvenir para sus hijas.
Alix, quien trabajó durante años en reconocidas empresas de ambulancia en Colombia, tomó la difícil decisión de emigrar a Israel, movida por el anhelo de garantizarles a sus tres hijas –una de ellas en condición de discapacidad- una vida digna.
“No me alcanzaba para darles una buena calidad de vida, entonces decidí venir a Israel, porque el sueldo es súper mejor que allá”, confiesa con franqueza.
Desde su llegada, se ha desempeñado como cuidadora de una adulta mayor, aplicando sus conocimientos en enfermería para brindar atención y compañía.
Pero su día a día no ha estado exento de peligros: vive en una zona cercana a la Franja de Gaza, escenario de tensiones permanentes y ataques frecuentes, como los del pasado 7 de octubre, cuando Hamás lanzó miles de cohetes contra territorio israelí.
“Gracias a Dios que en la casa donde vivo hay cuarto de refugio”, cuenta. El miedo, dice, es una constante, sobre todo por los bombardeos nocturnos: “Hay miedo, porque están pasando muchas cosas feas. La destrucción es terrible. Uno vive pensando todos los días, o todas las noches, porque los ataques son solo de noche cuando nos toca en esta zona. Eso también pone a uno nervioso”.
A pesar de todo, Alix permanece firme en su propósito: quedarse en Israel y seguir luchando por un mejor futuro para sus hijas.
“Vivo pendiente de los celulares para que me den la alarma antes de que comience todo, porque gracias a Dios, antes de que lleguen los misiles —que están cerca de Israel—, las alarmas empiezan a sonar, los celulares y las sirenas alertan. Uno tiene un corto tiempo para entrar al cuarto de refugio”, relata.
Así, entre las alarmas de su celular y la obligación de forjar un futuro para sus hijas, esta vallenata resiste con valentía, aferrada a la vida, a la esperanza y al amor de madre que la impulsa a seguir, incluso en medio del estruendo de la guerra.
Por: Redacción











