Estuvo en Valledupar Beatriz Elena Robledo, historiadora quien escribió la biografía de Rafael Pombo y curadora del pabellón que rinde homenaje a Pombo en la Feria Internacional de Libro versión 2012. La historiadora dictó un taller en el Banco de la Republica de Valledupar, para por un lado transmitir todo el conocimiento que tiene sobre el poeta, y otro, traerlo del pasado para que con su luz ilumine con sus conocimientos de pedagogía a maestros, bibliotecarios y gestores de la cultura.
Robledo es una de las personas que más conoce de la vida de Pombo y lo revela en su libro “Rafael Pombo, la vida de un poeta”. En entrevista con el periódico EL PILÓN habló en detalle sobre la vida y obra de este poeta que nació en Bogotá el 7 de agosto de 1833 y murió en la misma ciudad el 15 de mayo de 1912.
La vida de Pombo transcurre en la mitad del siglo XIX, época en que se construye nación y él tiene mucho que ver en todo eso. Algo particular que ha querido compartir la historiadora en su libro son las múltiples facetas del poeta, teniendo en cuenta que solo se le conoce por su obra infantil. “Pombo era un traductor excelente, considerado uno de los mejores de su generación, preocupado por la pedagogía, trabajó en la Oficina de Instrucción Pública que en ese tiempo era considerado como el Ministerio de Educación, en la redacción del periódico “Escuela normal”, que llegaba a todas las instituciones educativas del país”, dice.
Fue lo que hoy se considera un gestor cultural que se interesó por el desarrollo del arte y la música en Bogotá, además muy comprometido con el desarrollo cultural de su país, un visionario que defendió la educación de la mujer en una época en la que se pensaba que la mujer era para la cocina y el cuidado de los niños.
Pombo vivió 17 años en Nueva York en donde se desempeñó como Secretario de la Delegación de Colombia en Estados Unidos y esa posibilidad le abrió los ojos a otro mundo. Once años después pierde su puesto como diplomático y se queda viviendo de su pluma, por lo que es contratado por la editorial Appleton para traducir varios libros de poesía “Allí tiene la oportunidad de conocer la tradición oral inglesa para niños y se aficiona a la poesía y los cuentos infantiles”, sostiene Robledo.
“Pombo termina creando a partir de la tradición oral inglesa nuevas versiones de lo que conocemos como los Cuentos pintados, los Cuentos morales para niños formales, pero más allá de eso le imprime su sello personal con humor, picardía, gracia, imaginación, ese ingrediente colombiano ”, afirma la historiadora.
Se podría afirmar que tiene una comprensión especial del mundo infantil pero además, el hecho de estar en otro país le da mucho acceso a la lectura, la cultura que lo hace caminar más rápido que los que en ese momento estaban en Colombia más encerrados.
Otra faceta para resaltar de la personalidad de Pombo es la pasión con la que hacia todas las cosas, señala Robledo. “Pombo siempre fue de salud frágil por lo que padeció de problemas gástricos que desencadenaron en una ulcera gástrica que es curada por un homeópata” Este capítulo de su vida lo vuelve aficionado a la homeopatía de tal forma que termina afiliándose a la Sociedad Colombiana de Homeopatía donde redacta el periódico de la sociedad homeopática y dedicando versos a esta forma de curar.
También vale la pena resaltar su dimensión humana, que estaba por encima de los intereses partidistas, de los problemas de clase porque se relacionó con toda la sociedad, un espíritu libre que le permitió conocer personas de todas las condiciones sociales.
La cartilla imaginaria
Dentro de su obra, fuera del valioso aporte que le hace la literatura infantil, vale la pena mirar su libro “Fabulas y verdades”, una recopilación que consta de más de doscientas composiciones y está graduada por edades, estados y condiciones de vida. Ataca las malas costumbres, la falta de higiene y le aporta la niñez, la filosofía, la región, el matrimonio y la política.
También existe un compendio que se empieza a conocer ahora gracias a la musicalización que le hizo Carlos Vives y un grupo de artistas reconocidos a los alfabetos para enseñar a los niños a leer. “Él hace un verso por cada letra y lo presenta como algo novedoso al que llama “Cartilla imaginaria”, dice Robledo.
Pombo no tuvo hijo pero le leía los cuentos a los hijos de los amigos y observaba la reacción de los niños y producto de esa observación desarrolla toda una teoría de cómo el niño aprende más fácil a través de los versos. Con esa intensión hace su alfabeto imaginario para que el niño al mismo tiempo que aprende las letras, también se forme en temas sobre comportamiento y la vida.











