Fernando Herrera, director del Centro de Estudios Socioeconómicos y Regionales (Cesore), y el escritor Carlos Liñán Pitre presentaron el libro ‘Historia, economía y canciones en el folclor vallenato’, este viernes en la Feria del Libro de Valledupar. La obra revela cómo la economía y la historia del Caribe colombiano se reflejan en la música vallenata. Herrera explicó que “en el Caribe hay otra manera de entender la economía y la historia”, destacando las “bases económicas similares en el Cesar y La Guajira”. El libro aborda cómo “los compositores entendieron, interpretaron y cantaron a los hitos económicos y las diferentes bonanzas” que marcaron la región.
Carlos Liñán Pitre recordó que el libro surgió “de una conversación de dos amigos que se encuentran en dos disciplinas distintas, en la economía y la cultura”. Aclaró que esta obra “no es un libro académico, es parrandero, el libro que puede leerse en medio de una parranda vallenata”, resaltando que los vallenatos son “más que un objeto de consumo en el que se ha convertido”. Esa tradición musical está representada en el conjunto típico Los Juglares, quienes interpretaron varias canciones mientras los escritores resumían la obra.
Uno de los fenómenos económicos más importantes narrados en el libro es el contrabando, que entre los años 50 y 80 movilizó mercancías como telas, licores y perfumes que llegaban de las Antillas, mientras salían productos como el café. Este contrabando tenía tres características: era ilegal pero legitimado por la sociedad; permitió modernizar los hábitos de consumo reflejados en canciones como ‘Ventana a cristal’; y era un fenómeno machista, donde aunque las mujeres vendían mercancía, no predominaban.
Canciones clásicas como ‘El almirante Padilla’, de Rafael Escalona y ‘El contrabandista’, de Sergio Moya Molina narran esta realidad. La bonanza algodonera fue otro hito fundamental. Herrera señaló que el Cesar llegó a tener “170.000 hectáreas de algodón”, lo que “impulsó la modernización del campo con la titulación de los predios”. Pero hoy quedan apenas 200 o 300 hectáreas, estima el economista.
Con esta actividad “se creó la clase media vallenata” gracias a la demanda de profesiones y oficios que motivó la formación de personas. Empresarios agrícolas dieron el salto a la política y surgieron empresas de fumigación, aunque esta bonanza también dejó “una deuda ambiental”. Canciones como ‘Señor gerente’, ‘La bola e candela’ y ‘El quebrao’ reflejan esta época. Los juglares, que además de músicos eran agricultores y ganaderos, tenían la capacidad de narrar estos hechos económicos con autenticidad.
El carbón
El libro también dedica un capítulo al carbón, con la tesis provocadora de que “al carbón no se le canta”. Sin embargo, existen canciones que hablan de este recurso, pero en oposición, como ‘La dama Guajira’. Los autores sostiene que el carbón no fue una bonanza para el pueblo sino para un grupo limitado de trabajadores. La canción El alcalde embustero es un ejemplo de crítica social relacionada con las regalías mineras.
Carlos Liñán destacó que “el fenómeno más importante de la música vallenata es el empoderamiento femenino”, que calificó como “el alma del vallenato”. Este fenómeno refleja las nuevas opciones económicas y educativas que han abierto camino para las mujeres en la cultura vallenata.
Por Andrea Guerra Peña / EL PILÓN











