Diez años después, todavía parece verse la escena: en Windhoek, Namibia, la delegación colombiana recibe un mensaje de un asistente de sala. La Unesco acababa de aprobar la inclusión de la música vallenata tradicional del Magdalena Grande en la Lista de Patrimonio Cultural Inmaterial en Necesidad de Salvaguardia Urgente. Era primero de diciembre de 2015 y el vallenato entraba —por derecho propio— al mapa cultural del mundo.
La noticia llegó primero por Twitter. Minutos después, los celulares en Valledupar comenzaron a vibrar: gestores, académicos, compositores, juglares, periodistas y curiosos reenviaban el anuncio que ya daba la vuelta al Caribe.
En el centro histórico, Carlos Llanos —propietario del espacio cultural y restobar Guacaó— y Estela Durán Escalona, su esposa, intérprete del vallenato tradicional, recibían mensajes sin parar. Ambos habían sido integrantes del equipo que construyó el dossier técnico enviado a París. En su local, un cartel aún recuerda ese día.
“Eran las diez de la mañana, aproximadamente, la felicidad me llenó de abajo a arriba, fue una emoción grandísima, nos abrazamos y empezamos a llamar a la gente que estuvo con nosotros, las lágrimas aún afloran”, recuerda hoy Durán Escalona, quien presta su extraordinaria voz a Guacaó cada noche.
Estela Durán Escalona, intérprete del vallenato tradicional y parte del equipo que elaboró el dossier técnico para la declaratoria de la Unesco, frente al afiche que conmemora los 10 años de reconocimiento mundial del género. Foto: Jesús Ochoa.
De 2013 a 2015: el origen del PES
Antes de la declaratoria de la Unesco, el 29 de noviembre de 2013, el Consejo Nacional de Patrimonio había aprobado el PES para la música vallenata tradicional lo que significaba que este género ya era Patrimonio Cultural Inmaterial de la Nación.
Aquel día, como registró EL PILÓN, fue celebrado en el Ministerio de Cultura con acordeones de la dinastía López. Carlos Llanos Díazgranados, entonces director del Clúster de la Cultura y la Música Vallenata, calificó el hecho como un triunfo que podría potenciar el turismo cultural de Valledupar y fortalecer la cadena de valor del género.
“Todo nació en 2010, luego que Adrián Villamizar me dejara la inquietud tras afirmar que la inclusión de Carnaval de Barranquilla en la lista de Patrimonio de la Humanidad era muy similar a lo que se podría plantear con el vallenato tradicional. Antes, el Festival Vallenato había solicitado la patrimonialidad ante la Unesco, pero el asesor de Mincultura, Patrick Morales Thomas, concluye que no reúne los requisitos y recomendó que se creara un comité para solicitar lo mismo, pero para el vallenato tradicional”, expresó Llanos.
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El documento del PES fue formulado por voces de peso: Rosendo Romero Ospino, Santander Durán Escalona, Adrián Villamizar Zapata, Stella Durán Escalona y Lolita Acosta Maestre. El compromiso: garantizar formación, investigación, promoción, transmisión intergeneracional y protección de los escenarios vivos del vallenato tradicional.
Con esa base, el Ministerio de Cultura presentó la candidatura ante la Unesco, que finalmente la aprobó en 2015.
El Ministerio de Cultura apoyó el proceso y acompañó al equipo que consolidó el documento base. Allí trabajaron, entre otros, Stella Durán Escalona, Rosendo Romero, Adrián Villamizar, Lolita Acosta, Santander Durán y Carlos Llanos.
Ellos visitaron pueblos, entrevistaron juglares, organizaron tertulias y reconstruyeron los caminos de origen del vallenato en el Magdalena Grande: La Guajira, Cesar y Magdalena.
La decisión que cambió la historia
En Namibia, el Comité Intergubernamental del Patrimonio Cultural Inmaterial —integrado por 23 países— aprobó la solicitud colombiana, en medio de un clima de incertidumbre.
“Una semana antes había un comité evaluador de las propuestas presentadas y había propuesto que no aprobara. Empezaron a cuestionarme. Pero cuando el comité propuso en la convención que no aprobara, el representante de Perú dijo algo que impactó mucho: no era posible que se le fuera negar el reconocimiento a una manifestación que había sido inspiración de un premio nobel de Literatura”, recuerda Llanos.
El dossier fue aceptado. La Unesco votó. El vallenato quedó inscrito en la lista de Salvaguardia Urgente.
La reacción en Colombia
El presidente Juan Manuel Santos celebró públicamente el reconocimiento y reveló incluso su canción vallenata favorita: “Bonita”, de Diomedes Díaz.
En Valledupar, la noticia coincidió con el lanzamiento del afiche del 49° Festival Vallenato, dedicado a Poncho y Emiliano Zuleta. Rodolfo Molina, presidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, aseguró que la decisión de la Unesco se sumaba al trabajo iniciado por Consuelo Araujonoguera, López Michelsen y Escalona desde 1968.
Y entre los juglares, Poncho Zuleta lo resumió con su estilo: “Era un presentimiento. Esto es histórico. El vallenato es la representación más grande que tiene Colombia”.
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El reto que bautizó una década
El Plan Especial de Salvaguardia (PES) quedó como el instrumento principal para proteger la música raizal. Entre sus metas: consolidar la cátedra de vallenato en instituciones educativas; fortalecer procesos de transmisión oral; apoyar investigación y formación de nuevos acordeoneros, verseadores y cajeros; y documentar la memoria de los juglares.
Mientras la Unesco publicaba la decisión, las redes sociales estallaban. Era la primera vez que una manifestación cultural del Caribe colombiano recibía un reconocimiento de esta magnitud desde la inscripción del Carnaval de Barranquilla.
La frase de Gabriel García Márquez volvió a circular como si fuera nueva: “Cien años de soledad es un vallenato de 400 páginas.”
En Valledupar, los músicos seguían tocando. Y en Guacaó, Carlos Llanos pegó en un muro el afiche que aún cuelga hoy: un recordatorio de que, aunque nacido en patios de tierra y viajes de juglar, el vallenato ya tenía ciudadanía universal.












