Redacción judicial / EL PILÓN
El rugir de una moto, el semáforo en amarillo, un conductor que se confía y acelera. En un instante, la rutina se convierte en tragedia.
Según el Instituto Departamental de Tránsito del Cesar, en los primeros ocho meses de 2025 murieron 215 personas en siniestros viales, un 10,26 % más que en el mismo periodo del año pasado. El 75 % de las víctimas eran motociclistas, el actor vial más vulnerable en el departamento, donde la imprudencia y la velocidad siguen siendo los principales detonantes.
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Los municipios de Valledupar, Agustín Codazzi y Pelaya concentran el mayor aumento de fatalidades, mientras que Bosconia es uno de los pocos donde las cifras disminuyeron.
Pero entre las historias que terminan en tragedia, hay quienes logran sobrevivir para contar su experiencia y hacer un llamado a la conciencia. Uno de ellos es Jorge Mario Sarmiento Martínez, un hombre que volvió a nacer después de 42 días en coma.
“Solo recuerdo que el carro se voló la escuadra”
El 12 de junio de 2013, Jorge Mario tenía 21 años. Trabajaba como ayudante en una metalúrgica y, como todos los días, salía rumbo a casa en su moto DT 125. No imaginaba que ese trayecto por el barrio Doce de Octubre cambiaría su vida para siempre.
“Venía en mi vía, en mi carril, cuando un vehículo se voló la escuadra y me pegó por detrás. Me sacó de la moto, pegué en el pavimento y me detuvo un poste de alta tensión. Intenté pararme, insulté al conductor, pero enseguida me desmoroné”, recuerda.
El impacto lo dejó 42 días en coma, con fracturas en la pierna, trauma craneoencefálico severo y pérdida temporal de la visión. “Cuando abrí los ojos, me quería morir. No podía mover medio cuerpo, no veía, y había perdido la voz. Solo lloraba”, recuerda.
Su madre fue quien lo sostuvo en medio del dolor. “El día que logré pararme, me caí dos veces. La tercera vez caminé arrastrando una pierna hasta la puerta. Cuando vi la luz, lloré. Sentí que Dios me estaba devolviendo la vida”, cuenta.
Jorge Mario estuvo 42 días en coma, con fracturas en la pierna, trauma craneoencefálico severo y pérdida temporal de la visión. / FOTO: suministrada.
“Dios me dio una segunda oportunidad”
Hoy, Jorge Mario ha reconstruido su vida con la ayuda de su familia. Volvió a trabajar junto a su padre y, aunque las cicatrices no desaparecen, ha aprendido a agradecer cada día.
“Después del accidente caí en una frustración muy grande. Bebía para llenar un vacío. Pero Dios me dio una segunda oportunidad, y ahora sé que la vida vale más que unos segundos de prisa”, dice con firmeza.
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Su mensaje es directo: “A los que andan en moto, les digo que respeten las señales, los pares, los semáforos. Que no se confíen. Porque el imprudente que se vuela una escuadra puede cambiarte la vida para siempre, como me pasó a mí”.
Un problema que no da tregua
De acuerdo con los reportes del IDTRACESAR, la siniestralidad en el Cesar aumentó en julio y agosto, los meses más críticos del año. Solo en 2025, 161 motociclistas han perdido la vida, un incremento del 27,78 % frente al mismo periodo del año anterior.
El análisis también muestra que los peatones representan el 13 % de las víctimas y que los adultos mayores están cada vez más expuestos. Pese a que en 2024 el departamento había logrado reducir en un 6 % las muertes por siniestros, este año la tendencia volvió a subir, con un promedio de 27 vidas perdidas cada mes.
Tu vida vale más que unos segundos de prisa
Desde EL PILÓN, nos unimos al llamado de las autoridades y de las familias que han vivido la tragedia en carne propia. La campaña “La imprudencia cobra vidas. Conduce con responsabilidad – #NiUnaMás” busca recordar que ningún destino vale más que una vida, y que la seguridad vial empieza con una decisión personal: respetar las normas.
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Jorge Mario Sarmiento es prueba viviente de que un segundo de imprudencia puede cambiarlo todo, pero también de que la vida merece una segunda oportunidad. Su historia, como la de cientos de víctimas, es una advertencia que debería retumbar en cada semáforo: “Su vida vale más que unos segundos de prisa”.










