Crónicas del valle
Oswaldo Pérez Díazgranados, fue el fundador de la Clínica del Cesar
Por Aquilino Cotes Zuleta
Especial para EL PILÓN
El jueves 13 de diciembre falleció de un infarto cardíaco el Ortopedista Oswaldo Pérez Díazgranados, fundador de la Clínica del Cesar de Valledupar.
La noticia ha caído como un balde de agua fría entre sus familiares, el cuerpo médico, paramédico y pacientes de la región; sus compañeros de trabajo siguen incrédulos.
La inesperada muerte del insigne hombre de la medicina apresó a todo mundo. Había nacido el 2 de noviembre de 1939.
Era un hombre activo y proactivo. Recuerdan cuando caminaba por los pasillos de la clínica en medio de su habitual lentitud. Parecía que nunca iba a llegar hasta donde sus pacientes, pero se aparecía puntual, dando órdenes y manipulando sus manos en concordancia con su fuerte mirada.
Su tardanza en horas de la tarde se le atribuía a su sagrada siesta diaria. Almorzaba junto a su esposa Milagros al filo del mediodía y luego se ponía su piyama de colores, se echaba su colonia y demás acicates para acostarse en su hamaca, hasta las 2 de la tarde, era su ritual diario.
Sabía tanto de medicina como de filosofía, se podía hablar con él de deportes y de geografía o de historia, y le apasionaba la política, pero no la política como parte de la ciencia que plantea Giovanni Sartori sino de la política urbana, la manera de ejercer el poder.
Fue un hombre de carácter para decir sus cosas y aclarar dudas, asimismo ejerció un orgullo incólume, porque a los minutos de su rabieta dejaba al descubierto al samario bonachón, al médico y al amigo.
Así fue con sus cinco hijos: implacable en sus costumbres, metódico y muy sentimental. Le gustaba contar el por qué cada vez que se encontraba con ellos se daban un beso en la mejilla como señal de saludo, de respeto, de amistad.
Llegó a Valledupar procedente de Santa Marta, de donde era oriundo. Vino a hacer el año rural después de terminar medicina en la Universidad Nacional de Colombia, en donde también se especializó en Ortopedia y Traumatología y de graduarse como Licenciado en Física-Química y Pedagogía en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Tunja. Tomó agua del Río Guatapurí y se quedó para siempre en Valledupar con su esposa Milagros de Pérez de cuya unión nacieron sus hijos: Oswaldo (Abogado), Otto (Ortopedista), Adriano Aniceto (Ginecólogo), Santiago (Administrador de Empresas) y Adith Bismar (Ingeniero).
Era un empedernido lector. Muy pocos han leído la Biblia como él la leyó. Aunque le encantaba el tema jurídico, su fuerte era la Ortopedia, su pasión en la medicina.
Bien lo dijo su colega, amigo y socio Rafael Bolaños Guerrero, el día de su sepelio: “Somos un pedacito del universo convertido en vida y sueños, y eso eras tú mi querido amigo. Dedicaste tu vida a la medicina con pasión, como si fuera un vicio y maravilla, como si hubieras creado una vida paralela donde refugiar la adversidad para convertir en extraordinario lo natural, eternizar el instante y hasta tornar la muerte en una circunstancia de otros…”
Bolaños Guerrero también le dijo en su tumba: “Pertenecías a esa pléyade de médicos ocupados en transmitir ciencia y arte, humanismo y medicina, permitías al paciente disfrutar del más riguroso cientificismo, pero también de la generosa disposición anímica del humanista enriquecido intelectualmente”.
“Nada asfixió tu vocación, entendías que la vida, tal como es, no colma la sed de lo absoluto, fundamento de la condición humana. Aceptabas el discernimiento como propósito de entendimiento y concertación, tu visión de lo colectivo harán parte de la historia de esta sociedad, idealizada y materializada con tu concurso e incondicional deseo de ofrecerle al cuerpo médico una esperanza como razón de vida”, expresó Rafael Bolaños.
Fundador y Decano
A los pocos años de estar en Valledupar se le metió la idea de crear una clínica que luego cristalizó con sus colegas: Sebastián Llanos Lara, Manuel del Castillo y Miguel Mora Valderrama.
Él fue quien escogió el nombre de “Clínica del Cesar”. Los primeros accionistas (quienes ingresan al 31 de Dic/81) fueron: Enrique Aarón Rojas (Gineco-Obstetra), Carolina Bello de Aarón (Nefróloga Pediatra), Manuel Del Castillo Amaris (Cirujano General), Miguel Mora Valderrama (Cirujano General), Sebastián Llanos Lara (Cirujano General), Oswaldo Pérez Díazgranados (Ortopedista Traumatólogo), Walter Daza Daza (Radiólogo), José Ceferino Soto (Gineco-Obstetra) y Mariela Rodríguez de Llanos (Bacterióloga).
Hoy es una de las IPS más importante de la región, sólida como empresa y de mayor crecimiento, a pesar de las crisis en que viven varias de estas entidades en Valledupar.
Su opinión sobre la crisis en el sistema de salud de Colombia fue dura, lo decía sin mirar para atrás: “lo que hay que terminar es con la doble moral que tienen muchos empresarios por que no es transparente que los dueños de las EPS sean los mismos dueños de las IPS…”.
También fue un aferrado pedagogo y aunque se retiró pronto cuando fue Decano de la Facultad de Salud de la Universidad Popular del Cesar, siempre llevó consigo la sabiduría del docente, la sapiencia del estratega para enseñar y para brindar el conocimiento.
En la UPC dejó huellas, las huellas del hombre de ciencias, del pedagogo que se dejó conducir por su medicina del alma, la misma que practicó de día y de noche, sin importar horario ni fecha en el calendario. Paz en tu tumba, querido amigo, harás mucha falta en la región.
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