ECONOMÍA

“La arquitectura, antes que para los clientes, es para la gente”, dice Jaime Palmera 

Con 55 años de ejercicio profesional, Jaime Palmera expone su visión sobre la arquitectura, la vivienda digna y el futuro urbano de Valledupar.

El arquitecto Jaime Palmera conversó con EL PILÓN sobre sus 55 años de trayectoria.

El arquitecto Jaime Palmera conversó con EL PILÓN sobre sus 55 años de trayectoria.

canal de WhatsApp

Jaime Palmera Pineda es arquitecto vallenato próximo a cumplir 55 años de actividad profesional en Colombia y los Estados Unidos. Fue en 1972 fundador y primer  presidente del capítulo Cesar de la Sociedad Colombiana de Arquitectos. Habla del papel del arquitecto y del desarrollo de Valledupar. Conversó con EL PILÓN de cosas y de casas. Y de cómo la disciplina ha venido incorporando progresivamente  el urbanismo, el poblado, la ciudad.  

¿En qué consiste la profesión del arquitecto? 

Hasta finales del siglo pasado, la arquitectura era referida al diseño de proyectos de diversa índole, públicos y privados, junto a la dirección de la construcción de esos y otros proyectos donde se tienen en cuenta aspectos artísticos y técnicos que la creatividad del arquitecto mezcla con sus propios conceptos para interpretar las ideas y necesidades de un cliente, coordinando su actividad con la de otros profesionales que inciden en la correcta aplicación de todos los principios que rigen la construcción precisa de esos proyectos.

Hoy en día esos principios han sido reemplazados y, la “arquitectura de hoy”, se ha vuelto un medio comercial cuyo único fin es la utilidad económica, que entiendo, pero que los mismos arquitectos deberíamos replantear.

Déjeme poner un solo ejemplo: la vivienda de interés social.  La ordena la Constitución Política de 1991, la reglamentan varias leyes a partir de 1997 —que definen las VIS con la Ley 388—, luego la Ley 2079 de 2021 la promueve y con la Ley 2434 de 2024 se pretende dar un mayor acceso a los ciudadanos que, al cumplir con sus requisitos, se hagan propietarios. Lo malo de estas leyes es que han puesto en igualdad de necesidades a las diferentes  regiones y poblaciones de este diverso país. Para la Capital de la República puede estar bien el límite de área construida y el tope de costos, pero en otras zonas deberían tenerse diferentes límites de esas áreas construidas y su valor por metro cuadrado. 

Pienso que debería llevarse al Congreso de la República un Proyecto de Ley que contemple la misma solución de vivienda digna, pero de acuerdo a la diversidad de regiones. Toda esta política, que en principio es entendible, ha llevado a los constructores a tener viviendas, que no veo dignas, donde los espacios son invivibles, ya las alcobas, las zonas sociales y los baños se han reducido de tal manera que la antropometría no se puede aplicar. Los muebles, simplemente, no caben en esos nuevos espacios. No es justo y mucho menos digno. Tampoco, para volver a la pregunta, se ejercen los principios básicos de la profesión. A esto se le añaden los malos desarrollos urbanísticos que, como en Valledupar, minimizaron el ancho de las calles, andenes y zonas verdes para buscar mayor rentabilidad de las tierras urbanizadas y construidas.

Reconocimiento de la Sociedad Colombiana de Arquitectos a Jaime Palmera.

Reconocimiento de la Sociedad Colombiana de Arquitectos a Jaime Palmera.

¿Qué función, en los tiempos modernos, cumplen la arquitectura y sus profesionales? 

¡Muchísimas! Empezando por la fusión de la Arquitectura y el Urbanismo que antes eran dos disciplinas paralelas. Ahora hay que responder a muy diversos aspectos tales como la creación de espacios funcionales y sostenibles que tienen en cuenta nuevos intereses sociales entre los que podemos enumerar el espacio público, el medio ambiente, las nuevas tecnologías, la eficiencia energética y el uso adecuado y responsable de los recursos naturales.

¿Nos puedes contar la experiencia que tienes?

Me gradué el 30 de abril de 1971, lo que significarán pronto 55 años de ejercicio profesional continuo y he trabajado en Colombia y en Estados Unidos desarrollando, en ambos países, proyectos de todo tipo como vivienda, comercio, hotelería, desarrollos urbanos, hospitalario, educativo e industrial. 

¿Cuál es su experiencia en Valledupar?

Un mes después del día de mi grado abrí mi oficina en Valledupar, al cumplir el año me asocié con Alfonso Vidal, creando Vidal y Palmera, dos años después la compañía se amplió al ingresar a ella el ingeniero Raúl Saade, compañía que se disolvió en 1980. En este año volví a Bogotá para trabajar como asesor en diseño de una oficina constructora y a desarrollar los proyectos que desde Valledupar me encargaban. En 1982, por casi cuatro años fui el Director de Proyectos del extinto ICCE y en 1991 fui, por un año, Subdirector de Desarrollo del ISS.

Luego en 1998 viajé a Estados Unidos donde viví hasta 2014 y trabajé en oficinas de arquitectura en San Francisco, Durham, Miami y Fort Lauderdale. Al regresar a Colombia me radiqué nuevamente en Valledupar donde he colaborado, con varios colegas, en proyectos diversos.

Entre los proyectos que puedo enumerar están los edificios Dangond y Mattos, múltiples viviendas unifamiliares entre las que destaco la de la familia Quintero Cuello que diseñé desde Miami, el proyecto original del Colegio Bilingüe de Valledupar, el Plan Maestro del Parque de la Leyenda Vallenata —realizado en compañía de Santander Beleño Pérez—, la hoy demolida tarima Francisco El Hombre de la Plaza Alfonso López, desarrollos urbanos mixtos, y, hace poco, con Santander Beleño, el estudio y diseños urbanístico, arquitectónico y técnico para la recuperación integral del Centro de Manzana (Plazuela de Los Gitanos, calle 14 y 15, carreras 4 y 6)  del Centro Histórico Fundacional. 

Nos dice que ya tiene prácticamente 55 años de ejercicio profesional, ¿piensa retirarse pronto?

No. Cada día que pasa me siento más a gusto con mi decisión de estudiar y ejercer la Arquitectura, he dicho que, si reencarno, volveré a ser arquitecto, es mi pasión y por fortuna aún tengo algunos trabajos que me dan gran satisfacción. Uno de mis referentes profesionales, el arquitecto brasileño Oscar Niemeyer, trabajó hasta poco antes de morir a la edad de 104 años, me gustaría llegar diseñando proyectos hasta mis últimos días.

¿Cómo se puede beneficiar Valledupar de un desarrollo urbano apropiado y qué contribución pueden hacer los arquitectos?

Existen, por ley, instrumentos tales como los POT (Plan de Ordenamiento Territorial) que  se aplican a municipios con más de 100.000 habitantes, los PBOT (Plan Básico de Ordenamiento Territorial), que se utilizan en municipios con una población entre 30.000 y 100.000 habitantes y los EOT: que son el instrumento para municipios más pequeños (menos de 30.000 habitantes). 

Valledupar tiene su POT, dentro de ese marco la ciudad necesita corregir y prever los problemas que ha adquirido y acumulado, por muy diferentes razones, a través del tiempo.

Es la administración municipal  la que debe orientar el futuro de la misma ciudad y es aquí donde los arquitectos y urbanistas deben aparecer para liderar un equipo multidisciplinario que debe hacer esos estudios. En ese equipo tienen suma importancia los urbanistas y arquitectos, acompañados por  abogados, sociólogos y economistas. Este equipo, indudablemente liderado por la Alcaldía Municipal, debe conocer a fondo la ciudad y apartarse de intereses políticos y económicos que puedan traer intereses de particulares y no de la comunidad toda.

Podemos plantear soluciones urbanas que le faciliten a la ciudad el desarrollo del turismo de salud. Contamos con una buena infraestructura hospitalaria donde se atienden pacientes de los departamentos aledaños y de algunos que vienen del exterior. Me parece factible impulsar esta posibilidad, que ya he discutido, favorablemente con algunos médicos y una parlamentaria, y plantear las opciones que lleven a la ciudad a convertir en realidad esta idea, sería ideal. Otras ideas son la de estudiar la relocalización del Terminal de Transportes, pensar que el Área Metropolitana tenga un tren de cercanías que conecte los 5 municipios que la conforman y tener  un aeropuerto internacional.

¿Cómo podría contribuir a una discusión pública sobre el futuro de la ciudad? 

Participando con mis ideas en una amplia discusión pública sobre lo que se debe hacer, lo que se puede hacer y cómo se debe hacer si, reunidos en una mesa de trabajo, se trataran temas puntuales enfocados en solucionar los problemas de nuestra ciudad. Yo asistiría gustoso. Espero que EL PILÓN lo proponga pronto.

¿Cuál es su visión del Centro Histórico?

La veo con la nostalgia que traigo desde mis primeros años cuando jugaba en la Plaza con mis compañeros de esa época y desde entonces he visto los cambios, urbanos y arquitectónicos, que ha tenido. Recuerdo la pavimentación de las calles que conformaban la antigua plaza, iniciativa, si no estoy mal, de Jorge Dangond Daza cuando actuó como alcalde municipal y que dio origen a la sana competencia que siguió en las siguientes administraciones: a mayor número de calles pavimentadas, mejor era el alcalde el que las hacía construir.  

Pero hay otras obras que me parecen errores arquitectónicos y/o urbanos; el antiguo edificio de Telecom, por ejemplo, es un gran error, urbano y arquitectónico, la última remodelación de la Plaza Alfonso López es una muestra de lo que no debe hacerse, comenzando por la selección del diseñador  del proyecto,  ha debido ser un arquitecto vallenato, que con seguridad hubiera respetado las intervenciones anteriores y no borrar de un plumazo lo que históricamente habíamos logrado para diseñar un espacio público acorde con nuestras costumbres, nuestro clima y nuestra cultura.

Además, el Centro Histórico definido por el PEMP, o Plan Especial de Manejo y Protección, no ha sido debidamente atendido por las diferentes administraciones municipales, que desde 2012 lo han debido tener en cuenta. Hoy en día es uno de los sectores más deprimidos de la ciudad porque han sido incapaces de implementarlo bien. Las viviendas, privadas, han sido abandonadas y no hay incentivos para que sus propietarios la ocupen y mantengan. Que no salgan ahora a atacar el PEMP porque ellos mismos pudieron corregirlo y no lo hicieron, si es que estuvo mal concebido. Entonces, ¿el Concejo que lo aprobó lo hizo mal? ¿Por qué no lo corrigieron?

Creo que es el desinterés político el que tiene frenado su desarrollo. Hablan con propiedad sobre la “ciudad turística” pero no tienen la menor idea de cómo incrementar los valores arquitectónicos y culturales que se encuentran en esas manzanas. Tal vez las iniciativas privadas puedan ayudar a mejorar el sector, pero tendrán que coordinar acciones con nuestros administradores públicos para sacar adelante sus proyectos.

Así las cosas, es hora de la participación proactiva de los dirigentes políticos, que deben entender lo que significa para la ciudad el Centro Histórico y asesorarse de quienes se han preocupado por ello, por ejemplo: Aviva, la Sociedad Colombiana de Arquitectos, la Sociedad de Ingenieros, los grupos ambientalistas y profesionales de todo tipo que han mostrado interés.

Y, añadiría, no solamente el Centro Histórico de Valledupar sino sus barrios aledaños de siempre, el Cañahuate y el Cerezo, deben tenerse en cuenta por las autoridades municipales para fortalecer ese entorno impulsando su desarrollo y revivir una zona hoy abandonada y decaída. El PEMP señala muy bien esas zonas.

Palmera, pionero de la arquitectura en el Cesar, analiza el crecimiento urbano y los retos de Valledupar.

Palmera, pionero de la arquitectura en el Cesar, analiza el crecimiento urbano y los retos de Valledupar.

¿Tienes una idea de la evolución residencial? 

Sí,  en pocas palabras, se ha deteriorado. El Estado ha sido inferior a las necesidades de sus ciudadanos al dar una mala solución al problema de la vivienda. 

Con la Constitución de 1991 se dio un paso grande para obtener una vivienda digna, pero, como ya lo dije, las leyes que rigen la vivienda social han sido, desde mi punto de vista, perjudiciales y se han construido millones de viviendas que tienen de todo menos de dignas. Para mí este problema viene de atrás, desde la vivienda campesina, de la que no se volvió a saber nada, hasta la invasión de las ciudades, todas claro, fenómeno que se ha repetido en Valledupar.

El llamado conflicto social desalojó los campos y quienes vivían allí migraron a las ciudades, escapando de unos problemas para caer en otros, tal vez peores y que a su vez generaron otros, nuevos, en las ciudades. Pongamos el caso de un campesino al que la violencia lo obligó, junto con su mujer y sus hijos, a abandonar su parcela, siendo la ciudad su único refugio. Bien, ¿esa familia, dónde va a vivir? No tiene recursos para comprar una vivienda, matricular a sus hijos en un colegio y vestirlos a todos, rogando para que ninguno se enferme. En la ciudad donde empieza a residir no hay suficiente trabajo, sin hablar del trabajo calificado que no tiene ninguno en esa familia, no hay escuela ni centros de salud suficientes para atenderlos ni dinero con qué comprar la ropa que necesitan.

Defendamos, a priori, algunos gobiernos nacionales de antes de la Constitución de 1991 y pasemos a los gobiernos de este Siglo XXI. ¿Qué hacen para ayudar a esta gente? Vivienda social.  Aplausos. Pero, ¿es esa la solución? ¿Si los campos están abandonados, de dónde saldrá la comida para los casi 50 millones de colombianos que tenemos hoy? Si las ciudades están aumentando su crecimiento sin mejorar la infraestructura, ¿qué se ha logrado para esa familia campesina? Y los que han residido de tiempo atrás en las ciudades ven aumentar los problemas que genera un desarrollo urbano incontrolado. Nuestros dirigentes se ufanan al hablar de los más de quinientos mil habitantes que hoy tenemos, pero no tienen claro qué solución darles a los problemas que genera ese aumento poblacional.

¿Entonces, la vivienda de interés social es la solución? 

No creo, estoy convencido de que hay que volver la mirada a lo rural, particularmente a los corregimientos y veredas. 

Propongo el retorno al campo. Valledupar ofrece, en sus afueras, “Urbanizaciones Campestres” que tienen fuerte acogida y se construyen buenas viviendas, pero esa es una solución que beneficia solo a los propietarios de esas construcciones, yo creo que antes que invertir en soluciones de vivienda en la ciudad hay que invertir en los corregimientos y veredas, fortaleciendo los servicios necesarios. 

Llevarles a esos campesinos lo que vienen a buscar, lo que en el campo no encuentran, sería de beneficio para todos. Pensemos en lo que beneficiaría a todas las comunidades el tener un completo equipamiento urbano en las zonas rurales.

Y es aquí donde podemos encontrar respuesta a la pregunta: la evolución residencial está en todos y cada uno de los 25 corregimientos que tiene Valledupar, allí es donde hay que hacer los puestos de salud, las escuelas, los servicios bancarios, las vías, las comunicaciones y la conectividad, los mercados y la vivienda verdaderamente digna, donde las áreas de esas viviendas sean amplias y no reducidas a los 50 metros, que no impusieron desde el Congreso de la República, que estén acordes a nuestro entorno y a nuestras necesidades e identidad cultural.

¿Y de las obras públicas en la ciudad?

El Colegio Loperena y el Hospital Rosario Pumarejo de López, obras de mitad del Siglo XX, han sido positivas; más tarde, el nuevo Estadio de Fútbol, los nuevos colegios y el Parque de la Vida, no lo han sido tanto, por los errores urbanísticos, ya que arquitectónicamente son buenos. La lista es larga y añadiría dos que son privadas pero que afectaron urbanísticamente a la ciudad: la antigua fábrica de Cicolac y la planta de la Coca-Cola, ambas sobre la carrera novena de la ciudad.

Voy a mencionar una que ha sido, es y será tema de discusión: el Centro Cultural de la Música Vallenata. Veamos dos aspectos.

Primero el arquitectónico, el que siempre se verá de manera subjetiva, si gusta o no, y eso es lo de menos, porque no hay obra que le guste a todos por igual, digamos entonces que es un diseño que responde bien a un programa que seguramente se estudió, analizó y definió por parte de las autoridades gubernamentales. Hasta ahí no veo problema.

Segundo, el urbanístico, es un error garrafal. Construir esta obra en ese predio dará un problema eterno a la ciudad, empezando por la afectación vial y luego con la de su entorno que es en gran parte hospitalaria, no quisiera estar hospitalizado en ninguna de sus clínicas vecinas en el momento en que se utilice ese centro.

Por último, la Avenida del Río, que no es arquitectónica, pero sí urbanística y de la que Valledupar puede beneficiarse si la hacen bien o tener grandes y costosos problemas si se hace mal.

De otras edificaciones en la ciudad.

Hay de todo, con buena y mala arquitectura, lo que es apenas normal. No todas las obras son proyectadas por arquitectos, hay todo tipo de constructores que no saben de arquitectura, pero sí construyen sus propias obras, sin permitir control alguno por parte de las Curadurías o la Oficina de Planeación.

Se abrió una carrera de Arquitectura en Valledupar. No la había y está joven. ¿Qué recomiendas? 

Bienvenida esa facultad que beneficia a una amplia población estudiantil. Lo importante es que el profesorado sepa y entienda el compromiso que adquiere con el futuro de la región donde se desempeñarán los nuevos arquitectos que allí se formen, orientados realmente a la práctica de la arquitectura y el urbanismo, para  aportar soluciones a la población que servirán.

Jaime Palmera con Fina Castro.

Jaime Palmera con Fina Castro.

¿Qué resaltarías de positivo y llamativo en la ciudad y la región? ¿Qué propones? 

Antes de hacer un listado de las cosas positivas y llamativas yo empezaría por llamar la atención de la dirigencia política de Valledupar para que empiecen a elaborar planes a largo plazo con base, precisamente, en lo positivo y llamativo que tenemos. Para responder la pregunta, creo que la respuesta tendría en primer lugar nuestro entorno, que se sale de los límites políticos del municipio y abarca toda una región que tiene claro su origen, su cultura, sus costumbres. Estamos ocupando una zona ambiental caracterizado como bosque seco tropical que muchos desconocen pero que es, al menos para mí, el origen del asentamiento de nuestros fundadores y de ello hemos dependido siempre. Ahora, más concretamente, todo es llamativo y entonces hay que pensar en que si tenemos algo negativo lo debemos volver positivo.

Como ejemplo general, a mediados del siglo pasado nuestra música no era bien vista, pero gracias a una visionaria como Consuelo Araújo Noguera, superamos ese concepto y volvimos universal el vallenato. Un caso en particular, de actualidad, es la obra de la llamada Avenida del Río, que hay que hacerla, sí, pero no como la plantea la Gobernación del Cesar. Es una obra que quedó planteada en el POT pero que se diseñó por fuera de esos parámetros y que, si se realiza con ese planteamiento, puede hacer más daño que bien. Hagámosla, sí, pero bien, sin afanes, con respeto al Guatapurí y su entorno inmediato, buscando el beneficio de toda la ciudadanía y resolviendo problemas urbanos que hoy vivimos y tener como objetivo principal el tan necesitado parque lineal que iría desde el puente de Hurtado hasta la desembocadura del Río Guatapurí en el Río Cesar y no la vía sola, esta debería complementar el parque, no impactarlo negativamente. Por último, Valledupar, además del Parque Lineal del Río, necesita su Jardín Botánico. 

Josefina Castro Daza fue su esposa (fallecida hace un año, el 10 de diciembre), ¿qué recuerdos tiene de ella que hayan sido relevantes en sus trabajos como arquitecto?

Muchos, nuestra relación sentimental nació cuando Fina se interesó en dejarle a Valledupar un Jardín Botánico y, al enterarse de que yo tenía el mismo interés, comenzamos a descubrir afinidades sobre la profesión. Luego fue mi colaboradora crítica en los proyectos que desarrollé, llamándome la atención para que le diera más valor a los espacios e involucrara tanto la vegetación como el arte en mis proyectos. Además, cuando me contrató para las ampliaciones que hizo en el Hotel Boutique Casa Rosalía fue enfática al exigirme la relación de  la casa con el jardín de su entorno.

POR: EL PILÓN.

Temas tratados
  • Arquitecto vallenato
  • Jaime Palmera Pineda
  • Sociedad Colombiana de Arquitectos
  • valledupar

TE PUEDE INTERESAR