Yeraldin Hernández se acostumbró a resistir. Primero, al dolor de una artritis reumatoide que casi la deja sin caminar. Luego, al diagnóstico de cáncer que la tuvo postrada por meses. Y cuando creyó que había recuperado su vida entre tambores, fotos, turistas y murales, ahora enfrenta un nuevo golpe: el inminente desalojo del Museo del Folklor, la casa que levantó con sus manos en el Callejón de La Purrututú, en pleno centro histórico de Valledupar.
“Fue construido a pulso, con retazos de MDF( tablero que se fabrica con fibras de madera triturada), con la ayuda de amigos, artistas y vecinos. No es un negocio, es un homenaje a nuestra cultura”, dice con la voz entrecortada la mujer que los propios artistas, como Jorge Oñate, bautizaron como la mejor guía musical de Valledupar.
Una historia nacida del dolor y el arte
Todo comenzó en 2017. Yeraldin, que había recorrido escenarios vallenatos como percusionista y cantante, recibió en el patio de su casa a unos turistas curiosos. “Me hicieron preguntas sobre Valledupar, sobre el folclor. Yo respondía cantando, contando historias. Me dijeron que debía ser guía turística. Así nació todo”, recuerda.
De esas conversaciones nació YH Music Tour, una agencia de turismo musical legalmente constituida que unía canciones, historia y caminatas por el centro histórico. Los visitantes terminaban su recorrido en el pequeño museo que Yeraldin levantó dentro de una vieja casa que alguna vez perteneció al maestro Andrés ‘El Turco’ Gil. Allí, entre tambores, sombreros, fotografías y atuendos típicos, los turistas aprendían a tocar instrumentos, se vestían con trajes tradicionales y se llevaban un pedazo de la identidad vallenata.
“Es una experiencia viva de dos horas. Se habla de la cultura indígena, se siente el espíritu de los pueblos. Muchos artistas han pasado por aquí: Omar Geles, Rolando Ochoa, Alfredo Gutiérrez… Todos dejaron algo, una foto, una anécdota, una sonrisa”, cuenta orgullosa.
El museo que nació donde hubo ruinas
Las paredes de la casa estaban agrietadas, los baños inservibles y el techo a punto de caer. Yeraldin comenzó a pedir ayuda, convocó muralistas, pintores, músicos y vecinos para transformar el lugar. Fue así como el Callejón de La Purrututú se convirtió en un corredor cultural, con murales que retratan a los grandes del vallenato.
“Hasta el día de hoy no hay artista que haya pasado por el callejón sin tomarse una foto aquí”, dice con un brillo en los ojos.
Pero esa misma casa, la que levantó como símbolo de resistencia y folclor, es hoy su mayor preocupación. El inmueble, propiedad del maestro Turco Gil, está embargado desde 2016 por una deuda con el banco Davivienda. Yeraldin asegura que no fue notificada del proceso y que se enteró del desalojo solo cuando la Policía llegó con la orden judicial.
“Me llamaron y me dijeron que afuera había una red de policías con funcionarios del banco. Yo no estaba en casa. No había recibido ninguna notificación ni vi emblema alguno. Me tomó por sorpresa”.
Cuenta que ese día vivió horas de angustia: “Me dijeron que si no tenía dónde ir, se llevarían a mi hija al Bienestar Familiar. Fue un momento terrible”.
Con la ayuda de vecinos y un abogado, logró un acuerdo de último momento: el banco le dio hasta este miércoles 15 de octubre para entregar la casa. Desde entonces, pasa las horas empacando los cuadros, los tambores, los trajes típicos y los recuerdos que guardan más de una década de trabajo.
“No tengo a dónde ir”
Yeraldin vive con su hija de 12 años, también amante de la música. “No tengo un lugar propio donde meterla. Solo quiero poder darle un techo y seguir cuidando este museo que es de todos”, dice.
Por eso hace un llamado desesperado: “Pido a la gobernadora, al alcalde Ernesto Orozco, a la Secretaría de Cultura, a la Cámara de Comercio, a todos los que aman el folclor, que me ayuden. No pido limosna. Pido una oportunidad para seguir trabajando por la cultura”.
Mientras empaca sus instrumentos, Yeraldin confía en que las bendiciones lleguen en forma de llamadas, apoyo o un nuevo lugar donde el Museo del Folklor pueda renacer. “Si superé el cáncer, también puedo superar esto. Pero necesito que Dios ponga las personas correctas a mi lado”.
Mientras guarda los últimos cuadros y tambores del museo, Yeraldin Hernández insiste en que no se trata solo de una casa, sino de un símbolo de identidad. “Mañana puede no haber museo, pero el folclor sigue vivo en mi voz”, dice con firmeza.
El Museo del Folklor, ubicado en el Callejón de La Purrututú, carrera 6A No. 13B-61, permanece cerrado por orden de desalojo. Yeraldin, sin embargo, mantiene activo el contacto 323 345 0960 para quienes deseen conocer el proyecto u ofrecer apoyo institucional que permita resguardar su patrimonio cultural.
Por: Redacción EL PILÓN.












