Conmemoramos hoy el natalicio 118 del filósofo Rafael Carrillo, quien nació en el corregimiento de Atánquez, municipio de Valledupar, el 25 de agosto de 1907. Recientemente, en el mes de mayo, se publicó por parte de la editorial Ibáñez, sus dos trabajos sobre filosofía del derecho: “Ambiente Axiológico de la Teoría Pura del Derecho” y “Filosofía del Derecho como Filosofía de la Persona”, del cual fui su editor.
Un amigo, Manuel Moreno, estudiante de posgrado de la Universidad Industrial de Santander, me envió un audio que contiene la conversación de dos estudiantes españoles (mujer y hombre sin identificación) dedicados a reflexionar sobre distintas obras de filosofía, y entre ellas, escogieron o seleccionaron el primer trabajo de Carrillo considerado un clásico de la filosofía jurídica en relación con la obra de Hans Kelsen. La transcripción se hace con suma lealtad a lo allí expresado.
“Hoy nos metemos a fondo con un texto muy interesante del filósofo colombiano Rafael Carrillo, se llama ‘Ambiente axiológico de la Teoría de Kelsen’. Eso es, y va de cómo la teoría de Kelsen que buscaba ser tan pura, pues parece que no puede evitar respirar un aire cargado de valores. Carrillo, que fue una figura importante en la filosofía en Colombia, se pregunta por la naturaleza de los valores, son algo objetivo que exista (y fuera), o cambian con el tiempo, con nosotros. Y lo más fascinante es como conecta esto que es de la axiología, de la filosofía de los valores, con Kelsen, con la teoría pura del derecho, que justamente intentaba separar el derecho de todo eso, de la moral, de los valores.
“Esa es nuestra tarea hoy, ver como Carrillo defiende esa idea de valores objetivos y por qué cree que esto que parece raro es clave para entender a Kelsen. Carrillo arranca contestando a los que critican la idea de valores fijos, quizás desde posturas, no sé, más vitalistas o subjetivistas. ¿Cuál es su argumento principal? Defiende con bastante fuerza que los valores son objetivos y trascendentes, sigue la línea de gente como Scheler, Hartman, para él no son simples opiniones o, digamos, modas pasajeras, tienen como una entidad propia que está más allá de nosotros. Entiendo, pero aquí viene una duda, si los valores no cambian, como se explica que en distintas épocas, valoremos cosas distintas, pienso, no sé, la religión, en la edad media, en el renacimiento. Buena pregunta, Carrillo lo que dice es que lo que cambia no es el valor en sí mismo, sino nuestra capacidad para captarlo, para apreciarlo, lo llama la adecuación del acto intuitivo, es como si nuestra perspectiva, nuestra sintonía con el valor pudiera cambiar con la historia, pero el valor sigue ahí, afinamos nuestra capacidad para ver algo que ya existía, algo así, pero hay otra objeción bastante común, si los valores son tan reales, tan objetivos, porque nos cuesta tanto llevarlo a la práctica, nuestro fracaso no demuestra que son pocos ideales, pocos reales; pues Carrillo le da la vuelta a ese argumento de manera muy hábil, sostiene que es precisamente ese fracaso, esa dificultad, la que prueba que el valor es trascendente, que está más allá de nuestro control.
“Si fuera una simple creación nuestra, dice él, pues podríamos realizarlo cuando quisiéramos, sería fácil, claro, su dificultad demuestra que existe independientemente, lo compara con una norma jurídica, que alguien la incumpla, no anula la norma ni el ordenamiento. Qué interesante esa inversión del argumento. Y, para profundizar en esto, ¿utiliza Carrillo otras herramientas filosóficas además de la axiología? Sí, se apoya bastante en la fenomenología de Husserl; propone una cosa que llama Epojé axiológica. Suena técnico. La idea básica de la Epojé de Husserl es como poner entre paréntesis muchas creencias sobre si el mundo exterior existe de verdad para centrarnos solo en como lo experimentamos, en la conciencia pura.
“Carrillo aplica esto al valor; suspendemos la creencia en si el valor es real y nos centramos en el sentimiento que nos provoca, y según él ese mismo sentimiento nos reafirma en que el valor es trascendente; o sea, el propio sentimiento nos confirma su existencia independiente; curioso. Eso sugiere. Pone el ejemplo del “recuerdo”, pues dudar si un objeto que recuerdas existió de verdad, pero si recuerdas un valor que sentiste, la creencia en su entidad, en su valor intrínseco, como que se mantiene más fuerte. Entiendo, y creo que también mencionaba algo de la “simpatía”. Sí, se basa en Scheler también para eso. Argumenta que la “simpatía” auténtica cuando conectamos de verdad con otra persona, no va a lo superficial, sino a su entidad genuina, que está ligada a valores, y esa conexión a través del valor compartido es lo que nos sacaría del silogismo, de la idea de que solo existo yo, nos abre a la realidad de los otros y del mundo, como algo valiosos en sí mismo. Vale.
“Vemos cómo va construyendo su defensa de los valores objetivos y cómo aterriza todo esto en el Derecho que parecía un campo bien distinto. Bueno, él menciona que la filosofía de los valores ya estaba influyendo en algunos juristas o filósofos del derecho como Scheler o Lask. Pero el punto fuerte, lo que deja caer al final de esta parte del ensayo, es su análisis de Kelsen. Claro. Kelsen y su teoría pura, el intento de limpiar el Derecho de todo lo que no fuera Norma Pura, lo Metajurídico, como él lo llamaba, moral, política (fuera) justo. Carrillo, pues, sostiene, que, a pesar de ese esfuerzo enorme de Kelsen por la pureza formal, su teoría funciona inevitablemente dentro de un ambiente axiológico, incluso Kelsen; eso dice Carrillo.
“Sugiere que la propia estructura lógica de Kelsen, esa búsqueda de una norma fundamental, le acerca quizás sin que Kelsen lo quisiera a una necesidad de buscar un fundamento último, algo que recuerda mucho la filosofía de los valores. Es una lectura bastante provocadora, desde luego. Que ni el intento más radical del formalismo jurídico puede escapar del todo a la influencia de los valores. Entonces resumiendo un poco; Rafael Carrillo defiende los valores objetivos con argumentos como que cambia la percepción, no el valor, o que el fracaso prueba su trascendencia; usa la fenomenología, la simpatía, exacto.
“Y la gran idea final que nos deja ahí, es que esta visión de los valores impacta hasta en teorías como las de Kelsen que intentaba precisamente evitarlo. Sí, exacto. Y te deja pensando, si una teoría tan importante y centrada en la lógica pura como la de Kelsen, parece, según esta lectura de Carrillo, inevitablemente conectada a un trasfondo de valores, que nos dice eso, es realmente posible separar nuestras construcciones más importantes, el Derecho, la Ciencia, la misma Sociedad, de una base de valores, o quizás el valor es un componente esencial, imposible de eludir en nuestra forma de entender y estructurar la realidad. Es una pregunta potente para seguir estudiando”.
Por: Carlos Elías Lúquez Carrillo











