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Columnista - 4 julio, 2010

Rosendo Romero “El Poeta de Villanueva”

Por: Giomar Lucía Guerra Bonilla En cierta ocasión dialogaba en la Academia de música de la Maestra Sandra Eugenia Padilla, con el “poeta de Villanueva,” el maestro Rosendo Romero, cuyas canciones por su belleza literaria y melódica escucho a menudo. Aproveché para preguntarle sobre los orígenes e influencias de su talento como compositor y la […]

Por: Giomar Lucía Guerra Bonilla



En cierta ocasión dialogaba en la Academia de música de la Maestra Sandra Eugenia Padilla, con el “poeta de Villanueva,” el maestro Rosendo Romero, cuyas canciones por su belleza literaria y melódica escucho a menudo. Aproveché para preguntarle sobre los orígenes e influencias de su talento como compositor y la disposición musical de sus hermanos, al grado de constituirse en una respetable “dinastía,” de la música vallenata, con origen en Villanueva, Sur de la Guajira.
La respuesta fue inmediata: de mi abuelo Rosendo Romero Ospino, de mi padre Escolástico Romero Villarreal, primo hermano de Juana Francisca Díaz Villarreal, madre del Negro Alejo y Náfer Durán. Ella tuvo como herencia, la influencia de la gaita y la tambora por ser cantadora de  cantos de pajarito. En su pueblo la gente bailaba y cantaba al aire libre. En la rueda de un cumbión Juana Francisca se enamoró de Náfer Durán Mojica, el padre de Alejandro y Náfer. También recibí la influencia de algunos compositores.
…y de mi maestro Rafael Peñaloza López, Director y fundador del Liceo Colombia de Villanueva. Somos muchos, toda una camada, como bien lo afirma  en su poema Virtud Liceísta, un homenaje literario que él dedica a sus ex alumnos. En uno de sus apartes dice, así.
“En un momento sagrado de mi vida/ al resonar de alegría en Cuna de Acordeones / se despertó mi espíritu en forma confundida/ recordando a ex alumnos que me llenan de ilusiones. Todos ellos vivo ejemplo de mi cultura…”
Los Romero, con el pollo “Isra” Israel Romero “el rey de la nota musical,” a la cabeza, el tercero de la familia, quien aprovechó muy bien las enseñanzas de sus hermanos mayores, cuando animaban las fiestas del pueblo, ejecutando el acordeón al lado de sus hermanos Rafael, Norberto y Misael, también está  Limedes, quien no se ha quedado atrás en la cosecha de éxitos.
Israel ha mantenido con grandes esfuerzos, uno de los mejores grupos por su avance musical, escenográfico y en producción, cuya historia es  conocida por todos: “El Binomio de Oro,” uno de las  agrupaciones  más estables, organizada el 16 de julio de 1976, con el tristemente fallecido Rafael Orozco, de cuyas virtudes, talento artístico y creatividad pudimos disfrutar. Además de la persistente actividad por la preservación y organización del Festival “ Cuna de Acordeones.” Cuya versión 32 se inicia el próximo primero de julio.
Sobre Rosendo Romero Ospino, sin profundizar en su obra poética, tengo que decir que es muy importante  los aportes del susurrador de nostalgias, “el poeta de Villanueva”, el literato de gran inspiración y coordinación poética, destacado por su vasta obra, interpretada por famosas agrupaciones, la cual según él afirma, tiene considerable influencia del poeta y amante empedernido del romanticismo, Gustavo Gutiérrez Cabello, cuyas vivencias y sentimientos manifiesta de manera notable en sus canciones verdaderos poemas, con acentuados ribetes líricos. Y de Freddy Molina. Sus primeras composiciones “La Custodia del edén” y “La Caída,” son grabadas en 1972, año en que Fredy muere, pero ya había recibido su influencia.
Su carrera artística ha sido fulminante, prolífica su producción, por la fuerza que les imprime y el valor artístico de sus canciones, grabadas por reconocidos grupos musicales. En 1975, sale a la luz  “Noche sin lucero,” interpretada por Jorge Oñate y Nicolás “Colacho” Mendoza, retomada por el conjunto de Diomedes Díaz e Iván Zuleta. Continúa creando y tras una carrera de bellas canciones, celebradas y acogidas por los mejores, nos las entrega a través de: Ivo Díaz y El Pangue Maestre, Silvio Brito y el Pangue, Jorge Celedón y Jimmy Zambrano. Ya el Binomio de Oro había dado a conocer, canciones que fueron todo un éxito, como: Sueños de conquista, Despedida de verano, Villanueva, Luna de junio, Canción para una amiga.
Rosendo riega sus sentimientos, su emoción íntima,  en versos inspirados, adornados con variedad de matices, y expresiones plenas de alegorías, traducidas en canciones que nos hablan de sus vivencias, cuando hay un motivo y aflora la creatividad, la imaginación elucubra y brota el ensueño, para que asome el sentir por la mujer, sus hijos, sus padres, los amigos, su tierra, traducidos en momentos alegres, otros de melancolía,  nostálgicos… Y así nacen, entre otras: Fantasía, en la voz de Diomedes y el acordeón de Colacho y Son montañero. También incursionan: Iván Villazón, con “El amor es un cultivo”, pasando por Juan Piña, Alfredo Gutiérrez, Gabriel Celedón, Otto Serge y Rafael Ricardo, Ismael Rudas y Daniel Celedón.
Recopilaciones como:“Rosendo interpreta a Rosendo,” editado en 1980, “Diez acordeones para un poeta.” En 2003 da a conocer la obra titulada “La puerta del amor y Voces de la provincia,” con Daniel Celedón, Marcos Díaz, Alfonso Celedón, Diego Álvarez y Roberto Carlos Morón.
Este hombre de maneras sencillas, andar pausado, parco al hablar, con su mochila abrazada con fuerza al corazón como custodio de su mayor tesoro: sus poemas, con sobrada razón ha sido motivo de varios reconocimientos en distintas poblaciones del país, por su invaluable aporte a la música vallenata, al folclor colombiano y al fortalecimiento de nuestra riqueza cultural.
Así, en el Barrio El Cafetal, dador prolífico de innumerables y reconocidos talentos, en ese mundo de apacibles rincones como lo es Villanueva, nacen, crecen y se muestran al mundo. Con prosapias y lenguajes provenientes de hogares,  compuestos por buenos talantes criollos y, complementados con serios y justos maestros y padres, cuya herencia musical pervive para nuestro solaz. Generaciones que han llegado a vértices encumbrados, que hacen de Colombia y la región un ejemplo digno de imitar.
…Y en noches apacibles, se escucha un silente, nostálgico, lejano y casi que imperceptible  canto:
Quiero morirme como mueren los inviernos / bajo el silencio de una noche veraniega / Quiero morirme como se muere mi pueblo / Serenamente sin quejarme de esta pena. (Rosendo Romero).-

Columnista
4 julio, 2010

Rosendo Romero “El Poeta de Villanueva”

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Giomar Lucía Guerra Bonilla

Por: Giomar Lucía Guerra Bonilla En cierta ocasión dialogaba en la Academia de música de la Maestra Sandra Eugenia Padilla, con el “poeta de Villanueva,” el maestro Rosendo Romero, cuyas canciones por su belleza literaria y melódica escucho a menudo. Aproveché para preguntarle sobre los orígenes e influencias de su talento como compositor y la […]


Por: Giomar Lucía Guerra Bonilla



En cierta ocasión dialogaba en la Academia de música de la Maestra Sandra Eugenia Padilla, con el “poeta de Villanueva,” el maestro Rosendo Romero, cuyas canciones por su belleza literaria y melódica escucho a menudo. Aproveché para preguntarle sobre los orígenes e influencias de su talento como compositor y la disposición musical de sus hermanos, al grado de constituirse en una respetable “dinastía,” de la música vallenata, con origen en Villanueva, Sur de la Guajira.
La respuesta fue inmediata: de mi abuelo Rosendo Romero Ospino, de mi padre Escolástico Romero Villarreal, primo hermano de Juana Francisca Díaz Villarreal, madre del Negro Alejo y Náfer Durán. Ella tuvo como herencia, la influencia de la gaita y la tambora por ser cantadora de  cantos de pajarito. En su pueblo la gente bailaba y cantaba al aire libre. En la rueda de un cumbión Juana Francisca se enamoró de Náfer Durán Mojica, el padre de Alejandro y Náfer. También recibí la influencia de algunos compositores.
…y de mi maestro Rafael Peñaloza López, Director y fundador del Liceo Colombia de Villanueva. Somos muchos, toda una camada, como bien lo afirma  en su poema Virtud Liceísta, un homenaje literario que él dedica a sus ex alumnos. En uno de sus apartes dice, así.
“En un momento sagrado de mi vida/ al resonar de alegría en Cuna de Acordeones / se despertó mi espíritu en forma confundida/ recordando a ex alumnos que me llenan de ilusiones. Todos ellos vivo ejemplo de mi cultura…”
Los Romero, con el pollo “Isra” Israel Romero “el rey de la nota musical,” a la cabeza, el tercero de la familia, quien aprovechó muy bien las enseñanzas de sus hermanos mayores, cuando animaban las fiestas del pueblo, ejecutando el acordeón al lado de sus hermanos Rafael, Norberto y Misael, también está  Limedes, quien no se ha quedado atrás en la cosecha de éxitos.
Israel ha mantenido con grandes esfuerzos, uno de los mejores grupos por su avance musical, escenográfico y en producción, cuya historia es  conocida por todos: “El Binomio de Oro,” uno de las  agrupaciones  más estables, organizada el 16 de julio de 1976, con el tristemente fallecido Rafael Orozco, de cuyas virtudes, talento artístico y creatividad pudimos disfrutar. Además de la persistente actividad por la preservación y organización del Festival “ Cuna de Acordeones.” Cuya versión 32 se inicia el próximo primero de julio.
Sobre Rosendo Romero Ospino, sin profundizar en su obra poética, tengo que decir que es muy importante  los aportes del susurrador de nostalgias, “el poeta de Villanueva”, el literato de gran inspiración y coordinación poética, destacado por su vasta obra, interpretada por famosas agrupaciones, la cual según él afirma, tiene considerable influencia del poeta y amante empedernido del romanticismo, Gustavo Gutiérrez Cabello, cuyas vivencias y sentimientos manifiesta de manera notable en sus canciones verdaderos poemas, con acentuados ribetes líricos. Y de Freddy Molina. Sus primeras composiciones “La Custodia del edén” y “La Caída,” son grabadas en 1972, año en que Fredy muere, pero ya había recibido su influencia.
Su carrera artística ha sido fulminante, prolífica su producción, por la fuerza que les imprime y el valor artístico de sus canciones, grabadas por reconocidos grupos musicales. En 1975, sale a la luz  “Noche sin lucero,” interpretada por Jorge Oñate y Nicolás “Colacho” Mendoza, retomada por el conjunto de Diomedes Díaz e Iván Zuleta. Continúa creando y tras una carrera de bellas canciones, celebradas y acogidas por los mejores, nos las entrega a través de: Ivo Díaz y El Pangue Maestre, Silvio Brito y el Pangue, Jorge Celedón y Jimmy Zambrano. Ya el Binomio de Oro había dado a conocer, canciones que fueron todo un éxito, como: Sueños de conquista, Despedida de verano, Villanueva, Luna de junio, Canción para una amiga.
Rosendo riega sus sentimientos, su emoción íntima,  en versos inspirados, adornados con variedad de matices, y expresiones plenas de alegorías, traducidas en canciones que nos hablan de sus vivencias, cuando hay un motivo y aflora la creatividad, la imaginación elucubra y brota el ensueño, para que asome el sentir por la mujer, sus hijos, sus padres, los amigos, su tierra, traducidos en momentos alegres, otros de melancolía,  nostálgicos… Y así nacen, entre otras: Fantasía, en la voz de Diomedes y el acordeón de Colacho y Son montañero. También incursionan: Iván Villazón, con “El amor es un cultivo”, pasando por Juan Piña, Alfredo Gutiérrez, Gabriel Celedón, Otto Serge y Rafael Ricardo, Ismael Rudas y Daniel Celedón.
Recopilaciones como:“Rosendo interpreta a Rosendo,” editado en 1980, “Diez acordeones para un poeta.” En 2003 da a conocer la obra titulada “La puerta del amor y Voces de la provincia,” con Daniel Celedón, Marcos Díaz, Alfonso Celedón, Diego Álvarez y Roberto Carlos Morón.
Este hombre de maneras sencillas, andar pausado, parco al hablar, con su mochila abrazada con fuerza al corazón como custodio de su mayor tesoro: sus poemas, con sobrada razón ha sido motivo de varios reconocimientos en distintas poblaciones del país, por su invaluable aporte a la música vallenata, al folclor colombiano y al fortalecimiento de nuestra riqueza cultural.
Así, en el Barrio El Cafetal, dador prolífico de innumerables y reconocidos talentos, en ese mundo de apacibles rincones como lo es Villanueva, nacen, crecen y se muestran al mundo. Con prosapias y lenguajes provenientes de hogares,  compuestos por buenos talantes criollos y, complementados con serios y justos maestros y padres, cuya herencia musical pervive para nuestro solaz. Generaciones que han llegado a vértices encumbrados, que hacen de Colombia y la región un ejemplo digno de imitar.
…Y en noches apacibles, se escucha un silente, nostálgico, lejano y casi que imperceptible  canto:
Quiero morirme como mueren los inviernos / bajo el silencio de una noche veraniega / Quiero morirme como se muere mi pueblo / Serenamente sin quejarme de esta pena. (Rosendo Romero).-