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Columnista - 20 abril, 2014

Muchas gracias Gabo

Pensar en morir o en la muerte es perder el tiempo y dejar pasar cada instante dejando de vivir. La muerte es un capitulo ineludible que hace parte de la existencia, pero es placentera cuando su asomo produce una mezcla de tristeza y gratitud, y la certeza de inmortalizarse en el recuerdo.

Por Luis Elquis Diaz

Pensar en morir o en la muerte es perder el tiempo y dejar pasar cada instante dejando de vivir. La muerte es un capitulo ineludible que hace parte de la existencia, pero es placentera cuando su asomo produce una mezcla de tristeza y gratitud, y la certeza de inmortalizarse en el recuerdo.

Gabriel García Márquez, el Gabo, nuestro premio nobel, oriundo de aracataca, distinguido como el colombiano más influyente desde Simón Bolívar y como escritor en la línea de Miguel de Cervantes, partió de este mundo con satisfacción, como pocos hombres lo hacen; hizo de todo en su existencia, describió en el papel las realidades de su nación, y continuo haciéndolo desde el exilio en México, patria que con afecto lo acogió hasta el último suspiro de su vida. Y no solo México lo habría recibido, pues no hubo un rincón del mundo donde no se resaltara su vida, obra, estilo y trayectoria.

Gabriel García Márquez, el verdadero gran colombiano, oportuno el paréntesis para recordar la capacidad amnésica que patenta el país cuando de escoger personalidades se trata: simplemente porque no conocemos nuestra historia. Hombres de la talla de García Márquez, están fuera de concurso y cuando son vencidos en la disputa por permanecer en la vida, merecen lo intangible que supone la eternidad.

Esta nación mágica que plasmo El Gabo en su obra inmortal, sintetiza la realidad de nuestra historia republicana, siempre vigente e ignorada, no obstante, comprendida y sufrida por el escritor, que con matricula ideológica y el derecho que le asiste, nunca se apartó del ordenamiento político de su país, sin embargo, siempre escritor, esa fue su impronta, vocación y convicción, lo demás es especulación.

La grandeza de García Márquez, no tiene límites, es infinita como la naturaleza, escribir es exclusivo de los dotados con ese talento, la paciencia y la inspiración no son pilares del conocimiento consagrado en lo académico, sino resultado del manantial natural que emana historias y ritmos, y luego son bautizadas como obras para el disfrute de devoradores de libros encargados de mitificar al autor.

No he querido transitar por connotaciones que develen intenciones emocionales básicas que expresan los homenajes o reconocimientos, es infructuoso, cada jornada sería insuficiente, pero tengo el derecho de guardarlo en mi recuerdo con aprecio, orgullo, admiración y releerlo con gratitud. “Gabo” lamentable es tu partida, tengo la esperanza que estas en la eternidad donde moran los escogidos, ahí estarás feliz, puliendo el jardín de rosas amarillas, amenizado por el buen vallenato interpretado por los amigos que forjaste en nuestro folclor: “Gabo” muchas gracias por tu obra.

“Gabo” te fuiste un jueves santo emulando a Úrsula Iguaran, personaje de cien años de soledad y también facilitaste la hora para que personas sin cabales procurasen momentos de fama a costa de su exigua capacidad y comprensión del sentido común: pobres ignorantes, que los consuele su resentimiento si es que antes no se ahogan en el. Incesantemente, muchas gracias “Gabo” genio de las letras; orgullo del macondo mágico y exuberante, infelizmente infecundo porque dirigentes sin cabales y fanáticos hacen y escriben tonterías.

Columnista
20 abril, 2014

Muchas gracias Gabo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Elquis Diaz

Pensar en morir o en la muerte es perder el tiempo y dejar pasar cada instante dejando de vivir. La muerte es un capitulo ineludible que hace parte de la existencia, pero es placentera cuando su asomo produce una mezcla de tristeza y gratitud, y la certeza de inmortalizarse en el recuerdo.


Por Luis Elquis Diaz

Pensar en morir o en la muerte es perder el tiempo y dejar pasar cada instante dejando de vivir. La muerte es un capitulo ineludible que hace parte de la existencia, pero es placentera cuando su asomo produce una mezcla de tristeza y gratitud, y la certeza de inmortalizarse en el recuerdo.

Gabriel García Márquez, el Gabo, nuestro premio nobel, oriundo de aracataca, distinguido como el colombiano más influyente desde Simón Bolívar y como escritor en la línea de Miguel de Cervantes, partió de este mundo con satisfacción, como pocos hombres lo hacen; hizo de todo en su existencia, describió en el papel las realidades de su nación, y continuo haciéndolo desde el exilio en México, patria que con afecto lo acogió hasta el último suspiro de su vida. Y no solo México lo habría recibido, pues no hubo un rincón del mundo donde no se resaltara su vida, obra, estilo y trayectoria.

Gabriel García Márquez, el verdadero gran colombiano, oportuno el paréntesis para recordar la capacidad amnésica que patenta el país cuando de escoger personalidades se trata: simplemente porque no conocemos nuestra historia. Hombres de la talla de García Márquez, están fuera de concurso y cuando son vencidos en la disputa por permanecer en la vida, merecen lo intangible que supone la eternidad.

Esta nación mágica que plasmo El Gabo en su obra inmortal, sintetiza la realidad de nuestra historia republicana, siempre vigente e ignorada, no obstante, comprendida y sufrida por el escritor, que con matricula ideológica y el derecho que le asiste, nunca se apartó del ordenamiento político de su país, sin embargo, siempre escritor, esa fue su impronta, vocación y convicción, lo demás es especulación.

La grandeza de García Márquez, no tiene límites, es infinita como la naturaleza, escribir es exclusivo de los dotados con ese talento, la paciencia y la inspiración no son pilares del conocimiento consagrado en lo académico, sino resultado del manantial natural que emana historias y ritmos, y luego son bautizadas como obras para el disfrute de devoradores de libros encargados de mitificar al autor.

No he querido transitar por connotaciones que develen intenciones emocionales básicas que expresan los homenajes o reconocimientos, es infructuoso, cada jornada sería insuficiente, pero tengo el derecho de guardarlo en mi recuerdo con aprecio, orgullo, admiración y releerlo con gratitud. “Gabo” lamentable es tu partida, tengo la esperanza que estas en la eternidad donde moran los escogidos, ahí estarás feliz, puliendo el jardín de rosas amarillas, amenizado por el buen vallenato interpretado por los amigos que forjaste en nuestro folclor: “Gabo” muchas gracias por tu obra.

“Gabo” te fuiste un jueves santo emulando a Úrsula Iguaran, personaje de cien años de soledad y también facilitaste la hora para que personas sin cabales procurasen momentos de fama a costa de su exigua capacidad y comprensión del sentido común: pobres ignorantes, que los consuele su resentimiento si es que antes no se ahogan en el. Incesantemente, muchas gracias “Gabo” genio de las letras; orgullo del macondo mágico y exuberante, infelizmente infecundo porque dirigentes sin cabales y fanáticos hacen y escriben tonterías.