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Columnista - 6 marzo, 2010

Los maestros

Por: Julio Oñate Martínez Finalizaba la década de los años setenta y Nando Marín se encontraba en un corregimiento de San Juan del Cesar, llamado el Tablazo, armando sus primeras canciones que acompañadas con su guitarra le anunciaban a sus paisanos y amigos que el pueblo tenía un nobel compositor ávido por darse a conocer […]

Por: Julio Oñate Martínez
Finalizaba la década de los años setenta y Nando Marín se encontraba en un corregimiento de San Juan del Cesar, llamado el Tablazo, armando sus primeras canciones que acompañadas con su guitarra le anunciaban a sus paisanos y amigos que el pueblo tenía un nobel compositor ávido por darse a conocer y codearse con los ya consagrados más allá de su entorno regional.
En el Tablazo, Nando laboraba en actividades de la agricultura y se distinguía como el tractorista que siempre araba la tierra canturreando alguna melodía de él o ajenas, como uno de tantos turpiales que todavía en esa época se podían ver en los bosques de su tierra Guajira.
Era el 27 de agosto de 1978 y comenzaba en Fonseca, la patria hermosa de Chema Gómez, el Festival del retorno. Marín tenía la guitarra afinada y una buena composición para participar en el concurso de la canción inédita pero andaba sin un peso en el bolsillo el transporte no era gratis y el tractor no aguantaba el viaje.
Resolvió entonces buscar apoyo con su entrañable amigo Walter Coronel, mejor conocido como ¨Caco Coronel¨, un educador que en la Escuela Mixta Rural del Tablazo dictaba las materias básicas, pero el desaliento fue grande ya que éste andaba en las mismas. Sin embargo, había una esperanza, allá en San Juan el profesor tenía una quincena que con siete meses de atraso acababa de llegar a la secretaría de educación y con eso podrían resolver la apremiante situación. En los carros de la ruta hacia San Juan los que iban sentados pagaban por adelantado y los que no, iban colgados de los estribos y al final del viaje resolvían. En esta forma hicieron el recorrido.
En San Juan del Cesar, Micaela Romero, por todos conocida como ¨La comayita¨ era la funcionaria pagadora de la Secretaría de Educación municipal y ante la premura de continuar el viaje hacia Fonseca  donde al final de la tarde comenzaba el concurso de compositores ¨Caco¨ y Nando ligeramente llegaron a la residencia de la pagadora a explicarle la urgencia que tenían de cobrar el cheque que ella guardaba. El reloj marcaba la 1 ½ Pm, hora en que la dama disfrutaba de la siesta cuando ellos tocaron la puerta de la casa. Nadie respondió y ellos insistieron golpeando más duro. Malhumorada ¨la comayita¨ se asomó por la ventana y en tono áspero les preguntó: Que quieren ustedes a esta hora aquí en mi casa?. En tono amable y respetuoso Caco le explicó el motivo de su presencia allí y ella agriamente le disparó, yo aquí en mi casa no pago y además la entrega de cheques es el lunes y sin darle chance a ripostar es dio con la ventana en las narices pues ni siquiera la puerta les abrió.
Marín enojado por el trato recibido por su amigo, tocó entonces la puerta con firmeza y nuevamente ¨la comayita¨ abrió la ventana con cara de revolver engatillado, oiga señora le dijo Nando esa plata se la ganó este profesor hace tiempo, por favor sea justa y entréguele su cheque que se trata de una emergencia; usted no tiene velas en este entierro y lárguese de mi casa, entrometido, remató ella tirando violentamente de nuevo la ventana.
Descorazonados llegaron a la estación del transporte y nuevamente colgados de los estribos de una camioneta de pasajeros se fueron para Fonseca.
Para fortuna de ellos a Nando le fue bien en el festival y tocó varias parrandas a los marimberos de moda, regresando al tablazo con la billetera traqueando. Canceló las deudas pendientes, encargó una guitarra nueva, le pagó una quincena al profesor y siguió madurando musicalmente para llegar a ser una figura cimera del folclor vallenato.
Las punzadas que le propinó ¨la comayita¨ lo molestaban y en homenaje a su amigo Walter Coronel y solidario con todos los educadores de Colombia surgió de su guitarra un nuevo canto: Los Maestros.

Columnista
6 marzo, 2010

Los maestros

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Por: Julio Oñate Martínez Finalizaba la década de los años setenta y Nando Marín se encontraba en un corregimiento de San Juan del Cesar, llamado el Tablazo, armando sus primeras canciones que acompañadas con su guitarra le anunciaban a sus paisanos y amigos que el pueblo tenía un nobel compositor ávido por darse a conocer […]


Por: Julio Oñate Martínez
Finalizaba la década de los años setenta y Nando Marín se encontraba en un corregimiento de San Juan del Cesar, llamado el Tablazo, armando sus primeras canciones que acompañadas con su guitarra le anunciaban a sus paisanos y amigos que el pueblo tenía un nobel compositor ávido por darse a conocer y codearse con los ya consagrados más allá de su entorno regional.
En el Tablazo, Nando laboraba en actividades de la agricultura y se distinguía como el tractorista que siempre araba la tierra canturreando alguna melodía de él o ajenas, como uno de tantos turpiales que todavía en esa época se podían ver en los bosques de su tierra Guajira.
Era el 27 de agosto de 1978 y comenzaba en Fonseca, la patria hermosa de Chema Gómez, el Festival del retorno. Marín tenía la guitarra afinada y una buena composición para participar en el concurso de la canción inédita pero andaba sin un peso en el bolsillo el transporte no era gratis y el tractor no aguantaba el viaje.
Resolvió entonces buscar apoyo con su entrañable amigo Walter Coronel, mejor conocido como ¨Caco Coronel¨, un educador que en la Escuela Mixta Rural del Tablazo dictaba las materias básicas, pero el desaliento fue grande ya que éste andaba en las mismas. Sin embargo, había una esperanza, allá en San Juan el profesor tenía una quincena que con siete meses de atraso acababa de llegar a la secretaría de educación y con eso podrían resolver la apremiante situación. En los carros de la ruta hacia San Juan los que iban sentados pagaban por adelantado y los que no, iban colgados de los estribos y al final del viaje resolvían. En esta forma hicieron el recorrido.
En San Juan del Cesar, Micaela Romero, por todos conocida como ¨La comayita¨ era la funcionaria pagadora de la Secretaría de Educación municipal y ante la premura de continuar el viaje hacia Fonseca  donde al final de la tarde comenzaba el concurso de compositores ¨Caco¨ y Nando ligeramente llegaron a la residencia de la pagadora a explicarle la urgencia que tenían de cobrar el cheque que ella guardaba. El reloj marcaba la 1 ½ Pm, hora en que la dama disfrutaba de la siesta cuando ellos tocaron la puerta de la casa. Nadie respondió y ellos insistieron golpeando más duro. Malhumorada ¨la comayita¨ se asomó por la ventana y en tono áspero les preguntó: Que quieren ustedes a esta hora aquí en mi casa?. En tono amable y respetuoso Caco le explicó el motivo de su presencia allí y ella agriamente le disparó, yo aquí en mi casa no pago y además la entrega de cheques es el lunes y sin darle chance a ripostar es dio con la ventana en las narices pues ni siquiera la puerta les abrió.
Marín enojado por el trato recibido por su amigo, tocó entonces la puerta con firmeza y nuevamente ¨la comayita¨ abrió la ventana con cara de revolver engatillado, oiga señora le dijo Nando esa plata se la ganó este profesor hace tiempo, por favor sea justa y entréguele su cheque que se trata de una emergencia; usted no tiene velas en este entierro y lárguese de mi casa, entrometido, remató ella tirando violentamente de nuevo la ventana.
Descorazonados llegaron a la estación del transporte y nuevamente colgados de los estribos de una camioneta de pasajeros se fueron para Fonseca.
Para fortuna de ellos a Nando le fue bien en el festival y tocó varias parrandas a los marimberos de moda, regresando al tablazo con la billetera traqueando. Canceló las deudas pendientes, encargó una guitarra nueva, le pagó una quincena al profesor y siguió madurando musicalmente para llegar a ser una figura cimera del folclor vallenato.
Las punzadas que le propinó ¨la comayita¨ lo molestaban y en homenaje a su amigo Walter Coronel y solidario con todos los educadores de Colombia surgió de su guitarra un nuevo canto: Los Maestros.