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Columnista - 15 septiembre, 2012

Leandro, “El Merenguero”

Por: Julio Oñate Martínez Los investigadores del vallenato han podido establecer que fue a partir del año 1990 la época en que el merengue comenzó a perfilarse como uno de los aires más representativos de nuestro folclor.  Al mencionar dicha  época no se está significando que se trata del momento en que surge, sino del […]

Por: Julio Oñate Martínez

Los investigadores del vallenato han podido establecer que fue a partir del año 1990 la época en que el merengue comenzó a perfilarse como uno de los aires más representativos de nuestro folclor.  Al mencionar dicha  época no se está significando que se trata del momento en que surge, sino del período que de forma masiva y definitiva el acordeón se incorporó a su interpretación en el ancestral formato de las gaitas indígenas. Fue tal el florecimiento de este ritmo en esos años que tres famosos acordeoneros desde sus diferente sitios de origen reclamaban el honorífico titulo de el Rey del Merengue: Chico Sarmiento, en la Junta, Octavio Mendoza en el Paso; y Eusebio Ayala en Valencia de Jesús, pero quizás ninguno de ellos alcanzó a tener una catalogo tan abundante en este ritmo, como el maestro Leandro Díaz, aproximadamente unos 60 merengues conocidos soportan esta afirmación.

El renovó la fe en la vigencia de este aire tradicional, desterrado paulatinamente de nuestro activo discográfico por la indiferencia creativa de nuestros compositores que le siguen las reglas de juego a las disqueras  que le niegan su carácter comercial. Como le corresponde a través de su merengue, El Bozal,  Leandro hace una dura critica al fenómeno comercial que solo privilegia la grabación de paseos con la consecuente perdida de esta expresión autóctona que quizás exige un poco más de esfuerzo por su complejidad en la composición.
Algunos compositores vallenatos tienen espléndidos merengues que mantienen su vigor a través del tiempo, y que vale la pena destacar entre ellos verdaderos símbolos de este ritmo vernáculo: Yo soy Vallenato, de Alonso Fernández Oñate, Tiempos Pasados, Poncho Cotes, De Flor en Flor: Isaac Carrillo, Mírame y la Víspera de Año Nuevo: Tobías Enrique Pumarejo, La Piquería: El Viejo Mile, El Secreto: Lorenzo Morales, El Viejo Miguel: Adolfo Pacheco, La mujer y la Primavera: Víctor Silva, Mi Fama: Luis Enrique Martínez, Evangelina: Alejo Durán.
Donde quiera que Va de Luciano Guyo, Lola la Negra: Carlos Huerta, Palomita Volantona: Calixto Ochoa. Morenita Porqué lloras: Naferito Durán, Dina López: Chente Munive, La Virgen del Carmen: Emilianito Zuleta, Mi Gran Amigo: Camilo Namén, Nativo del Valle: Beto Murgas, Muero mi Arte: Poncho Zuleta, Ema González: de quien esto escribe, La Fregona: Rafael Gutiérrez Céspedes, Gorazón Vallenato: Miro Zuleta, La Demanda: Cherna Moscote, Margarita: Armando Zabaleta, Yo Soy el Merengue: Luis Cujia y además, de una docena de celebres merengues del Maestro Escalona. Algunos de omisión forzosa por lo reducido de este espacio, pero concediéndole crédito respectivo a sus autores.
Sin lugar a dudas Luis Enrique Martínez el gran Pollo Vallenato, con su acordeón ferazmente merenguero puede estar equilibrado en número con el maestro Leandro Díaz, pero he querido resaltar este perfil en el vate de Alto Pino como el compositor desligado de la ejecución de los pitos y los bajos.
A comienzos del 80 cuando conocimos El Bozal en versión de Diomedes Díaz, ningún compositor vallenato se sintió aludido con el mensaje y pasivamente callaron a este punzante dardo. Paradójicamente el único capaz de ripostar fue el Rey Vallenato Chiche Martínez con su merengue: El Freno:
“Aquí tengo tu freno pa’l bozal
Si tú quieres podemos decidir
Yo compongo el merengue natura!
El que tiene del Valle su sentir”.

En la estrofa final de El Bozal Leandro le dejó una tarea a los nuevos creativos que hoy sigue desafiándolos en la siguiente forma:
“Que salga un compositor
Que haga un merengue pa’ ve
Que haga dos y que haga tres
Que haga el cuarto superior
Que haga el quinto como yo
Que canto el sexto con brío
Hago el séptimo engrei’o
Porque voy llegando al ocho
Hago el noveno sabroso
Y en el décimo sonrío”

Columnista
15 septiembre, 2012

Leandro, “El Merenguero”

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Por: Julio Oñate Martínez Los investigadores del vallenato han podido establecer que fue a partir del año 1990 la época en que el merengue comenzó a perfilarse como uno de los aires más representativos de nuestro folclor.  Al mencionar dicha  época no se está significando que se trata del momento en que surge, sino del […]


Por: Julio Oñate Martínez

Los investigadores del vallenato han podido establecer que fue a partir del año 1990 la época en que el merengue comenzó a perfilarse como uno de los aires más representativos de nuestro folclor.  Al mencionar dicha  época no se está significando que se trata del momento en que surge, sino del período que de forma masiva y definitiva el acordeón se incorporó a su interpretación en el ancestral formato de las gaitas indígenas. Fue tal el florecimiento de este ritmo en esos años que tres famosos acordeoneros desde sus diferente sitios de origen reclamaban el honorífico titulo de el Rey del Merengue: Chico Sarmiento, en la Junta, Octavio Mendoza en el Paso; y Eusebio Ayala en Valencia de Jesús, pero quizás ninguno de ellos alcanzó a tener una catalogo tan abundante en este ritmo, como el maestro Leandro Díaz, aproximadamente unos 60 merengues conocidos soportan esta afirmación.

El renovó la fe en la vigencia de este aire tradicional, desterrado paulatinamente de nuestro activo discográfico por la indiferencia creativa de nuestros compositores que le siguen las reglas de juego a las disqueras  que le niegan su carácter comercial. Como le corresponde a través de su merengue, El Bozal,  Leandro hace una dura critica al fenómeno comercial que solo privilegia la grabación de paseos con la consecuente perdida de esta expresión autóctona que quizás exige un poco más de esfuerzo por su complejidad en la composición.
Algunos compositores vallenatos tienen espléndidos merengues que mantienen su vigor a través del tiempo, y que vale la pena destacar entre ellos verdaderos símbolos de este ritmo vernáculo: Yo soy Vallenato, de Alonso Fernández Oñate, Tiempos Pasados, Poncho Cotes, De Flor en Flor: Isaac Carrillo, Mírame y la Víspera de Año Nuevo: Tobías Enrique Pumarejo, La Piquería: El Viejo Mile, El Secreto: Lorenzo Morales, El Viejo Miguel: Adolfo Pacheco, La mujer y la Primavera: Víctor Silva, Mi Fama: Luis Enrique Martínez, Evangelina: Alejo Durán.
Donde quiera que Va de Luciano Guyo, Lola la Negra: Carlos Huerta, Palomita Volantona: Calixto Ochoa. Morenita Porqué lloras: Naferito Durán, Dina López: Chente Munive, La Virgen del Carmen: Emilianito Zuleta, Mi Gran Amigo: Camilo Namén, Nativo del Valle: Beto Murgas, Muero mi Arte: Poncho Zuleta, Ema González: de quien esto escribe, La Fregona: Rafael Gutiérrez Céspedes, Gorazón Vallenato: Miro Zuleta, La Demanda: Cherna Moscote, Margarita: Armando Zabaleta, Yo Soy el Merengue: Luis Cujia y además, de una docena de celebres merengues del Maestro Escalona. Algunos de omisión forzosa por lo reducido de este espacio, pero concediéndole crédito respectivo a sus autores.
Sin lugar a dudas Luis Enrique Martínez el gran Pollo Vallenato, con su acordeón ferazmente merenguero puede estar equilibrado en número con el maestro Leandro Díaz, pero he querido resaltar este perfil en el vate de Alto Pino como el compositor desligado de la ejecución de los pitos y los bajos.
A comienzos del 80 cuando conocimos El Bozal en versión de Diomedes Díaz, ningún compositor vallenato se sintió aludido con el mensaje y pasivamente callaron a este punzante dardo. Paradójicamente el único capaz de ripostar fue el Rey Vallenato Chiche Martínez con su merengue: El Freno:
“Aquí tengo tu freno pa’l bozal
Si tú quieres podemos decidir
Yo compongo el merengue natura!
El que tiene del Valle su sentir”.

En la estrofa final de El Bozal Leandro le dejó una tarea a los nuevos creativos que hoy sigue desafiándolos en la siguiente forma:
“Que salga un compositor
Que haga un merengue pa’ ve
Que haga dos y que haga tres
Que haga el cuarto superior
Que haga el quinto como yo
Que canto el sexto con brío
Hago el séptimo engrei’o
Porque voy llegando al ocho
Hago el noveno sabroso
Y en el décimo sonrío”