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Columnista - 11 agosto, 2012

Hay que ayudar a Zuleta

Por: Julio Oñate Martínez Muchísimos esfuerzos, trasnochos, sacrificios y triquiñuelas tuvo que realizar Poncho Zuleta para poder comprar los primeros potreros de “Mi Salvación”, pero era tanto o más difícil llenarlos de ganado ya que en esa época la actividad artística en el mundo vallenato no tenía la remuneración de hoy en día y la […]

Por: Julio Oñate Martínez

Muchísimos esfuerzos, trasnochos, sacrificios y triquiñuelas tuvo que realizar Poncho Zuleta para poder comprar los primeros potreros de “Mi Salvación”, pero era tanto o más difícil llenarlos de ganado ya que en esa época la actividad artística en el mundo vallenato no tenía la remuneración de hoy en día y la demanda del cantante apenas comenzaba, pero con padrinos de sobra y sus excelentes relaciones consiguió que el Fondo Ganadero le diera un buen lote de novillas en participación, que – según los reglamentos de esa entidad- los ganados deben ser inventariados cada seis meses.
Todo iba viento en popa, hasta que una llamada del compadre Joaquín Rodríguez le avisó que al lado de su posesión vendían 300 hectáreas de tierra que Poncho tenía en la mira después llego a la zona como una forma de crecer y echar pa’lante, pero. Este Pero si era mayúsculo al plantear la siguiente incógnita: de donde carajo iría a sacar el billete para comprarlas, si su promedio bancario era minúsculo, los prestamistas estaban quebrados por los algodoneros, el cupo de crédito en la disquera C.B.S lo tenía copado y los marimberos de la guajira apenas comenzaban a cranearse los primeros embarques, así pues temblándole el pulso le toco forzosamente y en contra de sus principios éticos vender el ganado del Fondo Ganadero.
La felicidad experimentada al firmar la escritura de la nueva parcela se esfumó al recibir el anuncio de la futura visita del supervisor que revisaba e inventariaba los ganados del Fondo. Fue la primera vez en mi vida que supe lo que era sudar frio, dice Zuleta, consiente del tremendo lio jurídico que tendría que enfrentar si las cosas no estaban en orden. Tenía que conseguir el ganado ojalá y fuera empeñando a su hermano Emilianito, “El gago de oro”.
Con la mediación de su paisano y entrañable amigo el Dr. Álvaro Aguirre, como garante, logró que otro Villanuevero “El chiche Dangond”, hombre de reconocida rectitud comercial pero de carácter medio atravesao le prestara el lote de novillas para así cumplir con la revisoría del fondo y ganar tiempo para tratar de ir desenredando aquella maraña.
Las cosas salieron bien, pero meses más adelante “El chiche” comenzó a tratar de rescatar sus animales, pero Poncho siempre andaba de gira, el celular no existía y en su casa nunca daban razón y entonces después de una infructuosa gestión, bastante ofuscado y colérico se le presentó al DR. Aguirre en tono amenazante, necesito que me lleves donde este Poncho Zuleta porque lo que es hoy me devuelve las novillas o te juro que lo mato.
Álvaro lo localizó rápidamente informándole de la situación nada grata que tenía por delante.
Poncho le pregunto, ¿el tipo está armado?. Claro que está armado, le respondió.
Entonces quítale el arma y me lo traes acá.
Lucidamente Aguirre manejando la situación le dijo al Chiche, entrégame el arma y vamos donde está el hombre. Este se la entrego y juntos fueron a buscarlo.
Los recibió en su casa en compañía de su esposa Luzmila a quien le llamó la atención un reloj Chopard extraplano que el Chiche lucia en la muñeca izquierda y este gentilmente se lo obsequio quedando ella un poco apenada mientras Poncho con un guiño de ojos le daba a entender a Aguirre que el problema se arreglaría procediendo de inmediato a enfrentar la situación, pues él sabía que Dangond era hombre de voraz apetito y colmillo arbitrario.
Compadre Chiche, que alegría tenerlo aquí en mi casa, venga pa’ que vea la guartinaja que le tengo en el congelador esperando el día que usted me visitara, ordenando de inmediato que prepararan el guiso con todos sus perendengues y además le ofreció de su despensa ñeque de la sierra montaña, pisingos de la ciénaga de San Marcos (Sucre), iguanas de Fonseca, chivito de cacho de La Guajira, Saíno del Perijá, cauquero de Tierralta, (Córdoba), conejo ahumado del Difícil (Magdalena), carne salá de Montería, una dorada del rio Lebrija (Santander) y hasta un Pajuil del cerro pintao de Villanueva, y después llevándolo al bar de la casa le mostro una caja de Buchanan 18 años que estaba reservada para él; destapando seguidamente la primera botella para brindar a la salud de tan apreciado visitante, terminando por regalarle un esplendido chinchorro Guajiro doble fax, para que aprenda a corcovear acostado le advirtió.
Instalados en el kiosco, abrumados de atenciones en un solo beber y beber y comer y comer, entre risas, cantos y versos matizados por las ocurrencias y chispa fina del anfitrión, pasó uno de los días más agradables de mi vida, dice El “Chiche”, quien antes de partir al escuchar las tribulaciones económicas de Poncho y conocer sus dificultades financieras le pidió a Aguirre que le bajara del carro un maletín con tres millones de pesos que cargaba y se los entregara comentándole: compadre Álvaro, este pobre tipo esta jodido así que, hay que ayudar a Zuleta. De las novillas, sabrá mandrake!.

Columnista
11 agosto, 2012

Hay que ayudar a Zuleta

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Julio C. Oñate M.

Por: Julio Oñate Martínez Muchísimos esfuerzos, trasnochos, sacrificios y triquiñuelas tuvo que realizar Poncho Zuleta para poder comprar los primeros potreros de “Mi Salvación”, pero era tanto o más difícil llenarlos de ganado ya que en esa época la actividad artística en el mundo vallenato no tenía la remuneración de hoy en día y la […]


Por: Julio Oñate Martínez

Muchísimos esfuerzos, trasnochos, sacrificios y triquiñuelas tuvo que realizar Poncho Zuleta para poder comprar los primeros potreros de “Mi Salvación”, pero era tanto o más difícil llenarlos de ganado ya que en esa época la actividad artística en el mundo vallenato no tenía la remuneración de hoy en día y la demanda del cantante apenas comenzaba, pero con padrinos de sobra y sus excelentes relaciones consiguió que el Fondo Ganadero le diera un buen lote de novillas en participación, que – según los reglamentos de esa entidad- los ganados deben ser inventariados cada seis meses.
Todo iba viento en popa, hasta que una llamada del compadre Joaquín Rodríguez le avisó que al lado de su posesión vendían 300 hectáreas de tierra que Poncho tenía en la mira después llego a la zona como una forma de crecer y echar pa’lante, pero. Este Pero si era mayúsculo al plantear la siguiente incógnita: de donde carajo iría a sacar el billete para comprarlas, si su promedio bancario era minúsculo, los prestamistas estaban quebrados por los algodoneros, el cupo de crédito en la disquera C.B.S lo tenía copado y los marimberos de la guajira apenas comenzaban a cranearse los primeros embarques, así pues temblándole el pulso le toco forzosamente y en contra de sus principios éticos vender el ganado del Fondo Ganadero.
La felicidad experimentada al firmar la escritura de la nueva parcela se esfumó al recibir el anuncio de la futura visita del supervisor que revisaba e inventariaba los ganados del Fondo. Fue la primera vez en mi vida que supe lo que era sudar frio, dice Zuleta, consiente del tremendo lio jurídico que tendría que enfrentar si las cosas no estaban en orden. Tenía que conseguir el ganado ojalá y fuera empeñando a su hermano Emilianito, “El gago de oro”.
Con la mediación de su paisano y entrañable amigo el Dr. Álvaro Aguirre, como garante, logró que otro Villanuevero “El chiche Dangond”, hombre de reconocida rectitud comercial pero de carácter medio atravesao le prestara el lote de novillas para así cumplir con la revisoría del fondo y ganar tiempo para tratar de ir desenredando aquella maraña.
Las cosas salieron bien, pero meses más adelante “El chiche” comenzó a tratar de rescatar sus animales, pero Poncho siempre andaba de gira, el celular no existía y en su casa nunca daban razón y entonces después de una infructuosa gestión, bastante ofuscado y colérico se le presentó al DR. Aguirre en tono amenazante, necesito que me lleves donde este Poncho Zuleta porque lo que es hoy me devuelve las novillas o te juro que lo mato.
Álvaro lo localizó rápidamente informándole de la situación nada grata que tenía por delante.
Poncho le pregunto, ¿el tipo está armado?. Claro que está armado, le respondió.
Entonces quítale el arma y me lo traes acá.
Lucidamente Aguirre manejando la situación le dijo al Chiche, entrégame el arma y vamos donde está el hombre. Este se la entrego y juntos fueron a buscarlo.
Los recibió en su casa en compañía de su esposa Luzmila a quien le llamó la atención un reloj Chopard extraplano que el Chiche lucia en la muñeca izquierda y este gentilmente se lo obsequio quedando ella un poco apenada mientras Poncho con un guiño de ojos le daba a entender a Aguirre que el problema se arreglaría procediendo de inmediato a enfrentar la situación, pues él sabía que Dangond era hombre de voraz apetito y colmillo arbitrario.
Compadre Chiche, que alegría tenerlo aquí en mi casa, venga pa’ que vea la guartinaja que le tengo en el congelador esperando el día que usted me visitara, ordenando de inmediato que prepararan el guiso con todos sus perendengues y además le ofreció de su despensa ñeque de la sierra montaña, pisingos de la ciénaga de San Marcos (Sucre), iguanas de Fonseca, chivito de cacho de La Guajira, Saíno del Perijá, cauquero de Tierralta, (Córdoba), conejo ahumado del Difícil (Magdalena), carne salá de Montería, una dorada del rio Lebrija (Santander) y hasta un Pajuil del cerro pintao de Villanueva, y después llevándolo al bar de la casa le mostro una caja de Buchanan 18 años que estaba reservada para él; destapando seguidamente la primera botella para brindar a la salud de tan apreciado visitante, terminando por regalarle un esplendido chinchorro Guajiro doble fax, para que aprenda a corcovear acostado le advirtió.
Instalados en el kiosco, abrumados de atenciones en un solo beber y beber y comer y comer, entre risas, cantos y versos matizados por las ocurrencias y chispa fina del anfitrión, pasó uno de los días más agradables de mi vida, dice El “Chiche”, quien antes de partir al escuchar las tribulaciones económicas de Poncho y conocer sus dificultades financieras le pidió a Aguirre que le bajara del carro un maletín con tres millones de pesos que cargaba y se los entregara comentándole: compadre Álvaro, este pobre tipo esta jodido así que, hay que ayudar a Zuleta. De las novillas, sabrá mandrake!.