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Columnista - 20 agosto, 2011

El nuevo Silvestre

Por: Indalecio Dangond Baquero Tiene su estilo propio, que podríamos decir es un poco de la rebeldía de Alfredo Gutiérrez, el timbre de voz de Jorge Oñate, la potencia en el canto de Poncho Zuleta y el carisma y la locura de Diomedes Díaz. Dirige la producción de sus discos, escoge el diseño de sus […]

Por: Indalecio Dangond Baquero
Tiene su estilo propio, que podríamos decir es un poco de la rebeldía de Alfredo Gutiérrez, el timbre de voz de Jorge Oñate, la potencia en el canto de Poncho Zuleta y el carisma y la locura de Diomedes Díaz.
Dirige la producción de sus discos, escoge el diseño de sus caratulas y se aprende todas las canciones antes del lanzamiento de un nuevo álbum, como solía hacerlo nuestro recordado Rafael Orozco. Además, tiene la virtud de ser compositor, presentador de televisión, imagen de marcas y saber ejecutar la guitarra, piano y otros instrumentos que conforman su agrupación musical. Dicen los expertos en música vallenata, que estos fenómenos musicales se dan cada 30 años.
Comenzó su carrera profesional a los 20 años de edad. Recuerdo que para marzo del año 2.000, se me presentó a mi despacho en el Ministerio de Agricultura a decirme: “Tío quiero grabar un disco y necesito contar con su apoyo”. Esperé un par de días para tratar de persuadirlo que estudiara una carrera universitaria y luego pensara en la música. Parece que me equivoqué de dirección porque fuimos a parar a los estudios de grabación de Alfonso Abril, donde grabó un demo que le sirvió de promoción ante las distintas casas disqueras del país.
Al escuchar el par de canciones, Gabriel Muñoz, ejecutivo de la Sony Music no dudó del gran talento del muchacho y al día siguiente lo llamaron para que firmara el contrato con esa importante disquera.
No fue fácil el comienzo, hubo que parar la grabación porque su acordeonero inicial –el coco Zuleta, hijo de Emilianito- decidió a mitad de camino abandonar la producción. Le tocó irse a Valledupar a buscar un nuevo compañero y al cabo de seis meses, encontró a Román -hijo de Miguel López, de la dinastía de los Hermanos López. Volver a conseguir un turno de grabación en los estudios de la Sony en Bogotá era muy difícil, ya que eran escasos para tantas agrupaciones musicales. A Silvestre no le tocó otra alternativa que aprovechar las horas libres que quedaban de los turnos de Beto Zabaleta y Joe Arroyo, quienes se encontraban grabando para esa época. Les pidió prestado alguno de sus músicos y grabó su primer disco, que al mes siguiente de ser lanzado ya estaba pegado en las emisoras de Valledupar y la Guajira.
Transcurrido unos meses, su acordeonero Román Lopez, se retira de la agrupación por unos problemas de salud en sus articulaciones y a Silvestre le toca de nuevo salir a buscar un nuevo compañero.
A finales del 2002, se une con Juancho de la Espriella con quien ha hecho una tremenda alianza musical logrando ser el numero uno de la música vallenata, el cantante que mas música vende, el que más presentaciones hace al año y el que más multitudes reúne en sus presentaciones.
La tercera prueba y la más difícil de afrontar, ha sido las calumnias e injurias de algunos medios de comunicación que junto a algunos colegas, quisieron atajar la carrera artística de este talentoso muchacho. Por ello en una de sus canciones les respondió “me han querido acabar, pero no han podido, Dios Bendito”.
La fe en Dios, lo llevó a perdonar a estas personas y en adelante, como lo dice en una canción de su nuevo álbum “No me compares con nadie” que lanza el 2 de septiembre en Valledupar, sus enemigos tendrán que entenderse con su nuevo abogado, que se llama Dios.
El nuevo Silvestre que van a ver en tarima, ha sido la suma y resta de diez años aciertos y errores. Hoy es una persona madura que ha sabido valorar los consejos de su amigo y manager Carlos Bloom y de las orientaciones de su tío inda, como cariñosamente me llama.

[email protected]

Columnista
20 agosto, 2011

El nuevo Silvestre

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Indalecio Dangond Baquero

Por: Indalecio Dangond Baquero Tiene su estilo propio, que podríamos decir es un poco de la rebeldía de Alfredo Gutiérrez, el timbre de voz de Jorge Oñate, la potencia en el canto de Poncho Zuleta y el carisma y la locura de Diomedes Díaz. Dirige la producción de sus discos, escoge el diseño de sus […]


Por: Indalecio Dangond Baquero
Tiene su estilo propio, que podríamos decir es un poco de la rebeldía de Alfredo Gutiérrez, el timbre de voz de Jorge Oñate, la potencia en el canto de Poncho Zuleta y el carisma y la locura de Diomedes Díaz.
Dirige la producción de sus discos, escoge el diseño de sus caratulas y se aprende todas las canciones antes del lanzamiento de un nuevo álbum, como solía hacerlo nuestro recordado Rafael Orozco. Además, tiene la virtud de ser compositor, presentador de televisión, imagen de marcas y saber ejecutar la guitarra, piano y otros instrumentos que conforman su agrupación musical. Dicen los expertos en música vallenata, que estos fenómenos musicales se dan cada 30 años.
Comenzó su carrera profesional a los 20 años de edad. Recuerdo que para marzo del año 2.000, se me presentó a mi despacho en el Ministerio de Agricultura a decirme: “Tío quiero grabar un disco y necesito contar con su apoyo”. Esperé un par de días para tratar de persuadirlo que estudiara una carrera universitaria y luego pensara en la música. Parece que me equivoqué de dirección porque fuimos a parar a los estudios de grabación de Alfonso Abril, donde grabó un demo que le sirvió de promoción ante las distintas casas disqueras del país.
Al escuchar el par de canciones, Gabriel Muñoz, ejecutivo de la Sony Music no dudó del gran talento del muchacho y al día siguiente lo llamaron para que firmara el contrato con esa importante disquera.
No fue fácil el comienzo, hubo que parar la grabación porque su acordeonero inicial –el coco Zuleta, hijo de Emilianito- decidió a mitad de camino abandonar la producción. Le tocó irse a Valledupar a buscar un nuevo compañero y al cabo de seis meses, encontró a Román -hijo de Miguel López, de la dinastía de los Hermanos López. Volver a conseguir un turno de grabación en los estudios de la Sony en Bogotá era muy difícil, ya que eran escasos para tantas agrupaciones musicales. A Silvestre no le tocó otra alternativa que aprovechar las horas libres que quedaban de los turnos de Beto Zabaleta y Joe Arroyo, quienes se encontraban grabando para esa época. Les pidió prestado alguno de sus músicos y grabó su primer disco, que al mes siguiente de ser lanzado ya estaba pegado en las emisoras de Valledupar y la Guajira.
Transcurrido unos meses, su acordeonero Román Lopez, se retira de la agrupación por unos problemas de salud en sus articulaciones y a Silvestre le toca de nuevo salir a buscar un nuevo compañero.
A finales del 2002, se une con Juancho de la Espriella con quien ha hecho una tremenda alianza musical logrando ser el numero uno de la música vallenata, el cantante que mas música vende, el que más presentaciones hace al año y el que más multitudes reúne en sus presentaciones.
La tercera prueba y la más difícil de afrontar, ha sido las calumnias e injurias de algunos medios de comunicación que junto a algunos colegas, quisieron atajar la carrera artística de este talentoso muchacho. Por ello en una de sus canciones les respondió “me han querido acabar, pero no han podido, Dios Bendito”.
La fe en Dios, lo llevó a perdonar a estas personas y en adelante, como lo dice en una canción de su nuevo álbum “No me compares con nadie” que lanza el 2 de septiembre en Valledupar, sus enemigos tendrán que entenderse con su nuevo abogado, que se llama Dios.
El nuevo Silvestre que van a ver en tarima, ha sido la suma y resta de diez años aciertos y errores. Hoy es una persona madura que ha sabido valorar los consejos de su amigo y manager Carlos Bloom y de las orientaciones de su tío inda, como cariñosamente me llama.

[email protected]