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Columnista - 12 agosto, 2011

Del aborto y otras maricadas

Por: Luis Napoleón de Armas P. Hay temas muy sensibles para la sociedad que se convierten en tabúes, un  “noli  me tángere” y detrás de ellos se esconde mucha hipocresía puritana en nombre de una supuesta defensa de los valores. Es lo que está pasando en Colombia con el aborto y el matrimonio de parejas […]

Por: Luis Napoleón de Armas P.
Hay temas muy sensibles para la sociedad que se convierten en tabúes, un  “noli  me tángere” y detrás de ellos se esconde mucha hipocresía puritana en nombre de una supuesta defensa de los valores. Es lo que está pasando en Colombia con el aborto y el matrimonio de parejas del mismo sexo. La Corte Constitucional, en una posición de avanzada, ha dado los primeros pasos para dirimir los conflictos en esta materia. Sin embargo, sus fallos no han sido bien recibidos por los sectores más oscurantistas, encabezados por el Procurador General de la Nación, tratando de desconocerlos, basados en falsos altruismos sociales. En el caso del aborto, la HCC acogió la tesis de la demandante Mónica Roa, en el sentido de que en casos de violación, malformación del feto y  peligro de muerte para la madre o el niño, es preferible abortar. Mas, los ultra defensores de la vida han pegado el grito en el cielo por el vivir de una criatura cuyo futuro nadie ha programado. Esta algarabía mediática nunca se ha escuchado ante el ruido de las motosierras de las AUC, ni ante la tortura infinita de los centenares de civiles, policías y militares por parte de las FARC y el ELN, ni frente a las miles de víctimas que ocasiona la delincuencia común, ni ante las miles de personas que a diario mueren de hambre o enfermas frente a los hospitales o suicidándose porque sus vidas llegan al tedio y odian haber nacido. ¿Qué han hecho estos apóstoles de la vida dentro de sus partidos, del Congreso, del gobierno, en sus iglesias o dentro de sus gremios para evitar tanta muerte prematura en Colombia?. Esas vidas, con un rol bien definido en la sociedad, son más importantes que aquellas que no tienen, aún, asegurado su destino. ¿Y qué me dicen de las miles de víctimas que diariamente mueren en los frigoríficos para saciar la gula impúdica de los humanos? Es posible, incluso, que muchos de los que han armado esta alharaca, sean partícipes de la pérdida de la vida de muchos compatriotas a quienes, quizás, han llamado desechables. Ahí se ve que más que una defensa per se de la vida, lo que predomina es una posición ideológica imbuida de religiosidad amparada en textos bíblicos de autores desconocidos. ¡Maricadas! La inquisición no fue la defensa de la vida; tampoco la matanza de protestantes franceses (hugonotes) en la noche de San Bartolomé; menos aún las masacres de la violencia política (léase chulavismo).
Además, la penalización del aborto es un atentado contra la equidad porque solo afecta a las mujeres pobres, pues las ricas pueden comprar un tiquete y abortar donde sea permitido. ¿Y qué decir del mutis frente a la pederastia en iglesias y conventos?. El otro tema de interés por estos días es el del matrimonio gay. Aquí vuelven los sicarios éticos a fustigar, digo mejor, a distraer la atención porque, en un país donde hay tantas cosas para pensar y hacer, no es lógico que a esta comunidad, real como es, con igual composición genética, amparada en la misma constitución y en el mismo territorio, no pueda consolidar su felicidad al lado de una pareja que ama; esa es su condición natural, salida del designio del mismo Dios que tanto imploran e invocan los apologistas de la desigualdad. ¿Será que Dios se equivocó al darle vida a estas criaturas? ¿En cuál texto está definido que los derechos de los heterosexuales sea superiores a los de los homosexuales? Si así fuera, ese Dios no sería justo. Y si esas personas, con esas diferencias y que ellas no las programaron, desean vivir sin esconderse, sería lamentable que no lo pudieran hacer; sería confinarlos al ostracismo social. Por fortuna, Colombia con la CP de 1991 se ha puesto a la vanguardia ante el mundo en esta materia; hoy hace parte de los diez Estados donde esto es permitido. Vivid y que otros vivan.
[email protected]

Columnista
12 agosto, 2011

Del aborto y otras maricadas

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Luis Napoleón de Armas P.

Por: Luis Napoleón de Armas P. Hay temas muy sensibles para la sociedad que se convierten en tabúes, un  “noli  me tángere” y detrás de ellos se esconde mucha hipocresía puritana en nombre de una supuesta defensa de los valores. Es lo que está pasando en Colombia con el aborto y el matrimonio de parejas […]


Por: Luis Napoleón de Armas P.
Hay temas muy sensibles para la sociedad que se convierten en tabúes, un  “noli  me tángere” y detrás de ellos se esconde mucha hipocresía puritana en nombre de una supuesta defensa de los valores. Es lo que está pasando en Colombia con el aborto y el matrimonio de parejas del mismo sexo. La Corte Constitucional, en una posición de avanzada, ha dado los primeros pasos para dirimir los conflictos en esta materia. Sin embargo, sus fallos no han sido bien recibidos por los sectores más oscurantistas, encabezados por el Procurador General de la Nación, tratando de desconocerlos, basados en falsos altruismos sociales. En el caso del aborto, la HCC acogió la tesis de la demandante Mónica Roa, en el sentido de que en casos de violación, malformación del feto y  peligro de muerte para la madre o el niño, es preferible abortar. Mas, los ultra defensores de la vida han pegado el grito en el cielo por el vivir de una criatura cuyo futuro nadie ha programado. Esta algarabía mediática nunca se ha escuchado ante el ruido de las motosierras de las AUC, ni ante la tortura infinita de los centenares de civiles, policías y militares por parte de las FARC y el ELN, ni frente a las miles de víctimas que ocasiona la delincuencia común, ni ante las miles de personas que a diario mueren de hambre o enfermas frente a los hospitales o suicidándose porque sus vidas llegan al tedio y odian haber nacido. ¿Qué han hecho estos apóstoles de la vida dentro de sus partidos, del Congreso, del gobierno, en sus iglesias o dentro de sus gremios para evitar tanta muerte prematura en Colombia?. Esas vidas, con un rol bien definido en la sociedad, son más importantes que aquellas que no tienen, aún, asegurado su destino. ¿Y qué me dicen de las miles de víctimas que diariamente mueren en los frigoríficos para saciar la gula impúdica de los humanos? Es posible, incluso, que muchos de los que han armado esta alharaca, sean partícipes de la pérdida de la vida de muchos compatriotas a quienes, quizás, han llamado desechables. Ahí se ve que más que una defensa per se de la vida, lo que predomina es una posición ideológica imbuida de religiosidad amparada en textos bíblicos de autores desconocidos. ¡Maricadas! La inquisición no fue la defensa de la vida; tampoco la matanza de protestantes franceses (hugonotes) en la noche de San Bartolomé; menos aún las masacres de la violencia política (léase chulavismo).
Además, la penalización del aborto es un atentado contra la equidad porque solo afecta a las mujeres pobres, pues las ricas pueden comprar un tiquete y abortar donde sea permitido. ¿Y qué decir del mutis frente a la pederastia en iglesias y conventos?. El otro tema de interés por estos días es el del matrimonio gay. Aquí vuelven los sicarios éticos a fustigar, digo mejor, a distraer la atención porque, en un país donde hay tantas cosas para pensar y hacer, no es lógico que a esta comunidad, real como es, con igual composición genética, amparada en la misma constitución y en el mismo territorio, no pueda consolidar su felicidad al lado de una pareja que ama; esa es su condición natural, salida del designio del mismo Dios que tanto imploran e invocan los apologistas de la desigualdad. ¿Será que Dios se equivocó al darle vida a estas criaturas? ¿En cuál texto está definido que los derechos de los heterosexuales sea superiores a los de los homosexuales? Si así fuera, ese Dios no sería justo. Y si esas personas, con esas diferencias y que ellas no las programaron, desean vivir sin esconderse, sería lamentable que no lo pudieran hacer; sería confinarlos al ostracismo social. Por fortuna, Colombia con la CP de 1991 se ha puesto a la vanguardia ante el mundo en esta materia; hoy hace parte de los diez Estados donde esto es permitido. Vivid y que otros vivan.
[email protected]