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Columnista - 19 diciembre, 2013

Carmen Díaz y la Cruz de Mayo

Por Rosendo Romero A su llegada de El Plan, la pareja ideal se estableció en el barrio El Cafetal, a dos cuadras de la casa de la señora madre de Carmen Díaz y a una cuadra de su consejera Petra Campo, en la casa que era de Rosario “Chayo” Salinas, esquina con esquina con la […]

Por Rosendo Romero

A su llegada de El Plan, la pareja ideal se estableció en el barrio El Cafetal, a dos cuadras de la casa de la señora madre de Carmen Díaz y a una cuadra de su consejera Petra Campo, en la casa que era de Rosario “Chayo” Salinas, esquina con esquina con la casa de Nina Rodríguez y al frente de la casa de José Peñaloza.

Dice “La Nuñe” (mi mamá) que allí nacieron: Emilianito y Poncho, luego se mudaron a la casa que hoy es de Metil, una paisana nuestra, allí los Zuleta Díaz colocaron una tienda bien surtida y nació María Clara. Recuerda “La Nuñe” que una mañana fue con el becerrilero Escolástico Romero (mi papá) a visitarlos y Emilianito (hijo) que tenía como 7 años, cuando los vio llegar, cantó dos versos en rima consonante que ella recuerda muy bien:

Ay ay ay, padrino, que ya María Clara vino

Dice mi Mamá que aquello maravilló extraordinariamente a Carmen Díaz y aquel niño delgaducho se volvió para ella el brillo de sus ojos, pues no había persona que llegara a su casa que no escuchara de sus labios aquellos versos inocentes pero que de una manera exacta narraron un hecho de gran significado por ser la primera hembra de los Zuleta Díaz.

El mes de mayo, antes de las bonanzas algodoneras y la bonanza marimbera, era un mes de ríos crecidos tanto que algunos no dejaban pasar a la gente por la carencia de puentes, duraban días desbordados, “El valle de los conejos” era un hermoso espectáculo, sus aguas corrían en todas las direcciones, el Badillo, Guatapurí y Ranchería hacia el norte el Barcino y el Cesar hacia el sur, rio Villanueva, Molino, Urumita, hacia el oriente, etcétera. Todo el valle del Cacique Upar estaba repleto de mariposas, ríos, pájaros y frutas a tutiplén, rayos y truenos, es mayo el mes de la fertilidad y fecundación , pues en las hembras se observa el comportamiento del eterno femenino dispuestas a concebir; ¡Por Dios! mayo es el mes de la madre “La cruz de mayo es abundancia” no sé por qué pero Carmen Díaz sabía eso, el camino real abierto hacia la sierra negra sobre la hermosa sabana se bifurca y una rama coge hacia orozú, el morro y la culebrera, el otro hacia las mesas y las colonias, el primero iba a las puertecitas la finca de “Mile”; a la vera de ese camino Carmen Díaz levantaba una cruz sobre un montículo de piedra y le colocaba racimos de toda clase de frutas, flores, plátanos, yucas, cañas y celebraba con los villanueveros la gran fiestas de la cruz de mayo.

Columnista
19 diciembre, 2013

Carmen Díaz y la Cruz de Mayo

Feel the sand on your feet, not your wardrobe weight.
Rosendo Romero Ospino

Por Rosendo Romero A su llegada de El Plan, la pareja ideal se estableció en el barrio El Cafetal, a dos cuadras de la casa de la señora madre de Carmen Díaz y a una cuadra de su consejera Petra Campo, en la casa que era de Rosario “Chayo” Salinas, esquina con esquina con la […]


Por Rosendo Romero

A su llegada de El Plan, la pareja ideal se estableció en el barrio El Cafetal, a dos cuadras de la casa de la señora madre de Carmen Díaz y a una cuadra de su consejera Petra Campo, en la casa que era de Rosario “Chayo” Salinas, esquina con esquina con la casa de Nina Rodríguez y al frente de la casa de José Peñaloza.

Dice “La Nuñe” (mi mamá) que allí nacieron: Emilianito y Poncho, luego se mudaron a la casa que hoy es de Metil, una paisana nuestra, allí los Zuleta Díaz colocaron una tienda bien surtida y nació María Clara. Recuerda “La Nuñe” que una mañana fue con el becerrilero Escolástico Romero (mi papá) a visitarlos y Emilianito (hijo) que tenía como 7 años, cuando los vio llegar, cantó dos versos en rima consonante que ella recuerda muy bien:

Ay ay ay, padrino, que ya María Clara vino

Dice mi Mamá que aquello maravilló extraordinariamente a Carmen Díaz y aquel niño delgaducho se volvió para ella el brillo de sus ojos, pues no había persona que llegara a su casa que no escuchara de sus labios aquellos versos inocentes pero que de una manera exacta narraron un hecho de gran significado por ser la primera hembra de los Zuleta Díaz.

El mes de mayo, antes de las bonanzas algodoneras y la bonanza marimbera, era un mes de ríos crecidos tanto que algunos no dejaban pasar a la gente por la carencia de puentes, duraban días desbordados, “El valle de los conejos” era un hermoso espectáculo, sus aguas corrían en todas las direcciones, el Badillo, Guatapurí y Ranchería hacia el norte el Barcino y el Cesar hacia el sur, rio Villanueva, Molino, Urumita, hacia el oriente, etcétera. Todo el valle del Cacique Upar estaba repleto de mariposas, ríos, pájaros y frutas a tutiplén, rayos y truenos, es mayo el mes de la fertilidad y fecundación , pues en las hembras se observa el comportamiento del eterno femenino dispuestas a concebir; ¡Por Dios! mayo es el mes de la madre “La cruz de mayo es abundancia” no sé por qué pero Carmen Díaz sabía eso, el camino real abierto hacia la sierra negra sobre la hermosa sabana se bifurca y una rama coge hacia orozú, el morro y la culebrera, el otro hacia las mesas y las colonias, el primero iba a las puertecitas la finca de “Mile”; a la vera de ese camino Carmen Díaz levantaba una cruz sobre un montículo de piedra y le colocaba racimos de toda clase de frutas, flores, plátanos, yucas, cañas y celebraba con los villanueveros la gran fiestas de la cruz de mayo.