Parece un vendedor de butifarras, como cualquiera de los que se apuestan a diario en las calles de Valledupar, Montería, Barranquilla, Cartagena, Santa Marta y poblaciones del Caribe colombiano, pregonando a viva voz con su platón lleno de embutidos: “¡Buuuti buuti buuti butifarra!”. Sin embargo, se trata ni más ni menos, del poderoso e invencible Butiman, paladín que lucha contra la delincuencia que pulula en las noches por Montería, Córdoba.

Este personaje es idea original de Jaime Luis Villalba Paternina, amante de los videojuegos, los comics y la animación. Él, que nació hace 29 años en la capital de Córdoba, se ufana de ello: “Para mí la tecnología es como un vicio: siempre quiero más”. En su casa, repasa una imagen de Butiman que dibujó horas antes en su computador. Allí se ve a un joven atlético con su cráneo afeitado, rostro anguloso y mirada inquietante que fustiga a su interlocutor; y terciada sobre sus hombros, una bandeja metálica atestada de butifarras marrones. Estos embutidos típicos, explica Jaime, son el arma de Butiman: “Él les transmite sus asombrosos poderes al tocarlas. Entonces, cuando el hampa ataca, irrumpe desde cualquier esquina para detonarlas como proyectiles sobre maleantes, ladrones, asesinos o violadores”.

“Una butifarra marrón es que alimenta a tu gente. Pero una butifarra blanca, es la que te da la fortaleza y la energía para defender a tu pueblo”, exclama con vehemencia Butiman en uno de los capítulos, en el instante en que salva a una hermosa muchacha de frondosa cabellera negra a quien dos sujetos iban a violar. Después de noquear a los verdugos, la chica le sonríe a su salvador y le pregunta cómo le puede agradecer. Envalentonado, Butiman le responde: “Comprándome una butifarra. Es que mira, no he vendido ninguna… El día ha estado más bien flojo”.

Este simpático personaje, inspirado en los butifarreros que deambulan por las calles, dio origen a ‘The Butiman’. Jaime pudo producir gran parte de la serie gracias al apoyo del ViveLab Montería, laboratorio de creación de contenidos digitales del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones (MinTIC) que cuenta con el apoyo de la Alcaldía de esta ciudad (este laboratorio también está instalado en Barranquilla, Armenia, Popayán, Cali, Manizales, Cartagena, Medellín, Pereira, Bucaramanga, Bogotá y se espera que se implemente en Valledupar).

La serie se emitirá por Telecaribe a partir del próximo mes. “Además de la calidad técnica y artística de la serie, que salta a la vista, nos encantó la originalidad de los personajes y lo autóctono de la historia que muestra sin tapujos la idiosincrasia del costeño”, anotó Carmen Viveros, jefe de producción de este canal regional, quien explica que la producción actualmente se financia con recursos de la ANTV (Autoridad Nacional de Televisión) y del mismo canal.

Pasión por la tecnología

Jaime estudió diseño gráfico en la Corporación Tecnológica de Córdoba. Aunque le llamó siempre la atención la animación y los videojuegos, durante su paso por la universidad a duras penas aprendió “nociones y conceptos básicos de la animación digital”. Por eso decidió investigar por Internet tutoriales que le hicieran comprender ese complejo mundo. “Llegaba del trabajo y me demoraba entre cuatro y cinco horas devorando información”, apuntó. Entonces se acostaba, en promedio, entre 3:00 y 4:00 de la madrugada.

Este ritmo despiadado, aunque le dio conocimientos básicos, le hizo comprender que debía formarse en una escuela especializada; así, en 2008, empacó maletas y se fue a Bogotá donde estudió animación digital en el Instituto NazKa Digital. Aprendió a crear personajes animados para cine y TV, animación 2D y 3D, After Effects y Adobe.

Pero la idea de Butiman, su obra prima, no vio la luz sino hasta 2009 cuando cursaba inglés en la Universidad de Córdoba. Durante un descanso, salió con sus amigos en busca de algo para apaciguar el hambre. En el patio, vio a un butifarrero elocuente que, de inmediato, se le presentó como una imagen luminosa que le destellaba chispazos creativos.

Cierta mañana, una voz le dijo en su mente: “Este man es un guerrero de la vida. Conviértalo en superhéroe”. Embebido por este influjo creativo, Jaime se encerró en su habitación para dar rienda suelta a sus ideas. No quería un personaje como los de Marvel (Wolfvering, Iron Man o el Capitán América) ni como los de DC Comics (Superman, Batman o Acuaman); lo suyo, más bien, debía ser un super héroe criollo, pero dotado de una estética y una historia universal.

Como no contaba con un buen computador, al principio le tocó defenderse con el que tenía: un viejo portátil en el cual realizó el capítulo 0, titulado ‘Justicia’ (dura 9’47’’). Por eso es enfático al afirmar que fue gracias al ViveLab Montería que pudo realizar el resto de la serie.

Por Rafael Caro Suárez

Oficina de Prensa MinTIC